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Inversión

Reino Unido y Japón, dos islas a salvo del terremoto bursátil y en el epicentro de las apuestas de los analistas

La incertidumbre comercial y el temor a una recesión en EE UU empujan a los inversores hacia mercados que combinan valoraciones atractivas, reformas estructurales y menor exposición al conflicto arancelario

Gema Escribano

La victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre fue recibida con entusiasmo por los inversores. Sus promesas de desregulación e impulso fiscal parecían la gasolina perfecta para prolongar el rally bursátil de Wall Street. Sin embargo, la euforia duró poco. Ya en la Casa Blanca, el presidente centró su discurso en el proteccionismo, provocando un giro de mercado. “Después de una prolongada subida en las valoraciones de la renta variable, era inevitable un punto de inflexión”, apunta Jumana Saleheen, economista jefe de Vanguard Europa.

El órdago proteccionista de Trump ha desestabilizado el orden económico global, disparando la volatilidad y arrastrando a las Bolsas a fuertes caídas. Con el fantasma de la estanflación sobrevolando a la primera economía del mundo, los inversores han acelerado la venta de activos estadounidenses mientras engrosan sus posiciones en oro y liquidez, a la espera de oportunidades más claras. Con señales incipientes de recesión, Wall Street ya no es el destino favorito del capital global. “A finales del año pasado, sugerimos a los inversores que comenzaran a diversificar carteras fuera de EE UU y los acontecimientos recientes (DeepSeek, la situación fiscal europea y las tensiones comerciales) han reforzado esta opinión”, señalan los analistas de Citi. A la espera de ver cómo evolucionan las negociaciones entre EE UU y sus socios comerciales para evitar una guerra comercial, los expertos del banco escogen a la renta variables japonesa y británica como una de las opciones más atractivas a corto plazo. “Japón también tiene más probabilidades que otros de ver una reducción de los riesgos arancelarios de EE UU”, subrayan.

El país asiático ha sido de los primeros en sentarse a negociar con la Administración Trump. El principal negociador comercial japonés viajó la semana pasada a Washington con el objetivo de suavizar la presión arancelaria, que ya incluye un gravamen del 10% en vigor desde el 5 de abril, además de la amenaza de nuevos aranceles del 24% y 25% al sector del automóvil. Aunque no se han cerrado acuerdos concretos, la participación directa de Trump en las conversaciones es vista como un avance. Los gestores aún recuerdan, además, la experiencia de 2019, cuando el entonces primer ministro de Japón, Shinzo Abe, consiguió la moderación de algunas restricciones sobre productos agrícolas estadounidenses y un acuerdo sobre comercio digital. “El enfoque conciliador de Japón para buscar puntos en común con EE UU le ha permitido asegurar una posición privilegiada en las negociaciones comerciales, y es probable que el país haya superado el punto álgido de las preocupaciones arancelarias”, sostiene Louis Chua, analista de renta variable asiática para Julius Baer. Pero más allá del entendimiento entre ambas potencias, el experto considera que el mercado nipón cuenta con atractivos suficientes para atraer la atención de los gestores.

En diciembre, el Gobierno japonés aprobó un presupuesto récord de 115,5 billones de yenes (unos 710.000 millones de dólares), enfocado en estimular la inversión y el crecimiento, en contraste con la estrategia de EE UU, más centrada en restricciones. Además, la política monetaria sigue siendo acomodaticia: tras abandonar los tipos negativos en 2024, el Banco de Japón mantiene las tasas en apenas el 0,5%, frente al 2,25% de la eurozona y el 4,5%-4,25% de EE UU. El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, ha admitido que el proteccionismo estadounidense ha llevado a la economía japonesa a un “mal escenario” que podría requerir nuevas medidas. En una entrevista con el diario japonés Sankei, Ueda reiteró que continuará elevando el precio del dinero si se cumplen las perspectivas económicas, pero dejó la perta abierta a un cambio su la situación se recrudece.

Pese al contexto global adverso, Julius Baer ve en Japón un ciclo virtuoso: crecimiento moderado de la inflación, subidas salariales del 5% durante al menos dos años, y expansión de márgenes empresariales. A esto se suma la transformación del gobierno corporativo. En abril de 2023, la Bolsa de Tokio envió un documento a las cotizadas para acabar con los descuentos y las obligaba a presentar una lista de medidas para mejorar la asignación de capital e impulsar el precio. “En un contexto de recompras récord, prevemos que los esfuerzos de las empresas por impulsar la rentabilidad a largo plazo para los accionistas y la creación de valor se acelerarán y ampliarán su alcance”, subrayan en Julius Baer.

Los cambios de gobierno corporativo para mejorar la transparencia y la responsabilidad de las empresas con los accionistas han ayudado a atraer la atención de los grandes inversores como Warren Buffett. El Oráculo de Omaha, que a finales de 2024 se lamentaba de no encontrar opciones atractivas en las que invertir su abultada liquidez (334.201 millones de dólares), lleva varios ejercicios señalando a los conglomerados japoneses como una de sus principales apuestas. A través de Berkshire Hathaway, a cierre del pasado ejercicio, mantenía posiciones en Itochu, Marubeni, Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo.

Los analistas consideran que las acciones japonesas cotizan a un nivel atractivo y siguen arrastrando un descuento del 20% pese a haber demostrado un crecimiento de beneficios superior al de los principales mercados bursátiles. Desde Julius Baer fijan como objetivo a medio plazo para el Nikkei los 40.000 puntos. Es decir, le dan un potencial del 22%. La subida de los últimos días ha permitido al índice japonés recuperar gran parte de lo perdido desde el pasado 2 de abril. El Nikkei se deja un 3,7% desde el llamado Día de la Liberación, por debajo del 6,4% del S&P 500 o el 6% del Stoxx 600.

Reino Unido, la opción más atractiva del Viejo Continente

Europa vuelve a atraer la atención inversora. El plan de gasto anunciado por Alemania a inicios de marzo impulsó las Bolsas del Viejo Continente en el primer trimestre de 2025. Aunque el giro proteccionista de EE UU ha frenado ese ímpetu, el mercado británico emerge como una opción sólida. Reino Unido no ha quedado al margen de las amenazas proteccionistas, pero el castigo que pretenden infligir EE UU es menor. A la tasa universal del 10% se suma un arancel recíproco del 10%, sensiblemente inferior al 20% que pesa sobre la Unión Europea.

“Los valores de gran capitalización de la zona euro están muy expuestos al comercio global”, advierte Raphael Olszyna-Marys, economista de J. Safra Sarasin. En su caso, el experto considera que la opción más atractiva es la Bolsa británica. “Reiteramos nuestra preferencia por la renta variable de Reino Unido, que tiene escasa exposición al comercio mundial, pero con un sesgo defensivo y de valor”, destaca.

Ben Richie, de Aberdeen Investments, coincide: “La renta variable británica estaba históricamente barata incluso antes de la fuerte caída de los últimos días. El pronunciado descenso solo ha hecho que resulte más atractiva”. El experto considera que dentro del FTSE existe un buen puñado de valores con rentabilidades por dividendo cercanos a los dos dígitos que cuentan con unos balances sólidos. A ello se suman la fuerte representación de mineras, objeto de deseo en un contexto en el que las tierras raras se han convertido en materiales estratégicos, y compañías vinculadas al consumo básico como Tesco, ideales en entornos de bajo crecimiento.

Desde el pasado 2 de abril, el índice británico limita las caídas del 4% y un buen puñado de cotizadas como las mineras Endeavour Mining o Frensillo logran avanzar hasta un 19%.


Sobre la firma

Gema Escribano
Periodista económica, con 13 años de experiencia como redactora. Formó parte de la web de Cinco Días desde 2010 hasta 2017 cuando pasó a integrar la sección de Mercados. Especializada en información bursátil y mercado de deuda. Estudió periodismo en Universidad Carlos III.
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