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El Foco
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El dilema del trabajo en remoto agita el sector tecnológico

Ofrecer teletrabajo y presencialidad flexible puede convertirse en un reclamo clave para atraer y retener talento tecnológico

teletrabajo
Delmaine Donson (Getty Images) (Getty Images)

Tener un perfil tecnológico no significa, necesariamente, trabajar en una empresa del sector TIC. Hoy día, la transversalidad de la tecnología hace que casi cualquier empresa de cualquier sector pueda necesitar programadores, desarrolladores o analistas de datos. Y ahí radica la dificultad que, en muchos casos, encuentran las compañías para conseguir talento tecnológico, esencial para conseguir un buen posicionamiento dentro de la industria digital y en la economía de la innovación.

Es difícil cuantificar cuántos desarrolladores, por ejemplo, hay en España, pero las estimaciones apuntan a unos 300.000 altamente cualificados. Pocos, si se piensa, para todo el tejido empresarial del país, que según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo está formado por cerca de tres millones de empresas. Y ya, si vamos a perfiles mucho más especializados, en materias como la inteligencia artificial, realidades aumentadas o ciberseguridad, la cosa se complica todavía más.

La escasez de talento TIC será, sin duda, una de las tendencias que marquen el empleo en 2024. Por eso, la clave para atraer a estos profesionales está en qué se les ofrece, en conquistarles con unas condiciones laborales atractivas. Ciertamente, el salario es uno de los aspectos más tenidos en cuenta: saben que están muy demandados y pueden jugar con eso para tratar de conseguir ingresos más elevados. Pero, tema económico aparte, el factor más valorado por estos profesionales es la posibilidad de trabajar en remoto; una modalidad que en este ámbito ya existía, aunque fuera parcialmente, antes de la pandemia, pero que con ella creció de forma exponencial.

A principios de 2020, cuando el 94% de los trabajos imponían la presencia en la oficina como requisito, hasta la pandemia en 2021, cuando ese número descendió al 37%, hemos observado un cambio significativo en las políticas de trabajo impuestas por las empresas. Un año después, el requisito de trabajar desde la oficina disminuyó aún más, hasta llegar al 28% en el mes de noviembre. Sin embargo, este año estamos presenciando un cambio de tendencia. Ahora, el 43% de las ofertas laborales imponen la obligación de trabajar desde la oficina y el volumen de puestos con opción full-remote ha descendido un 12%. En España, tres grandes startups como Glovo, Factorial o Travelperk son algunas de las que están promoviendo la vuelta a la presencialidad.

Este cambio de tendencia se está poniendo de manifiesto también en muchas de las grandes compañías tecnológicas. Es muy llamativo el caso de Zoom, la multinacional que supo aprovechar al máximo las circunstancias de la pandemia y llegó a representar en sí misma el teletrabajo y la forma de comunicarnos durante el confinamiento. Pero también Google, Apple, Amazon o Salesforce ahora están intentando regresar al modelo de trabajo presencial, tratando de motivar a sus trabajadores con oficinas renovadas y más atractivas, convertidas en un espacio más social y con diferentes tipos de incentivos.

Entre los argumentos que manejan citan un posible descenso de la productividad, atribuible, a su juicio, al teletrabajo; pero también otros aspectos como la falta de cohesión entre los equipos o la dificultad de mantener una cultura corporativa, y el considerar que de una conexión presencial surgen ideas más creativas e innovadoras.

Pero los empleados no ven la presencialidad con buenos ojos. En primer lugar, porque están convencidos de que pueden desarrollar perfectamente su trabajo sin necesidad de ir a la oficina. De hecho, según un informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), el sector TIC encabeza la lista de sectores económicos en los que más del 80% de los empleados podrían trabajar a distancia. Y en segundo lugar, porque esta modalidad laboral facilita la conciliación de su vida personal y profesional y les proporciona mayor calidad de vida (a pesar de otros posibles inconvenientes como la ampliación de horarios o la dificultad de desconexión digital).

También existen diferencias intergeneracionales en lo que respecta a las preferencias en este sentido. Los más jóvenes parecen inclinarse más hacia el trabajo presencial porque les brinda la oportunidad de aprender más rápidamente a través de la interacción directa con sus colegas y superiores (si bien para quienes iniciaran su carrera en plena pandemia puede resultar ahora incómodo pensar en un 100% de presencialidad). Por su parte, los profesionales senior o más experimentados pueden sentirse más motivados con el trabajo en remoto, y aunque la modalidad presencial no les es ajena, ahora son reacios a perder calidad de vida.

En cualquier caso, parece muy probable que las empresas vayan a empezar a ser más selectivas a la hora de ofrecer trabajo a distancia, reservándolo para funciones que hayan demostrado su eficacia en un entorno remoto. Pero también es muy posible que algunos trabajadores que se vean privados de ese beneficio, confiados por su facilidad para encontrar otro puesto, decidan abandonar la empresa y se produzcan renuncias.

Por tanto, ofrecer trabajo en remoto puede convertirse en un reclamo fundamental para atraer y retener talento tecnológico. Es cierto que acudir puntualmente a la oficina puede resultar también atractivo para los empleados, y sin duda positivo para los equipos. Pero tal vez la clave para 2024 esté en que las empresas encuentren cómo convertir en motivador el hecho de implantar un cierto grado de presencialidad.

Puede ser a través de modelos híbridos en los que prevalezca el remote first y el empleado pueda decidir si se desplaza o se queda en casa, y qué días hacerlo, o buscando fórmulas para trabajar la cultura corporativa en entornos digitales, para fomentar la innovación y la creatividad en los equipos y, por qué no, para medir la productividad del trabajo a distancia frente al presencial.

Pedro Torrecillas es CEO y cofundador de Circular

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