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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El rescate bancario compra estabilidad a un alto precio

EE UU no ha sabido atajar el problema de que las entidades sean demasiado grandes para quebrar

Sede de Silicon Valley Bank en Santa Clara, California.
Sede de Silicon Valley Bank en Santa Clara, California.David Paul Morris (Bloomberg)

Los mayores bancos de EE UU están tan atados a la burocracia regulatoria que no podrían provocar una crisis aunque lo intentaran. ¿Pero, y el decimosexto más grande? Esa es una historia diferente, a juzgar por el dramático rescate del sistema financiero del domingo. La rápida actuación de las agencias estadounidenses ha detenido lo que podría haber sido una crisis, pero a un precio.

La quiebra del Silicon Valley Bank ha provocado la intervención durante el fin de semana de la Fed, el Departamento del Tesoro y la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC). Intervinieron para tranquilizar a los depositantes de la entidad, de tamaño medio, y pusieron en marcha un nuevo mecanismo de financiación para las entidades con escasez de efectivo. De paso, también cerraron otro banco en dificultades, Signature Bank of New York.

El paquete en dos partes ayuda a resolver los problemas de SVB y Signature, pero también tranquiliza a los nerviosos depositantes en el sentido de que sus pares aún vivos están a salvo. En primer lugar, la FDIC reembolsará a todos los depositantes de los dos bancos, no solo a aquellos cuyos saldos estén dentro del límite garantizado de 250.000 dólares. En caso de que los activos del banco, tras una venta, estén por debajo del valor de los depósitos, ese coste se repartirá entre todos los bancos asegurados por la FDIC. Es poco ortodoxo, pero necesario. La quiebra de SVB, que dejó a empresas como la firma de criptomonedas Circle sin poder acceder a su efectivo, había enviado una potente señal de que los grandes depósitos no están seguros en los bancos más pequeños. Sin una garantía implícita para todos, el lunes podrían haberse producido nuevos pánicos bancarios.

En segundo lugar, la Fed empezará a prestar a los bancos contra ciertas inversiones que mantienen, pero basándose en el valor nominal de los títulos, no en sus precios de mercado. En otras palabras, los bancos que necesiten recaudar efectivo no tendrán que vender bonos del Tesoro o deuda respaldada por la Fed con pérdidas, como hizo SVB, siempre que estén en condiciones razonables. De nuevo, se trata de una ruptura con la norma. La Fed suele aplicar un recorte de valoración a los activos que los bancos quieren tomar prestados a través de su ventanilla de descuento. Y aunque el nuevo Programa de Financiación Bancaria a Plazo, con un coste de alrededor del 5%, es mucho más elevado que el casi nulo que pagan los bancos por la mayoría de sus depósitos, no es en absoluto punitivo.

Como siempre, las medidas anticrisis están ahí para ser vistas, no para ser utilizadas. Si los depositantes creen que van a ser rescatados incondicionalmente, no tienen necesidad de provocar un pánico. Y si el banco no se enfrenta a un pánico, no debería de tener necesidad de vender activos a toda prisa. En ese sentido, los reguladores pueden decir que han hecho lo que era necesario.

Sin embargo, todo esto tiene un precio. Las autoridades han demostrado que no han sabido atajar el problema de que los bancos sean demasiado grandes para quebrar. La legislación posterior a la crisis de 2008 se diseñó para que las grandes empresas pudieran, en teoría, hundirse sin llevarse por delante todo el sistema. Los bancos más grandes están obligados a redactar los llamados testamentos vitales; los examinadores estudian minuciosamente cada una de sus operaciones; ni siquiera sus mensajes de WhatsApp están a salvo de miradas indiscretas. Los bancos más pequeños –incluidos SVB y Signature, cuyos activos combinados eran solo una décima parte del tamaño de JP Morgan– recibieron una carga regulatoria mucho más ligera, por razones tanto pragmáticas como políticas. En retrospectiva, puede haber sido un error.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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