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La tribuna de los fondos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La insoportable levedad de las previsiones y la inteligencia artificial

las expectativas económicas son cambiantes, pero el desarrollo de la IA es clave para hacer cualquier pronóstico de mercado

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Logo de Open IAEuropa Press/Contacto/Avishek Das (Europa Press/Contacto/Avishek Da)

Uno de los términos más utilizados para explicar el comportamiento de los mercados en esta primera mitad de 2023 es el de divergencia. Tal vez sea este año como la protagonista de la saga de ficción Divergent, que no acaba de encajar en ninguna de las facciones por tener características de varias de ellas, pero no todas de una sola.

A 2023 se le esperaba como anfitrión de una inevitable recesión, con los mercados deprimidos, los tipos de interés muy elevados y la confianza en mínimos. Hay quien lo pintaba, incluso, como aperitivo de la repetición de los años 70.

Nada de esto está ocurriendo, al menos, no todavía. En su primera mitad, este año nos deja a los mercados de renta variable con revalorizaciones notables, a los mercados de deuda mucho más calmados y con oportunidades interesantes y a una economía, que no solo no ha entrado en recesión, sino que incluso se está comportando mejor de lo esperado. En su última publicación, realizada el pasado mes de abril, el Fondo Monetario Internacional revisaba al alza sus previsiones de crecimiento para Estados Unidos y Europa. De momento, igual que lo son los divergentes de la saga de ficción, la macro y los mercados en 2023, son resistentes a los sueros en forma de subidas agresivas de los tipos de interés y a las previsiones más pesimistas.

De hecho, el mercado se está acostumbrando a convivir con una realidad que cambia rápidamente y a unas previsiones que se acomodan tantas veces como haga falta. Lo hemos visto prácticamente cada semana con el manejo de las expectativas del mercado respecto al nivel de tipos de interés y a las decisiones de los bancos centrales. El mercado ha manejado tipos de interés terminales (el famoso terminal rate de la Fed) de entre el 4,5% y el 6%. Parece que ahora se vislumbra que, finalmente, estaremos entre el 5,25% y el 5,50% en Estados Unidos. La primera bajada de tipos se esperaba para julio de este año, luego fue septiembre y ahora parece que nadie la espera antes de que se estrene 2024.

Respecto a los beneficios empresariales, el mercado lleva ya unos cuantos trimestres esperando que caigan o se desaceleren significativamente, pero la realidad corporativa es tozudamente resistente.

Este entorno de previsiones caducas y de actualización constante de datos me sugería jugar con las palabras del título de la novela de Milan Kundera y titular a este entorno como el de La insoportable levedad de las previsiones, lo que exige estar preparados para lo inesperado o para que lo esperado no se cumpla.

Esta realidad tiene enormes implicaciones para los inversores porque, de momento, 2023 está siendo, contra todo pronóstico, un buen año. Bueno en la superficie, pero si profundizamos en el análisis, está siendo un año con enormes divergencias.

Lo más llamativo es que está convirtiendo en clarísimos ganadores a los perdedores de 2022. La tecnología lidera las ganancias del año, con rentabilidades superiores al 35%, tomando como referencia el índice Nasdaq. En el lado contrario, convierte en claros perdedores a los que más subieron en 2022, como la energía, que se deja en el año más de un 11%. De nuevo, el mercado haciendo lo que más duele y desafiando al posicionamiento de los inversores.

Hablar de lo que está pasando en 2023 nos obliga en este punto a ir un paso más allá. Los índices generales (el MSCI mundial, el S&P 500 o incluso el Nasdaq) no subirían en el año si no fuera por un ramillete de acciones que están volando. No son otras que las Siete Magníficas, como se llama ahora a ese grupo de ganadores compuesto por Microsoft, Amazon, Apple, Meta, Tesla, Alphabet y, cómo no, Nvidia, la ganadora de las ganadoras, que se revaloriza cerca de un 200% en el año. Este grupo de acciones sube, de media, un 45%. Sin ellas, el índice americano no subiría en el año algo más de un 13%, sino que estaría plano. El denominador común de todas ellas son dos siglas: IA, o sea, inteligencia artificial. Después de años en los que la inteligencia artificial ha estado presente en los entornos académico y empresarial, es ahora cuando podemos estar ante el punto de inflexión de lo que puede suponer el desarrollo y las aplicaciones de esta tecnología. Y nadie se lo quiere perder. Lo que está claro es que el que se lo haya perdido, por no haber estado en tecnología, se está quedando muy rezagado en el año.

La inteligencia artificial no es ya una ficción sino una realidad palpable. La asombrosa capacidad de interpretación del lenguaje que muestra ChatGPT es solo la punta del iceberg de lo que está por venir. Negocios, profesiones, maneras de relacionarnos podrán ser transformadas radicalmente o incluso dejar de existir. A los humanos nos cuesta enormemente pensar en términos exponenciales, como afirmaba el físico, Albert Allen Bartlett: “El mayor defecto de la raza humana es nuestra incapacidad de entender la función exponencial”. Esta misma idea ha sido desarrollada por Peter Diamandis, cofundador de Singularity University, que afirma que, cuando una tecnología se vuelve digital, su tasa de crecimiento ya no obedece a una ecuación lineal y esto abre enormes oportunidades. Lo más prudente tal vez sea reconocer que no somos capaces de imaginar el alcance, como no lo supimos en el momento de la irrupción de internet o cuando apareció el primer iPhone.

La gestión de carteras pasa por el corto, el medio y el largo plazo, siendo este último el más importante. Para disfrutar del largo plazo, un requisito importante es la supervivencia, el poder mantenerte en el mercado. Esto nos lleva a recalcar la importancia de tener carteras diversificadas y sin grandes sesgos, pero también que sepan aprovechar las buenas oportunidades que ofrece el mercado. A diferencia de la insoportable levedad de algunas modas, pensamos que todo lo que se mueve alrededor de la inteligencia artificial merece nuestra atención y el interés por entenderlo. También será importante discriminar quiénes serán los ganadores y los perdedores si lo que parece que es acaba siendo. Y no solo en el sector de la tecnología.

Marta Campello es socia y gestora de Abante

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