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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El viejo debate sobre el coste de volar

Aerolíneas y aeropuertos retoman la contienda sobre a quién atribuir responsabilidad por las subidas de los billetes, si a las tasas aeroportuarias o si a la política comercial de las compañías

CINCO DÍAS
Un chico con el equipaje en la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas.
Un chico con el equipaje en la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas.A. Pérez Meca (Europa Press)

La industria aérea fue uno de los sectores más golpeados por las restricciones de movilidad impuestas para luchar contra el Covid 19, una etapa de extrema dificultad cuyos rigores propiciaron un acercamiento entre gestores aeroportuarios y compañías aéreas, unidos por la necesidad común de hacer frente a la pandemia. Pero esa tregua ha quedado atrás y ambas partes han retomado un debate histórico que vuelve a estar muy presente en un contexto de costes inflacionarios: a quién atribuir responsabilidad por las subidas de precios en los billetes, si a las tasas aeroportuarias, tal y como sostienen las aerolíneas, o si a la política comercial de estas, como sostienen los aeropuertos.

El último episodio de esta contienda se ha producido en el contexto de la asamblea anual del Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI por sus siglas en inglés), donde se ha arremetido contra la subida de precios de los billetes y se ha acusado a los reguladores nacionales de poner el foco en la rebaja de las tasas aeroportuarias con el propósito de beneficiar a los consumidores, cuando se trata de una medida que, según los aeropuertos, beneficia a los accionistas de las compañías, no a los viajeros. Por su parte, las aerolíneas, que muy probablemente responderán de forma pública a ese planteamiento, argumentan que la subida de precios corresponde al aumento de costes que ha experimentado la industria, y que incluye los altibajos en el precio del combustible, los costes laborales, las tarifas aeroportuarias y el encarecimiento de la deuda financiera que arrastran desde la pandemia.

Todo ello son razones objetivas, como también es objetiva la recuperación del tráfico aéreo, que ha alcanzado una tasa global del 90% respecto a 2019, lo que ha obligado a las aerolíneas a corregir al alza sus previsiones de ingresos para este año, que ahora cifran en un 10% sobre 2022. Las compañías mantienen una rentabilidad neta todavía residual, del 1,22%, pero que se ha recuperado notablemente respecto a los dos anteriores ejercicios.

La política de precios de las aerolíneas está, en cualquier caso, regida por la ley del mercado y en ese sentido no puede ser sometida al criterio de los reguladores. Cuestión distinta, sobre la que sería interesante y casi obligado reflexionar, es la conveniencia de que las autoridades de competencia examinen con más atención la política comercial de las aerolíneas y su influencia en el alza de precios de los billetes en un contexto europeo que avanza hacia la concentración del sector, con operaciones de integración entre compañías que reducirán el número de actores del mercado y hará más necesaria la supervisión de los precios.

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