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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

SVB y financiación de las startups tecnológicas de EE UU

En plena Guerra Fría de internet con China, a nadie le pasaba por la cabeza que Biden fuera a poner en riesgo el ecosistema de Silicon Valley

Silicon Valley (California, EE UU).
Silicon Valley (California, EE UU).GETTY IMAGES

Durante 40 años, Silicon Valley Bank (SVB) estuvo íntimamente unido a la comunidad de venture capital de la cuna y meca del sector tecnológico norteamericano: San Francisco, Silicon Valley. La imbricación era tan profunda, que Michael Moritz, socio de Sequoia Capital, escribió el 12 de marzo para Financial Times, que “SVB era como un querido mercado local, donde las personas que te atendían conocen a los clientes por su nombre, te sonríen… y podías contar con ellos para que cuidaran de los jardines comunes, proveer de bancos de alimentos o acompañar a los ancianos en su soledad”. Hasta que SVB quebró, Sequoia siempre “recomendó a las start­ups abrir una cuenta en SVB”.

Más allá esta narrativa idílica, lo cierto es que el modelo de financiación de SVB a startups tecnológicas funcionó muy bien. Cuando quebró, SVB tenía 209.000 millones de dólares en activos. A 14 de marzo era el decimosexto banco norteamericano por activos. Aparentemente, los 40 años de éxito en Silicon Valley se esfumaron en 40 horas.

En realidad, a pesar del pánico desatado en redes sociales, el colapso de SVB ha sido una demolición controlada. ¿Por quién? Por el regulador, por la Comisión Federal de Garantía de Depósitos (FDIC), por la Reserva Federal (Fed) y por el Gobierno: tanto el presidente Biden como la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, aseguraron en televisión que los “depósitos de los clientes de SVB están garantizados”. El Gobierno americano quería evitar a toda costa el contagio y posterior efecto dominó en el sector financiero, como sucedió en 2007-2009.

A primera vista, sorprende que un banco regional (de California) y sectorial (especializado en startups tecnológicas) haya causado tanto revuelo. ¿El motivo? Que, de los más de 300.000 millones de dólares que financian el ecosistema de startups tecnológicas en Silicon Valley, SVB “tenía en su poder más del 45%”.

El pánico desatado entre las startups cuando, en redes sociales, algunos inversores animaron a los clientes a sacar rápidamente sus ahorros del banco, solo puede justificarse porque esas compañías no tienen activos, porque están empezando y, si necesitan a un banco como SVB, es para pagar nóminas y financiar operaciones. La sangría de depósitos se cortó de raíz cuando el Gobierno americano actuó.

Dando por supuesto que ningún banco puede aguantar un run, pánico (todos sus clientes pidiendo su dinero al mismo tiempo), el Gobierno, la Fed y los bancos regionales han querido evitar que los 300.000 millones que financian a las startups se esfume.

No hay similitud entre lo que ha sucedido con SVB y las quiebras de Bear Stearns y Lehman Brothers, en 2008 y el inicio de la Gran Recesión. Es verdad que, al mismo tiempo que SVB, quebraron dos entidades financieras americanas, Silvergate (sus clientes eran empresas de criptmononedas) y Signature, el mayor criptobanco de EE UU. Ambos sufrieron las consecuencias del colapso en FTX. Credit Suisse, Deutsche Bank… no tienen nada que ver con Silicon Valley Bank. No estamos ante una crisis global financiera, como en 2008.

SVB ha sido rescatado: First Citizens ha comprado los depósitos y activos sanos (56.000 millones de dólares), porque la FDIC ha dado garantías a inversores y ahorradores.

El caso es que SVB era un banco que patrocinaba conferencias tecnológicas, cenas de networking o meetings para encontrar trabajo: los de SVB conocen a todos en el sector tecnológico y quién está contratando.

Mucho se ha escrito ya sobre la caída de SVB. No lo repetiremos. Silicon Valley es un lugar duro para ser banquero. Los dueños de startups pedían dinero a SVB con (solamente) referencias de amigos, pero sin ingresos. Los créditos raramente se aseguraban contra activos físicos (inexistentes). Muchos clientes-startups de SVB fracasaban. Pero la entidad consiguió captar como clientes a casi la mitad de las startups tecnológicas americanas.

Hay 300.000 millones de dólares en juego, destinados a financiar las startups americanas tecnológicas. En plena Guerra Fría tecnológica con China, a nadie le pasaba por la cabeza que el Gobierno de Biden fuera a dejar caer de mala manera a Silicon Valley Bank, ni poner en riesgo el ecosistema de empresas que inyectarán innovación tecnológica a la economía americana en el futuro próximo.

¿La conclusión? Un banco de Carolina del Norte, First Citizens, con 42.000 millones en activos hace tres años, abrió sus puertas el lunes 27 de marzo en las antiguas oficinas de SVB. Un desconocido banco de la ciudad de Raleigh, propiedad de una sola familia, acaba de ser puesto en el mapa en el lugar más chic de EE UU: Silicon Valley. End of story. O no, porque el acuerdo va acompañado de adenda: First Citizens compra los depósitos, créditos y oficinas de SVB con el apoyo de la FDIC. La compra incluye 56.500 millones en depósitos y 72.000 millones en créditos de SVB, con un descuento de 16.500 millones. La FDIC acordó compartir tanto pérdidas de First Citizens, como potenciales ganancias en los créditos comerciales de SVB. La FDIC ayudará a financiar la compra con un crédito de 35.000 millones a cinco años. Además, provee a First Citizens de una línea de crédito de 70.000 millones de dólares, para el caso de que hubiere una potencial fuga de depósitos.

Con tantas garantías, ¿qué puede salir mal? Ojalá todos estuviéramos tan protegidos.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de ‘El New Deal de Biden’

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