Inteligencia artificial y emergentes desmontan el “sell in may…”
Hay que mantener una amplia diversificación y evitar una concentración excesiva en los valores que copan los primeros puestos
No parece que vaya a cumplirse la conocida advertencia sell in may and go away este año. A una semana del cierre de mayo, las Bolsas han recuperado las discretas pérdidas de abril y vuelven a situarse cerca de sus máximos del año, y algunas, de sus máximos históricos. Lo más destacado de estos dos últimos meses tiene que ver con los mercados emergentes, que han recuperado buena parte de la rentabilidad relativa perdida frente a los mercados desarrollados. La preocupación por la situación económica en China y la debilidad de sus índices de renta variable ha dado paso a nuevos estímulos de distinta índole –incluyendo medidas de apoyo al sector inmobiliario– que están apoyando un mayor crecimiento económico y una recuperación importante de sus Bolsas.
Europa también ha dejado atrás el estancamiento del año pasado y apunta a un crecimiento próximo al 0,7% este. Se sigue apreciando, en cualquier caso, la clara dispersión entre la buena evolución de los países del sur (turismo) y la más pobre de los del norte (industria). En Estados Unidos se produjo una pequeña desaceleración económica en el primer trimestre, después de un crecimiento espectacular durante la segunda mitad del 2023.
La inflación en la zona euro se está acercando poco a poco al objetivo del Banco Central Europeo, lo que dejaría margen para empezar a recortar los tipos de interés en las reuniones de junio o julio. En Estados Unidos, el proceso desinflacionista fue más lento, incluso decepcionante, durante el primer trimestre, y no se espera el primer recorte, ¿y el único en 2024?, hasta finales del ejercicio. Frustradas quedan las expectativas de seis recortes para este año con las que arrancábamos en enero.
En este entorno, la renta fija sigue bastante estancada. Las tires de los bonos de gobierno han repuntado unos 60 puntos básicos en el año y provocado pérdidas a sus tenedores. Los inversores con poca duración –vencimientos más cortos– están aguantando mejor, sobre todo si su apuesta se ha centrado en bonos corporativos, cuyos diferenciales de crédito se han estrechado ante la buena evolución de la economía y de los beneficios empresariales.
Uno de los temas más relevantes del momento, con vida propia respecto a los datos macro o los bancos centrales, es el que gira en torno a la inteligencia artificial. El mercado, apoyado en los buenos resultados de muchas de las compañías relacionadas con esta temática, ha impulsado el precio de sus acciones de una manera relevante, cotizando estas –aunque no se puede generalizar– con una valoración exigente respecto a la media del mercado. No voy a descubrirles ahora una compañía como Nvidia, después de dos años tan espectaculares en Bolsa.
Pero sí me gustaría comentar unas reflexiones que nos llegan desde diversos puntos de vista cuando hablamos con gestores o estrategas. En primer lugar, cuando irrumpe una nueva tecnología, no siempre los que parecen los ganadores al principio –ejemplo con Nokia en los teléfonos móviles– terminan siendo los vencedores definitivos. En segundo lugar, aunque relacionado, se está primando a los habilitadores (semiconductores y software) frente a los posibles adoptantes, es decir, empresas e industrias en general que gracias a la puesta en marcha de herramientas de inteligencia artificial puedan hacerse más eficientes y, por tanto, rentables. De momento, la IA es un ingreso para los habilitadores y un gasto para los adoptantes y, por lo tanto, puede tener sentido apostar por las primeras en una fase inicial. Sin embargo, más adelante, pueden surgir las oportunidades fuera del sector tecnológico.
¿Cíclico?
Por último, en el caso específico de los semiconductores como los de Nvidia, hay discrepancias entre los que opinan que el sector es cíclico o los que entienden que ha ganado cierta capacidad anticíclica. El sector ha sido históricamente bastante cíclico, sufriendo en los periodos de desajuste entre la oferta y la demanda. Factores como los niveles de inventario y el crecimiento económico mundial han desempeñado un papel importante en la formación de estos ciclos. Esto es relevante porque los negocios que no dependen tanto del ciclo generan beneficios de manera más estable y por su mayor predictibilidad suelan cotizar en Bolsa a múltiplos más elevados, lo que daría un buen argumento para la sostenibilidad de esas exigentes valoraciones.
La IA ya es una realidad palpable y los CEO de las compañías la sitúan como uno de los retos más importantes para los próximos años. No sabemos realmente la relevancia que alcanzará. Algunos opinan que permitirá algunas ganancias de eficiencia en determinadas tareas y poco más. Los más optimistas opinan que estamos ante una revolución industrial parecida a la llegada de la electricidad, con un amplio impacto en la mayoría de las industrias y unas ganancias de productividad enormes.
Volviendo a los mercados financieros, creemos que hay que mantener una amplia diversificación y evitar una concentración excesiva en los valores que están copando los primeros puestos de los índices. El futuro está por escribirse, pero si la inteligencia artificial termina siendo un éxito lo será porque las empresas, en un sentido amplio, se beneficien de ella.
Ángel Olea es socio y director de inversiones de Abante
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días