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Las claves del BCE: de la expansión fiscal a las consecuencias de las sanciones a Rusia

El gasto público y la inversión de las empresas en la IA está impulsando el crecimiento en la zona euro, lo que deja las perspectivas de tipos en el limbo

No news is good news. La ausencia de novedades en la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, que este jueves dejó sin cambios los tipos de interés en el 2%, es una buena noticia. No solo porque el BCE se siente cómodo con los niveles de inflación actuales en la zona euro, en el 2,1% en noviembre, sino porque el banco central ha mejorado además sus previsiones de crecimiento respecto a septiembre, lo que dibuja para 2026 un horizonte sin cambios en el precio del dinero, tal y como anticipan los inversores. Christine Lagarde, presidenta del BCE, reveló que la decisión de mantener los tipos en el 2% se tomó por unanimidad y sin debatir siquiera la posibilidad de un alza o una rebaja. Las incertidumbres persisten pero son ahora mucho más llevaderas para el BCE.

Impulso fiscal y más crecimiento

El impulso fiscal es una de las claves del crecimiento previsto hasta 2028 por el BCE. “Se prevé que el crecimiento anual del PIB real alcance una media del 1,3 % durante el horizonte de proyección, respaldado por el crecimiento de la renta disponible real, la disminución de la incertidumbre, la sólida demanda exterior y los estímulos fiscales relacionados con el gasto en defensa e infraestructuras”, explica el banco central. Ese impulso fiscal, que liderará Alemania, tendrá un efecto acumulado en el crecimiento del PIB de la zona euro del 0,5% en 2028, con un mayor impacto en 2026 y 2027, según estima el BCE.

En un año tan convulso como 2025, el BCE ha podido acabar el ejercicio con una revisión al alza de sus previsiones de crecimiento hasta 2028. Espera que la zona euro crezca este año al 1,4%, frente al 1,2% calculado en septiembre; al 1,2% en 2026 (antes el 1%); al 1,4% en 2027, desde el 1,3% de la estimación anterior, y al 1,4% en 2028, en el primer cálculo ofrecido para ese ejercicio. ¿A qué se debe esta mejoría frente a septiembre? Lagarde ha confesado haberse encontrado dos sorpresas. Por un lado, el incremento en la inversión en la zona euro, no solo pública sino también privada. Y no solo de las grandes corporaciones, sino también entre las pymes. Se trata de inversiones ligadas sobre todo al desarrollo de la inteligencia artificial, según ha explicado Lagarde.

Por otro lado, el BCE se ha encontrado con una mejoría en las exportaciones, en especial en el sector químico y farmacéutico, bajo la amenaza de aranceles de EE UU durante buena parte del año. Así, muchas compañías habrían impulsado sus ventas al exterior en previsión de las tarifas. El BCE también explica que el arancel efectivo de EE UU sobre las exportaciones de la zona euro que aplica en sus estimaciones ha descendido al 12,1%, frente a las 13,1% de las elaboradas en septiembre.

El dilema de los activos rusos

El uso de los 200.000 millones de euros de las reservas soberanas rusas inmovilizadas por las sanciones de la UE para financiar la reconstrucción de Ucrania ha sobrevolado sobre la reunión. Dichas reservas están alojadas en Euroclear (con sede el Bélgica) y sobre la mesa están los riesgos de complicaciones legales y riesgos para la estabilidad financiera. A preguntas de los periodistas, Lagarde ha señalado que “nuestra labor como banco central es determinar que cualquier decisión que tomen los líderes (de la UE) respete el Tratado (de la UE), respete el Estado de derecho internacional y no perjudique la estabilidad financiera. Más allá de eso, es algo que queda fuera de nuestro ámbito de competencia”.

Tipos en zona de confort, que pueden subir o bajar

Lagarde ha confirmado que los tipos en la zona euro están en el nivel adecuado, aunque ha querido dejar claro “que todas las opciones están sobre la mesa”, asegurando además que hay unanimidad en el Consejo de Gobierno en que los tipos podrían subir o bajar en el futuro. La presidenta del BCE no se ha querido alinear con las palomas, favorables a un posible recorte adicional, y no ha cuestionado tampoco a los halcones, después de que Isabel Schnabel haya advertido de que las subidas podrían llegar “antes de lo que muchos creen”. “A todo el mundo le gustaría una orientación futura [forward guidance], pero con el grado de incertidumbre actual no podemos ofrecerla", ha zanjado Lagarde.

Esas incertidumbres tienen que ver con la geopolítica, con la posibilidad de que China inunde la zona euro de productos baratos en caso de guerra comercial con EE UU, y con la guerra de Ucrania. Y pueden modificar tanto al alza como a la baja las previsiones de inflación y crecimiento. Por ejemplo, un euro mucho más fuerte, por encima de los 1,25 dólares, restaría dos décimas al crecimiento en 2027 y 2028, y rebajaría en hasta tres décimas la inflación.

El BCE contempla en sus estimaciones un euro en los 1,16 dólares de media hasta 2028 —frente a los 1,13 de sus estimaciones para 2025— y un petróleo más barato, en los 62,5 dólares en 2026 y 2027 desde los 69,2 de media en su escenario para este ejercicio.

Sucesión en el horizonte

El mandato de Christine Lagarde en la presidencia del BCE concluye en octubre de 2027 y ya comienza a surgir revuelo sobre su sucesión. “No tengo ningún candidato favorito. Hay muchos buenos candidatos. Y habrá más en el futuro. Veo muy satisfactorio que tanta gente quiera mi trabajo. Es un gran trabajo. Sientes que importas y tienes impacto en la vida de la gente”, afirmó Lagarde. La banquera incluso se mostró partidaria de analizar la normativa actual que impide que un miembro del comité ejecutivo no pueda ocupar la presidencia si eso supone la prolongación de su actual mandato. Esa limitación frenó las aspiraciones del francés Benoît Cœuré para suceder a Draghi y las de Christian Noyer para suceder a Wim Duisenberg. “Habría que analizar la cuestión de nuevo, ver qué es posible y qué no”, afirmó Lagarde. Una posible reforma legal podría despejar el camino a la presidencia a Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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