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El Foco
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Por qué (realmente) es necesaria una reforma del mercado eléctrico?

Acometer un cambio de tal calado no se justifica por las consecuencias de un cisne negro. Hay problemas que aconsejan la revisión, pero no son los que se están señalando

Una persona pasa cerca de varias torres eléctricas en Madrid.
Una persona pasa cerca de varias torres eléctricas en Madrid.Paul White (AP)

En los últimos meses se ha comenzado a promover desde distintos frentes la necesidad de realizar una reforma del mercado eléctrico, en parte, debido a la situación de altos precios que hemos visto en el mercado. La causa de este precio elevado es consecuencia de los altos precios del gas natural y del CO2, y se han convertido en el foco de atención para promover la potencial reforma del mercado. De hecho, la propuesta publicada por el Gobierno español se centra en este hecho y busca acabar con estos precios elevados del mercado diario de electricidad, cambiando las reglas del mercado para conseguir este objetivo. Esto, en mi opinión, es por tanto una sobrerreacción a una situación coyuntural, que supone un cambio estructural que avale la reforma.

Para justificar la reforma del mercado, el Gobierno afirma que el mecanismo actual de precios no va a ser capaz de generar un escenario de precios eléctricos asequibles estables a futuro. Para sostener esta afirmación, explican que los generadores basan sus ingresos en el mercado diario para ser rentables. Sin embargo, la mayor parte de la generación en España se encuentra bajo contratos bilaterales, con coberturas de riesgo, subastas del propio gobierno o Power Purchase Agreements (PPAs), por tanto, la inmensa mayoría de la generación no recibe ingresos directamente del mercado. Prueba de ello ha sido que, debido a esta venta a plazos, el real decreto 17/2021 de la minoración de ingresos apenas ha recaudado 430 millones de euros, lo que demuestra que hay poca venta indexada a mercado fuera del precio voluntario para el pequeño consumidor (PVPC). Los datos, por tanto, prueban que en realidad la mayoría de la energía está siendo vendida a plazos y los generadores no basan sus ingresos en el mercado diario.

Esto nos hace pensar que no hay fallos del mercado en cuanto a la liquidez de futuros. El caso es que los agentes no han necesitado tener coberturas de riesgo vía mercado organizado de más de dos o tres años, y menos aún tener que soportar los costes financieros de las mismas, dado que tenían alternativas en mercados no organizados y a través de coberturas naturales del riesgo de los contratos bilaterales. Además, hay que entender que históricamente la volatilidad del mercado ha sido muy baja, lo que tampoco ha incentivado el desarrollo de estas coberturas: no había motivos para prever que se produciría una volatilidad como la actual. A futuro, es de esperar que las políticas de riesgos de las empresas cambien y busquen una mayor estabilidad de precios. Pero no se puede justificar una reforma de tal calado, como es la reforma del mercado eléctrico, por las consecuencias de un cisne negro.

Otro argumento de la propuesta del Gobierno es que el mercado actual no incentiva la inversión en renovables. Sin embargo, los hechos niegan esta afirmación. Como hemos visto en estos últimos años, el desarrollo de renovables se puede desarrollar vía PPA, y la canibalización de la renovable se corregirá con el desarrollo del almacenamiento y la gestión de la demanda. De nuevo, una alternativa para reformar el mercado eléctrico y para incentivar el desarrollo de renovable sería fomentando la firma de PPAs o la bilateralización de la oferta y demanda. Pero el Gobierno no debería ser la única contraparte para este desarrollo.

Todo esto hace pensar que los argumentos que avalan la reforma del mercado, tal y como se está planteando hoy, buscan una solución parche para reformar la tarificación de precios en tiempos y formas. Los altos precios del mercado diario han dejado desprotegidos a los consumidores que tenían la tarifa regulada 100% ligada al precio del mercado, mientras que el resto de los consumidores se veían protegidos por las tarifas a precio fijo o los contratos de largo plazo. Esta situación, en mi opinión, es la que hace al Gobierno confundir al mercado eléctrico, que tiene una gran complejidad, con el mercado diario. El mercado diario de electricidad, es solo una pieza del mercado eléctrico y cada vez es menos relevante. Pero el Gobierno se ve impactado por el mal diseño de la tarifa regulada y no es capaz de acechar la totalidad del problema al que nos enfrentamos.

¿Esto significa que no se necesite una reforma del mercado eléctrico? Mi opinión es que no. El mercado eléctrico tiene que ser adaptado a la transición energética, dando incentivos que permitan alcanzar los objetivos de electrificación y descarbonización. Pero estas adaptaciones, que no reformas, no deberían venir motivadas por las razones que esgrime el Ejecutivo. Por ello, antes de proponer reformas del mercado eléctrico que pueden tener consecuencias indeseadas, sería importante abordar la casuística del mercado eléctrico por completo. Una vez hecho esto tendremos que definir los objetivos a alcanzar y plantear soluciones claras: estructurando los desarrollos del modelo de mercado actual para alcanzar estos fines evitando efectos colaterales que entorpezcan la transición energética.

Luis del Barrio es Principal en Arthur D. Little

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