Invertir en capital humano, la clave de la competitividad económica
Grandes fusiones han sido un desastre por factores culturales, problemas de liderazgo, desacuerdos en las negociaciones y egos encontrados
En un mundo caracterizado por la incertidumbre y la tecnología, el capital humano se erige como el activo más valioso de una nación. Según se desprende del informe de la Fundación BBVA, el valor económico del capital humano en España es su principal factor productivo, pero su valor per cápita ha caído un 19,1% desde el año 2000. Elementos como el envejecimiento de la población, la alta tasa de paro, la baja productividad en comparación con la media de la OCDE, los precarios niveles de formación y la experiencia laboral demasiado tradicional y, por tanto, obsoleta, son todos ellos factores que disminuyen aún más, el valor económico del capital humano de un país.
Ya nos lo adviertía el ex presidente del Banco Mundial, Jim Yon King, cuando comentaba que los Gobiernos abusan buscando el crecimiento económico eminentemente a través de las inversiones en infraestructuras, sin tener en cuenta que no invertir en capital humano tendrá consecuencias muy negativas en la competitividad de una nación.
Países altamente competitivos están construyendo sus nuevos cimientos con bits antes que con hormigón. Según fuentes de Statista, Estados Unidos y China tienen la previsión de ser los dos países con mayor PIB estimado entre 2022 y 2028. No es de extrañar cuando las tecnológicas americanas como Apple, Amazon, Google, Microsoft, Facebook y Twitter encabezan esta industria representando más del 10% de su economía con más de 12 millones de puestos de trabajo. Si nos fijamos en China, igualmente las empresas que van a la cabeza son las tecnológicas Alibaba, Tencent y Huawei, entre otras.
Por tanto, la competitividad se ve afectada positivamente por las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, blockchain o la automatización de los procesos, mejorando la eficiencia, facilitando la innovación y el crecimiento de nuevos negocios. Por el contrario, se acelera la obsolescencia de viejas habilidades técnicas tradicionales y se encumbran las nuevas soft skills como pilares para impulsar la productividad de cualquier país.
La cuestión en este artículo es que estas tecnológicas son intensivas en el capital humano por delante de cualquier otro factor de la empresa. Por lo tanto, cultivar este factor humano es clave de éxito y requiere de todo un conjunto de nuevas habilidades. La tecnología puede ofrecer soluciones, pero son las personas las que desarrollan los productos. Es por ello, que las competencias interpersonales deben ensalzarse para permitir el éxito de las empresas y la consecuente competitividad de las naciones.
A modo de debate, quizás una de las habilidades más importantes en el futuro será poder entender las complejidades de los negocios y la sociedad sin entrar en pánico por la continua incertidumbre. Por ejemplo, ¿qué habilidad tendría más futuro: una planificación estricta en acciones y tiempos a cumplir o una planificación dinámica que se adapte a la prueba y error de las innovaciones? ¿Hubiera sido posible desarrollar los cohetes retornables de Space X que están revolucionando los viajes espaciales con una planificación estricta o una dinámica? ¿O desplegar el Chat GPT donde los propios creadores han sido los primeros sorprendidos por conseguir un éxito inesperado?
Más bien, habilidades de importancia renovada como prueba y error, la experimentación, o el fracaso parcial como camino para el aprendizaje representan en su conjunto el tipo de skills que el nuevo capital humano requiere para las nuevas reglas de competitividad.
El pensamiento crítico es otra importante habilidad para proponer y evaluar las diferentes opciones que pasaría por descomponer problemas, identificar patrones y ello no es posible sin el cuestionamiento constante, sin ampliar y cultivar una mente abierta con el propósito de fomentar el debate para crear ideas innovadoras en un mundo de desafíos y en constante evolución.
Otros procesos sofisticados de negocio como son las adquisiciones y fusiones requieren de un capital humano desarrollado en habilidades tan cruciales como la negociación, donde descubrir los puntos de encuentro es un factor clave. El nuevo capital humano requiere que estas habilidades evolucionen e incorporen atributos multiculturales e interdisciplinares para dar respuesta a esta creciente complejidad de los negocios. De lo contrario, grandes fusiones han sido un desastre por factores culturales, problemas de liderazgo, desacuerdos en las negociaciones y egos encontrados como en las fallidas fusiones entre Daimler y Chrysler o ente Sprint y Nextel.
La demanda de estas power skills difícilmente sustituibles por robots serán las más solicitadas. Ello requerirá no solo ir entrenando estas capacidades desde el mundo de la educación e ir dándoles una importancia creciente a medida que el individuo se acerque al mundo laboral, sino también desarrollarlas a lo largo de la trayectoria profesional.
Mar Meneses es psicóloga ejecutiva
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