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A Fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Arranca una incierta legislatura con algunas dudas disipadas

Junts deja claro que quiere participar en la gobernabilidad; habrá investidura, eso es seguro

Cortes generales
Miriam Nogueras, de Junts, entrega su voto a la presidenta de la Mesa de edad, Cristina Narbona, durante la votación este jueves en sesión constitutiva de las Cortes Generales de la XV Legislatura.Juan carlos Hidalgo (EFE)

Si una palabra envuelve hoy la atmósfera política y partidista de España esa es, incertidumbre. Una incertidumbre que en la mañana del jueves empezó a diluirse mínimamente al salir elegida Francina Armengol en primera votación con el voto de la izquierda y los nacionalistas como presidenta del Congreso de los Diputados, lo que significa, además, ser la tercera autoridad del Estado.

Las incógnitas están presentes. Y el vértigo y la sensación de vértigo va a recorrer una legislatura que no se antoja, a priori, larga. Todo se andará. El voltaje político es de altísima tensión. Por vez primera en nuestra democracia, dos candidatos aspiran simultáneamente a la investidura. Los dos tienen legitimación para hacerlo. Pero con el resultado de la votación de la presidencia del Congreso y de los miembros de la mesa, empiezan a disiparse algunas de esas dudas, máxime de cara a quién propondrá el jefe del Estado como candidato.

De la votación inicial, la sorpresa al final no ha sido tanto el apoyo nacionalista-soberanista, aunque no se sabía si Junts votaría sí o se abstendría en la primera de las votaciones, cuanto que Vox no ha votado a la candidata del Partido Popular. Veremos si hay o no una ruptura real entre PP y Vox. Y si todo ello cambiará el escenario político a futuro.

Esta será una legislatura con enormes dificultades. Cada ley será un mundo para verse aprobada, sobre todo sabiendo que en la Cámara Alta el Partido Popular tiene mayoría absoluta. Ayer Junts, nos dijo algo claro en sus gestos y hechos: quiere participar en la gobernabilidad. Podría haber votado no y dar carpetazo a todo y provocar el camino hacia una irreversible repetición electoral, incierta aún más en sus resultados.

Posiblemente, todo el bloque de izquierda y el nacionalismo es consciente de lo que en verdad se juega si hay repetición y ante la duda, la alianza, aunque de mínimos y de investidura, saldrá adelante. Luego, el día a día, la tensión de la cuerda, la subasta del voto, el conflicto de pareceres e intereses, el bloqueo y la amenaza del bloqueo y el poder ir a unas anticipadas, marcarán el devenir inmediato de una legislatura, que menos aburrimiento, tendrá de todo. Ojalá la responsabilidad y la ejemplaridad de diputados y senadores esté a la altura no de lo esperado, sino de lo exigido.

Se han acabado los juegos, también la finta, el querer y no querer, el aparentar y el ser. Caídas las caretas, todo empieza a asentarse. Las apuestas no han servido. El deseo ni puede ante la realidad ni es un buen compañero de viaje.

Quedan por delante unas semanas de mucha negociación donde nadie querrá luz y taquígrafos, y solo hacer trascender lo que en verdad se quiera hacer trascender. La geometría variable del voto y de cada norma será el denominador común. Habrá investidura. De eso no cabe duda. No dejarán pasar la oportunidad quienes saben que este escenario, sin ser apocalíptico, sí difícil y complejo, no volverá a repetirse. Es el poder. Y a los nacionalismos la cercanía del poder y sentirse necesitados es la sal misma de una vida y modo de entender la política: sus votos son oxígeno y esencia para quienes los necesitan y están dispuestos a pagar o hacer concesiones por el poder.

Será esta una legislatura muy diferente a la anterior, más bien a las anteriores, y en ella esa ejemplaridad que muchos piden y anhelan se quedará en un vano intento. La tensión está garantizada. Como el reproche y la mordacidad vacua. Tal vez este es el sino amargo de hacer política con minúscula en nuestro país. No se piensa en grande, en mayúsculas.

Se aprecia que la política de hoy supone un cierto rejuvenecimiento, lo que es muy importante para el sistema democrático y sobre todo para la participación en la política y los partidos. Generaciones que tienen una enorme responsabilidad para con la res publica. Hay tiempo para la esperanza y para que lo público no permanezca ajeno e indiferente a la sociedad y sobre todo, a los más jóvenes. Es la renovación natural de nombres y personas. Pero la política está viva. Y ayer en el Congreso se evidenció.

Pero las viejas formas de pactar, de consensuar, siguen aún ancladas en pétreos formalismos y rigideces. España es país poco dado a la cultura y normalización del pacto, del encuentro, de la búsqueda de los consensos, de la legitimidad incuestionada de las coaliciones de Gobierno. Demasiadas mayorías absolutas dificultan, cuando no distorsionan, conceptos y concepciones.

Tan lícita es una cosa como la otra, pero sin duda, un sistema democrático, por muy asimétrico que sea, sale fortalecido de la cultura del pacto. Pase lo que pase en unas semanas, todos tienen que pactar, descontada la gran coalición entre los dos más votados. Esta sí sería un revulsivo, pero lo centrífugo y a veces lo centrípeto, o ambos a la vez, lo desterrarán al ostracismo incluso del vocabulario.

La XV legislatura está ya en marcha. Vaivenes y zozobras llaman a las puertas de unas azarosas pendientes. Pero a veces, la gran política solo se hace en escenarios así. Otra cosa es el resultado final y la estabilidad última de un sistema, y con ello de un país y una nación que nunca como hasta hoy ha sido y es, políticamente al menos, tan plural. Luz y sentido común, amén de inteligencia y generosidad deberían estar presentes, porque nos va a todos en ello, gobierne quién gobierne.

Abel Veiga es profesor y decano de la facultad de Derecho de Comillas Icade

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