Siemens Energy, Rheinmetall o Coinbase: cómo los bonos convertibles pueden dar rendimientos de hasta el 485%
Este instrumento paga intereses más bajos que la deuda corporativa tradicional, pero puede subir como una acción si la cotización bursátil del emisor se dispara. Suelen ser vehículos de inversión emitidos por compañías en fase de crecimiento porque se financian a costes más bajos


La relativa seguridad de la renta fija con las posibilidades de rentabilidad de la Bolsa son los ingredientes del cóctel de la deuda convertible. Aunque su naturaleza mixta hace que encontrar oportunidades claras sea difícil (en el mercado no se regala nada), hay casos de éxito. El más brillante en los últimos tiempos es el de Rheinmetall, el gigante alemán del sector de defensa, que emitió un convertible por 500 millones de euros en enero de 2023. La condición fue que el bono podía transformarse en acciones si el precio de la cotización en Bolsa superaba los 309 euros (la acción cotizaba por entonces en 225). Ahora bien, dos años después, cada título supera los 1.800 euros, un alza del 685% dentro de un sector de defensa disparado por las amenazas de Donald Trump de reducir el compromiso militar estadounidense con Europa. El aburrido bono que daba un 2,25% al año ofrece ahora una rentabilidad del 485%.
La subida en Bolsa de Rheinmetall ha hecho que “esa deuda se esté comportando más como una acción que como un bono”, explica Salvador Díaz, gestor en Asesores Financieros Internacionales (Afi). El analista señala que una de las ventajas de este tipo de vehículo de inversión es que es “una forma de invertir en Bolsa con riesgo limitado”. Todo por su naturaleza híbrida: “Es comprar un bono y, de paso, una opción de compra sobre las acciones de la empresa”, explica. Pero para recibir hay que dar: este tipo de deuda otorga un interés algo por debajo del precio de mercado solo por la garantía de poder convertirlo en acciones.
Aquí hay otros dos ejemplos. El primero es de Siemens Energy, la energética alemana, que emitió deuda convertible con un cupón del 5,6% en septiembre de 2022. Desde entonces, el grupo avanza en Bolsa un 518%, por lo que la deuda de la compañía ya se comporta más como un activo de renta variable y deja rentabilidades de hasta el 397% a la fecha. Los retornos son tentadores, pero no existe una fórmula mágica. Roberto Scholtes, jefe de estrategia en Singular Bank, advierte de que estos instrumentos “no ofrecen ventajas obvias respecto a los fondos mixtos o a una combinación directa de bonos y acciones”, pues el universo de inversión es muy limitado: “Hay pocas compañías que emiten convertibles. Y muchas están concentradas en sectores específicos o en situaciones financieras delicadas”, apunta el experto.
Por eso el segundo caso es quizá el más frecuente en este universo de inversión. Se trata de un bono de Coinbase, la plataforma estadounidense para compra y venta de criptomonedas. La revalorización de esa deuda está en el 10% a la fecha (fue emitida en marzo de 2024 con un cupón del 0,25%). Solo cuando Trump ganó la presidencia y cuando Bitcoin tocó por primera vez los 100.000 dólares, el bono se comportó como una acción, pues Coinbase subió en Bolsa, impulsada por el Trump Trade y la fiebre cripto. En el pico alcanzado tras esos acontecimientos, la plusvalía ofrecida por dicho bono tocó el 32,5%.
La alta rentabilidad de este tipo de deuda está condicionada a que la acción suba mucho, ya que “la prima media de conversión supera el 50% del precio inicial de la cotización”, explica Scholtes, lo que significa que el inversor solo gana significativamente si el valor se dispara. Mientras tanto, el cupón que pagan —actualmente en torno al 1,35% en Europa—, está muy por debajo del interés medio de los bonos ordinarios (3,1%) o incluso del dividendo medio de las acciones europeas (3,4%). “Muchos inversores aceptan cupones exiguos sin darse cuenta de que podrían obtener mayores ingresos con un bono ordinario o con acciones que reparten dividendos”, explicita Scholtes.
Para Uli Sperl, gestor de carteras en UBS Asset Management, los bonos convertibles pueden equilibrar las carteras, especialmente en un entorno tan incierto como el actual: “El perfil de rentabilidad-riesgo es muy atractivo a largo plazo, con retornos similares a los de la renta variable, pero con menor volatilidad”, defiende. En su opinión, este tipo de deuda permite participar más en los escenarios positivos que en los negativos. Y señala que los convertibles cotizan hoy a valoraciones razonables que podrían beneficiarse de un repunte en la actividad de fusiones y adquisiciones. La apuesta de UBS pasa por la gestión activa y sin restricciones sectoriales, así logran “un mayor acceso a nuevas emisiones”.
Se trata de un mercado de nicho, con poca visibilidad, por lo que gestionar este vehículo es todo un reto, incluso para fondos especializados. De hecho, de los productos comercializados en España dedicados a ese mundo, el más rentable ha obtenido un retorno máximo del 16,5% en el último año, según datos de Morningstar. Y aunque para el emisor implica financiarse más barato, uno de los riesgos que asume es la dilución futura del capital. Emitir un bono convertible también exige equilibrio: hay que convencer al mercado de que el proyecto tiene potencial, pero sin regalar la conversión desde el inicio. Díaz señala que “es atacar el mundo de acciones y el de deuda a la vez, y eso, incluso para profesionales, puede ser desconcertante”.
La última compañía en emitir un bono de este tipo es la minorista de videojuegos estadounidense GameStop, que anunció este jueves una colocación por 1.750 millones de dólares. El bono, con vencimiento a 2032 y sin pagar intereses —un cupón cero en toda regla—, permitirá a los inversores convertirlo en acciones si el precio sube hasta los 28,55 dólares, un 4,6% más que a lo que cotiza hoy. Pero el mercado castigó el movimiento y las acciones de GameStop cayeron hasta más de un 13% en la preapertura de Wall Street. Una señal de que, aunque los convertibles prometen mucho sobre el papel, su éxito rotundo depende del ánimo inversor.
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