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El ‘efecto dólar’ duplica las pérdidas de los inversores europeos en Wall Street

La fortaleza del billete verde fue el año pasado una fuente de rentabilidad extra para quienes compraban acciones desde fuera de EE UU, pero esa racha se ha roto

banco europa
Álvaro Sánchez

Los inversores estadounidenses que han comprado acciones en Wall Street tienen motivos para estar descontentos con Donald Trump. Al cierre del primer trimestre, sus títulos se han depreciado un 4,6% en el caso del índice S&P 500, y un 8% en el del Nasdaq tecnológico, quedando rezagados frente a lo sucedido en otras latitudes como Europa o China, ambos claramente en verde en lo que llevamos de 2025. Sin embargo, el disgusto es aún mayor para los europeos que han colocado su capital en valores del otro lado del Atlántico sin cubrir el efecto divisa. Al mal comportamiento de sus títulos suman la devaluación del dólar frente al euro, que añade otro 4% de pérdidas a su inversión. Eso quiere decir que quienes hayan apostado desde Europa por el S&P 500, el índice más popular del mundo, pierden el doble que quienes lo hacen desde EE UU.

La victoria de Donald Trump en noviembre pareció inaugurar una nueva era de fortaleza del billete verde. Ya incluso desde antes de que se produjera, la mera expectativa de su llegada a la Casa Blanca impulsó su revalorización, con un avance frente al euro de alrededor del 8% en los cuatro meses que van desde finales de septiembre al momento de su toma de posesión el 20 de enero. Los inversores europeos se las prometían muy felices entonces, al beneficiarse también de nuevos repuntes de la Bolsa estadounidense, espoleada por las promesas del republicano de bajar impuestos y promover una desregulación que a priori catapultarían los márgenes empresariales.

70 días después de que Trump tomara el mando, el panorama ha dado un vuelco. Las ganancias bursátiles han dado paso a números rojos en EE UU. Y al rentable 2024, cuando el S&P 500 subió un 25% y el dólar sumó un 6% adicional a los inversores europeos, le ha sucedido un 2025 plagado de sorpresas negativas, en el que la divisa europea ha pasado de cambiarse por 1,04 dólares a hacerlo por 1,08. El origen de ese cambio de tendencia está en la agresiva política arancelaria de Washington, que está superando los peores presagios. El banco de inversión Goldman Sachs aumentó este lunes del 20% al 35% la probabilidad de que EEUU entre en recesión en los próximos 12 meses. Y en un contexto donde la Reserva Federal ha congelado los recortes de tipos por el temor a un regreso de la inflación, la palabra estanflación está volviendo a aparecer en la prensa estadounidense como un riesgo real.

Ni el empeoramiento de las perspectivas de crecimiento e inflación, ni la mala evolución de los mercados están sirviendo por ahora para detener a Trump, que este miércoles hará públicos nuevos aranceles en lo que ha bautizado como el Día de la Liberación. Más allá de la expresión pomposa y la propaganda que previsiblemente acompañará a los anuncios, los inversores tratarán de evaluar el impacto real de sus medidas.

Todo ese ruido está provocando una estampida hacia otros mercados. Durante años, los inversores han considerado la Bolsa europea como una hermana menor de Wall Street, donde de verdad se cocinaban las rentabilidades más jugosas, y la oferta de empresas entre las que elegir es mucho más amplia. El poder de atracción de la Bolsa estadounidense más allá de sus fronteras también está jugando en su contra: las valoraciones de las tecnológicas han crecido a toda velocidad, especialmente las de los llamados Siete Magníficos, y ahora, en medio de la inquietud comercial y económica desatada por Trump, hay un replanteamiento general sobre si no será momento de recoger beneficios.

Valor refugio en horas bajas

Para más inri, el dólar, tradicionalmente considerado un valor refugio en momentos de turbulencias, no está cumpliendo esa función. Y es el oro el que está recogiendo los frutos de la incertidumbre extrema: el metal precioso no deja de encadenar máximos históricos, ya por encima de los 3.100 dólares por onza. “La formulación de políticas erráticas, la creciente incertidumbre comercial y los riesgos de estanflación están erosionando el atractivo del dólar estadounidense y sus características de refugio seguro”, señala David Meier, economista de Julius Baer. “Al mismo tiempo, las esperanzas desatadas por el nuevo contexto europeo han hecho posible que el sentimiento hacia el euro mejore”, añade, en referencia a los programas de aumento del gasto de Alemania, y el proyecto de rearme impulsado desde Bruselas.

Meier cree que puede haber cierta planificación estratégica en las medidas de Trump. Lanzando primero las más impopulares, los aranceles, y más adelante, cuando se acerque la hora de votar, recuperando las que incentivan la actividad en 2026. “Como el presidente Trump parece estar impulsando las políticas más dolorosas este año, mientras que probablemente se centrará en políticas de mejora del crecimiento solo el próximo año antes de las elecciones de mitad de mandato, las políticas que fortalecerían al dólar estadounidense hasta ahora solo se han tocado parcialmente o no se han tocado en absoluto”, explica.

En medio de un escenario incierto para el dólar y los mercados estadounidenses, los inversores europeos que han optado por mantener el dinero en casa están de enhorabuena. No solo esquivan el efecto dólar que sí golpea a quienes se fueron a buscar oportunidades a Wall Street. También obtienen importantes retornos: del 7% en el caso del Eurostoxx 50 (la mayor diferencia respecto al S&P 500 de los últimos 10 años), del 11% en el Dax alemán, y del 13% en el Ibex 35 español. La jugada perfecta habría sido rotar desde Wall Street a Europa poco antes de la toma de posesión de Trump, pero anticipar los movimientos del mercado es de todo menos sencillo.


Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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