Por qué es importante seguir invirtiendo cuando nos hemos jubilado
El incremento de la esperanza de vida y el efecto de la inflación, claves para seguir gestionando el patrimonio y vivir de las rentas
Este lunes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicaba su informe Pensión Markets in Focus 2024, en el que ponía de manifiesto que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social de nuestro país, la conocida como hucha de las pensiones, apenas representaba el 0,4% del PIB a cierre de 2023, lo que nos sitúa a la cola del resto de los 18 países del informe.
Tal y como explican en El País, la OCDE destaca también la importancia de “garantizar que las personas tengan acceso a una renta de jubilación adecuada y de adoptar fórmulas innovadoras, como la mutualización de riesgos y la posibilidad de disponer del valor de la vivienda propia”.
El debate sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones español no es nuevo y ha venido acompañado de diferentes reformas y acuerdos que han ido cambiando cómo nos jubilamos en España, de qué forma podemos acceder a la pensión de la Seguridad Social y cómo complementarla con nuestro ahorro privado.
De esta última parte hay que destacar cómo se ha ido reduciendo la cantidad que podemos aportar a los planes de pensiones individuales hasta los 1.500 euros en favor de los planes de pensiones de colectivos o de empresa, cuyo límite es 8.500 euros.
Tras las últimas reformas y acuerdos, lo que se ha tratado de incentivar es el retraso de la jubilación más allá de la edad legal de retiro y, también, que cada vez haya más personas que quieran seguir en activo compatibilizando el trabajo con parte de la pensión mediante alguna de las fórmulas que existen, como la jubilación activa, parcial o flexible.
Por ejemplo, en 2025, y siguiendo con la normativa progresiva, habrá que trabajar más para poder jubilarse cobrando el 100% de la pensión pública. Para poder jubilarse a los 65 años habrá que tener cotizados al menos 38 años y 3 meses. Para quien no tenga esos años cotizados, se retrasa en dos meses hasta los 66 años y 8 meses, la edad legal para poder jubilarse.
Otra novedad que llegará con el nuevo año es lo que van a cobrar mensualmente los jubilados. Con la revalorización conforme al IPC, se estima que las pensiones contributivas suban un 2,8% en 2025. Así, tal y como publican desde la Revista de la Seguridad Social, “un pensionista que perciba una pensión de 1.441 al mes (coincidente con la pensión media de jubilación de 2024) pasará a recibir en 2025 una pensión de 1.481,35 euros mensuales, lo que supone un incremento anual de 564,87 euros”.
Nuevo escenario, nuevas formas de gestionar el patrimonio
Al margen de los cambios que llegarán el próximo mes, lo cierto es que, a la hora de pensar en la jubilación, hay un factor que no podemos pasar por alto: la longevidad. España es uno de los países en los que más se está alargando la esperanza de vida y la calidad de esos años de más que vivimos. En concreto, según el INE, la esperanza de vida al nacer para las mujeres fue de 85,7 años en 2022 y de 80,24 años para los hombres. Y las proyecciones sugieren que el porcentaje de población de 65 años y más, que actualmente se sitúa en el 20,4% del total, alcanzaría un máximo del 30,5% en torno a 2055.
¿Qué quiere decir esto? No solo vamos a vivir más años, sino que, si no retrasamos sustancialmente la edad en la que nos retiramos, vamos a pasar un tercio de nuestra vida como jubilados. Esto nos obliga, en la mayoría de los casos, a gestionar activamente nuestras finanzas durante esa etapa, teniendo en cuenta que la pensión pública suele ser inferior al salario y que es probable que tengamos más gastos a medida que nos vayamos haciendo más mayores.
Se suele creer que cuando nos jubilamos es el momento de empezar a reembolsar nuestras inversiones, rescatar el plan de pensiones y vivir con ese dinero que hemos ido ahorrando e invirtiendo a lo largo de nuestra vida. Pero ¿qué ocurre si vivimos más de lo previsto y nos quedamos sin dinero?
Gestionar activamente nuestro dinero cuando estamos en la etapa pasiva, explorar nuevas fórmulas para obtener liquidez y poder vivir de las rentas es fundamental para ganar tranquilidad e independencia económica. Como en todas las etapas de la vida, hacerlo de la mano de un asesor financiero que nos ayude a calcular qué cantidad es la que realmente necesitamos para vivir en función de nuestros objetivos, preocupaciones y de nuestra situación familiar es fundamental, pero a partir de los 65 años se vuelve más importante porque contamos con menos margen de maniobra.
En la etapa pasiva no podemos pasar por alto el efecto que va a tener la inflación en nuestro bolsillo. Y es que, si reembolsamos nuestras inversiones para empezar a vivir de esas rentas, pero no mantenemos nada invertido, iremos poco a poco perdiendo poder adquisitivo a medida que pasan los años. ¿Somos realmente conscientes de cómo nos puede afectar la inflación?
Por ejemplo, si el próximo 22 de diciembre nos tocan los 400.000 euros del primer premio de la Lotería de Navidad, tras quitar la parte de Hacienda, nos quedarán 328.000 euros. Si no invertimos ese dinero, y teniendo en cuenta el objetivo del 2% de inflación que persigue el Banco Central Europeo, esa cantidad equivaldría a unos 220.735 euros (actuales) pasados 20 años.
Si nos toca el premio con 60 años, ¿nos da para vivir de las rentas el resto de nuestra vida? Si queremos vivir hasta los 90 años con una renta mensual de 2.000 euros, necesitaríamos 3,15 décimos premiados con el ‘Gordo’ (1.261.384 euros). Si acudimos al mercado financiero e invertimos buscando una rentabilidad del 3%, necesitaríamos 2,05. Si asumimos más riesgo, para aspirar a un 6% de rentabilidad, necesitaríamos 576.960 euros, es decir, 1,44 décimos.
Seguir invirtiendo y asumiendo riesgo, en función de nuestra tolerancia, horizonte temporal y objetivos, sigue siendo importante cuando nos acercamos a la edad de jubilación o ya nos hemos jubilado. En función de nuestras circunstancias, nos convendrá más seguir invirtiendo en fondos de inversión, por ejemplo, o mantener nuestro plan de pensiones o, quizás, invertir en fondos de private equity.
Para saber qué estrategia de inversión es la más adecuada, debemos hacer un ejercicio de planificación financiera que parta de nuestras necesidades y circunstancias personales, que tenga en cuenta nuestros objetivos y cómo queremos transmitir nuestro patrimonio a nuestros herederos.
Puede que, por ejemplo, nos interese constituir una renta vitalicia para cubrir el riesgo de longevidad y aplicarnos el beneficio fiscal si tenemos más de 65 años y plusvalías por la venta de un activo inmobiliario o financiero. O podemos necesitar monetizar nuestra vivienda habitual y explorar si nos encaja la hipoteca inversa, la venta de la nuda propiedad o el alquiler inverso. El abanico de soluciones es amplio, pero siempre dependerá de nuestra situación personal y de nuestros planes de futuro.