Recurrir al ahorro para suavizar la hipoteca
La escarpada subida de los tipos de interés, que han pasado de cero a superar el 4% en apenas un año, ha llevado al límite a muchos hogares. De hecho, aquellos que firmaron en su día una hipoteca a tipo variable, y apostaron por no pasarse a tipo fijo cuando empezó a incrementarse el precio del dinero, se han encontrado con exponenciales subidas de las cuotas que, en función de la fecha de revisión y a lomos de un creciente euríbor, se pueden medir en cientos de euros. Un drenaje de los ingresos mensuales que, unido al descontrol de la inflación, ha dificultado que muchas familias lleguen con holgura a final de mes.
En paralelo, las entidades financieras, que han trasladado al cliente sin rubor el alza de los tipos de interés, han aprovechado el exceso de liquidez en el mercado para no remunerar el pasivo. Por tanto, parte de esos hogares que sufren para pagar sus facturas se han encontrado cómo sus ahorros –en muchos casos más elevados de lo normal por el colchón generado tras la pandemia– languidecen aparcados en cuentas corrientes sin generar rédito alguno. Esa encrucijada es la que explica que algunos afectados prefieran utilizarlos para amortizar parte sus hipotecas como mejor vía para dar sentido a un dinero que no necesitan a corto plazo.
La novedad del caso, y lo más inquietante desde el punto de vista de la salud financiera de las economías domésticas, es que las entidades admiten que esas operaciones se están llevando a cabo para rebajar cuota mensual y no para acortar el plazo de los préstamos. Es expresión coloquial que un español prefiere no comer antes que dejar de pagar su hipoteca, un aserto que constatan las reducidas cifras de morosidad que manejan los bancos. Todo un reflejo, además, de la importancia que se confiere en la cultura popular a tener casa en propiedad y a mantenerla. En consecuencia y a la hora de amortizar, los hipotecados han apostado históricamente por acabar de pagar sus créditos cuanto antes, una decisión financiera también más beneficiosa desde el punto de vista del pago de intereses. El cambio de tendencia solo se explica por una necesidad real de aligerar las cargas mensuales y debe ser un signo más de alarma respecto a la vulnerabilidad de un sector de la sociedad.
El escenario también debería abrir una reflexión sobre el impacto efectivo de las ayudas a los hipotecados impulsadas por el Gobierno como superación del código de buenas prácticas que aplica la banca. Los números hablan por sí mismos.
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