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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué implica la ola de fusiones bancarias en España?

El sector tradicional deberá poner el foco en la innovación, la experiencia del cliente y la eficiencia operativa

Fachada del edificio ‘La Vela’, en la ciudad del BBVA, a 30 de abril de 2024, en Madrid (España).
Fachada del edificio ‘La Vela’, en la ciudad del BBVA, a 30 de abril de 2024, en Madrid (España).Ricardo Rubio (Europa Press)

El sector bancario español se encuentra en un momento crucial, marcado por una profunda transformación. La ola de fusiones de los últimos años ha reconfigurado el panorama financiero, reduciendo drásticamente el número de entidades operativas. España es el segundo país de la Unión Europea donde más ha crecido la concentración bancaria. En apenas 15 años, hemos presenciado un descenso drástico, pasando de 55 a tan solo 10 firmas bancarias que controlan el sector. Esta tendencia podría acentuarse con la posible fusión de BBVA y Banc Sabadell, rechazada por este último recientemente, si bien ya hemos visto que BBVA ha vuelto a mover ficha con una opa hostil.

Si finalmente Banc Sabadell acaba bajo el control de BBVA, esta operación generaría otro nuevo gigante bancario y aumentaría la concentración del sector. Si medimos por valor en Bolsa, la operación generaría el tercer banco por capitalización de Europa. El banco resultante controlaría gran parte del capital de los españoles, y movería uno de cada cinco euros que mueve la banca de este país. Si este fuera el caso, entre Banco Santander, BBVA y Caixabank, controlarían el 70% del crédito y los depósitos de los españoles.

Este auge de uniones bancarias, que se intensificó tras la crisis financiera del 2008, ha estado principalmente motivado por la búsqueda de sinergias que permitan optimizar costes y mejorar la rentabilidad. Casos emblemáticos como la fusión entre Caixabank y Bankia o la adquisición de Banco Popular por parte de Santander ejemplifican esta dinámica. Sin embargo, esta consolidación del sector ha generado un escenario con grandes interrogantes: ¿qué implica para el futuro del sector? ¿Cómo afectará a los clientes? ¿Qué alternativas existen?

Sin duda, las fusiones bancarias conllevan algunas ventajas, tanto para entidades como clientes. Entre ellas, se produce una mayor solidez financiera de las entidades resultantes, ya que las entidades fusionadas cuentan con una mayor capacidad para absorber riesgos y enfrentar escenarios económicos adversos. Además, permiten mejorar la eficiencia operativa y ampliar la gama de productos y servicios. No obstante, estas ventajas no siempre se traducen en beneficios tangibles para los clientes.

En su afán por reducir costes y optimizar procesos, las grandes entidades bancarias a menudo centran su atención en el cumplimiento de las regulaciones, dejando en segundo plano la innovación y la respuesta ágil a las demandas de sus clientes. Esto se traduce en una oferta de productos y servicios poco diferenciada y en una menor capacidad para adaptarse a las necesidades cambiantes de los usuarios.

Por otro lado, las fusiones también plantean el riesgo de que los bancos se vuelvan demasiado grandes (el famoso too big to fail), lo que aumenta el riesgo sistémico en caso de quiebra y potencialmente impacta a miles de empresas y personas. La centralización del dinero en un número reducido de entidades aumenta la vulnerabilidad del sistema financiero en su conjunto. Además, en caso de que se desencadenara otra gran crisis, estos gigantes bancarios serían mucho más difíciles de rescatar.

A ello, se añade la transición de los bancos hacia la tecnología. Durante este periodo, decenas de miles de trabajadores del sector bancario han sido jubilados, prejubilados o despedidos. Hace diez años, este país contaba con cerca de 300.000 empleados de banca; hoy en día, apenas supera los 160.000. Este panorama se ve agravado por el cierre de oficinas. Desde 2008, en nuestro país, las sucursales bancarias se han reducido a la mitad, según datos del Banco de España. En concreto, hemos pasado de 46.000 a 20.000 oficinas. En cuanto a los cajeros automáticos, un 20% se han retirado (de 61.000 a 40.000). Las grandes firmas bancarias han perdido fuerza comercial, al prescindir del personal de ventas; toda la interacción con el cliente se traslada al mundo online.

A todo ello hay que sumarle la evolución de la regulación bancaria a nivel europeo y global, que ha traído vientos de cola para las nuevas soluciones de tecnología financiera, a la vez que ha generado todavía más burocracia y trabajo interno para los bancos.

Frente a esta realidad, las fintech emergen con fuerza como la alternativa que pone la tecnología al servicio de las personas y equipos financieros. En comparación con la banca tradicional, ofrecen una serie de ventajas significativas que hasta hace unos años no eran posibles. Mientras que la banca a menudo puede ser percibida como burocrática y lenta en la adopción de nuevas tecnologías, las fintech destacan por su agilidad y accesibilidad, con un enfoque centrado en el usuario.

Las fintech nacen con una mentalidad digital, lo que les permite desarrollar e implementar nuevos productos y servicios de forma rápida y eficiente. Esto se traduce en una mayor capacidad de adaptación a las necesidades cambiantes de los clientes y a las nuevas tendencias del mercado. Además, al tener una estructura ligera, suelen tener costes operativos más bajos, que les permiten ofrecer servicios financieros más accesibles y competitivos para los usuarios.

A modo de resumen. El futuro de la banca española se presenta incierto. Las fusiones continuas y el auge de las fintech dibujan un panorama complejo con retos y oportunidades en el sector financiero para todos los actores. El sector tradicional deberá adaptarse a las nuevas realidades, poniendo el foco en la innovación, la experiencia del cliente y la eficiencia operativa. Las fintech, por su parte, deberemos demostrar (aún más) nuestra capacidad para competir a gran escala y ganarnos la confianza de los clientes.

Antonio Berga es cofundador de Embat

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