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A Fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Necesitamos Pactos de Estado, no solo programas de gobierno

Hay que llegar a acuerdos transversales en educación, industria –que ya está en marcha– y, sobre todo, innovación

Fachada del Congreso de los Diputados, este viernes.
Fachada del Congreso de los Diputados, este viernes.FERNANDO ALVARADO (EFE)

Pasadas las recientes elecciones y ante la perspectiva de un nuevo Gobierno, creemos que es el momento de reclamar (sí, reclamar) a todos los partidos políticos y de forma muy especial a los dos partidos mayoritarios, llegar a acuerdos en algunos temas esenciales que por su importancia para el bienestar futuro de nuestra sociedad requieren del apoyo de todos para trascender más allá de un período y programa de gobierno y convertirse en Pactos de Estado.

Los Pactos de Estado son importantes porque dan estabilidad y continuidad a las políticas públicas en temas de especial trascendencia para la sociedad en los que se puede y se debe llegar a acuerdos que por su trascendencia impliquen a todos los grupos políticos, especialmente a los más representativos, resguardándolos de los vaivenes de la lucha política partidista.

El primero y más importante es un Pacto de Estado por la Educación y la Formación. En un mundo que evoluciona tan rápidamente, debido en buena medida a la evolución exponencial de las tecnologías digitales, la infraestructura más crítica de un país es su gente, su formación y su capacidad de adaptarse. Para adaptarnos a los cambios necesitamos que las personas tengan una buena formación de base transversal y capacidad de aprender y desaprender para adaptarse a los cambios. Ello solo se conseguirá subiendo los estándares de educación y asegurando una buena educación para todos, al margen de su capacidad económica. Con una enseñanza de calidad que debe basarse en buenos enseñantes, bien pagados y socialmente prestigiados y en un acuerdo transversal no ideológico sobre los contenidos básicos del sistema español de enseñanza y formación.

El Pacto debería incluir todas las etapas de la educación, empezando por las primeras fases de la formación primaria, secundaria y bachillerato, probablemente las más importantes, siguiendo por la formación profesional y la educación universitaria e incluyendo la necesaria formación continua a lo largo de toda la vida.

No es posible seguir viviendo una situación en la que un cambio de Gobierno supone un cambio de enfoque y muchas veces una nueva ley de educación que, por estar influida por aspectos ideológicos, será inmediatamente cambiada cuando cambie el partido o partidos gobernantes. La educación es un tema demasiado importante como para estar sometida a los vaivenes de la política partidista.

El siguiente Pacto de Estado necesario es un Pacto de Estado por la Industria. Nos llenamos la boca hablando de la importancia de la industria, de su impacto en la creación de buenos puestos de trabajo, de los servicios de alto valor que genera a su alrededor y de su importancia para la soberanía estratégica y la interdependencia. La tan mentada reindustrialización debería ocupar un lugar prioritario entre los objetivos estratégicos del país, de nuevo al margen de políticas partidistas.

Este es el pacto que se halla en situación más avanzada. Efectivamente, ya se elaboró hace unos meses un pacto liderado por los interlocutores sociales (patronales y sindicatos), con apoyo de los partidos políticos y el impulso del Ministerio de Industria, cuya consecuencia fue la propuesta de una nueva Ley de Industria actualmente en trámite en el Congreso de los Diputados. Esperemos que la reanudación de la actividad parlamentaria impulse el Pacto y su consecuencia, la nueva Ley de Industria, imprescindible para apoyar la deseada y necesaria reindustrialización.

El tercer Pacto de Estado del que casi nadie habla, los programas electorales casi ignoran, pero su importancia es absoluta para el futuro económico de nuestro país, es el Pacto de Estado por la Innovación. La innovación, y muy en particular la innovación tecnológica, es el elemento más importante para la competitividad de las empresas y, por lo tanto, de un país. Hoy en día, todos los países compiten por atraer el mejor talento y ello solo se consigue fomentando y apoyando a las mejores iniciativas y proyectos. Por ello es imprescindible, si queremos que nuestro país prospere económicamente, tener un sistema económico y social que favorezca la innovación y, de forma muy especial, la innovación tecnológica.

Para ello es preciso tener una voluntad y estrategia de país, fruto de un Pacto de Estado por la Innovación, que se base en una colaboración y un esfuerzo inversor público y privado, un sistema de incentivos internacionalmente competitivo, un entorno legislativo y fiscal favorable e incentivador de la innovación y una utilización inteligente de la demanda, no solo de las instituciones y administraciones públicas (que son el primer actor económico), sino también de las grandes empresas que explotan concesiones públicas, muchas veces en régimen de cuasimonopolios u oligopolios.

La sociedad española ya ha incorporado, afortunadamente, la importancia de apoyar la investigación científica, pero está todavía lejos de hacer suya la importancia de la innovación tecnológica. De hecho, hay un argumento irrefutable y es que los recursos públicos dedicados a la I+D+I deberían generar retornos a los ciudadanos que con sus impuestos los pagan. En ese sentido, hay que tener en cuenta que la ciencia es por su naturaleza global y trabaja por el conocimiento universal del que se beneficia toda la humanidad, mientras que la innovación hecha por las empresas es la que genera retornos territoriales en forma de empleo y creación de riqueza para la sociedad que la financia. Mientras no consigamos mejorar la productividad de nuestro país, seguiremos estando a la cola de Europa en salarios y desempleo. La productividad es la fuente que permite pagar buenos salarios y depende íntimamente de la innovación.

Por todo ello, no hay que olvidar que el agente clave de la innovación es la empresa, institución que hay que mimar porque de su salud dependerá el bienestar económico de nuestra sociedad.

Pedro Mier Albert es presidente de Ametic (asociación de la industria digital de España)

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