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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El futuro de las redes digitales europeas depende de un modelo justo de financiación

Lo que está en juego es cómo asumirá Europa la sostenibilidad de un modelo que exige un constante esfuerzo inversor por parte de las grandes operadoras comunitarias

CINCO DÍAS

La decisión de Bruselas de abrir una consulta pública para estudiar si los gigantes de internet, como Google, Meta o Netflix, deben colaborar en la financiación de las nuevas redes digitales, como el 5G o la fibra, ha abierto la caja de Pandora en torno a una cuestión que lleva años generando un fuerte malestar en el sector de las telecos europeas. El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, aprovechó ayer la sesión inaugural del MWC23 en Barcelona para tratar de acercar posturas entre los operadores comunitarios y las big tech estadounidenses al aludir a una “participación justa” por parte de ambas en los cuantiosos desembolsos que exigirán las nuevas redes comunitarias. Breton descartó, en un ejercicio más voluntarista que realista, que la consulta para buscar esa fórmula equitativa suponga desencadenar una batalla entre las telecos y los gigantes de internet.

Tanto José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, como Christel Heydemann, CEO de Orange, defendieron ayer con firmeza la necesidad de que las multinacionales de internet contribuyan a financiar unas redes que utilizan de forma masiva. El sector lleva años demandando ante Bruselas un marco regulatorio que tenga en cuenta la importante aportación que han realizado en los últimos años al proceso de digitalización de la economía comunitaria mediante multimillonarias inversiones en infraestructuras de comunicación y que obligue a las big tech a participar en la abultada factura que supone el desarrollo de las redes.

La cuestión fundamental que Bruselas ha puesto sobre la mesa con la consulta es cómo asumirá Europa la gravosa sostenibilidad de un modelo de infraestructuras que exige un constante esfuerzo inversor por parte de las grandes operadoras comunitarias que estas no quieren seguir asumiendo en soledad. La decisión de la CE de coger finalmente el toro por los cuernos hace prever que la batalla será dura y que la búsqueda de un reparto equitativo resultará compleja. Aunque puedan plantearse posibles dificultades técnicas para imponer un peaje a las compañías de internet –unas de las fórmulas que se barajan para que estas compartan los gastos– Bruselas debe buscar una respuesta efectiva a un problema que, como el propio Breton reconoció ayer, tiene connotaciones que tienen que ver no solo con la estrategia, sino también con la equidad. El músculo inversor que han ejercitado en los últimos años las grandes telecos ha beneficiado al conjunto de la economía de la UE y el futuro de la agenda digital depende de que ese esfuerzo no decaiga. Hay argumentos suficientes para buscar con empeño y eficiencia una solución.

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