China, Trump y el futuro de la industria automotriz global
Las políticas proteccionistas, la transición a los vehículos eléctricos y el debilitamiento económico son las principales amenazas para una industria que cotiza con fuertes descuentos
La industria automotriz global está atravesando un momento crítico a causa de intensas transformaciones estructurales, tensiones geopolíticas y cambios en las preferencias de los consumidores. En este contexto, los fabricantes de automóviles afrontan desafíos importantes que van desde la transición a los vehículos eléctricos (EV, por sus siglas en inglés) hasta el posible retorno de los aranceles sobre las importaciones en Estados Unidos. A pesar de estas dificultades, la coyuntura actual podría abrir la puerta a oportunidades de inversión en un sector que ha demostrado alta resiliencia en el pasado.
Uno de los mayores retos de la industria es el ritmo de aceleración hacia los EV, especialmente en China, donde estos vehículos han ganado terreno rápidamente gracias a generosos subsidios gubernamentales y a un enfoque estratégico impulsado desde el gobierno hacia las tecnologías sostenibles. Sin embargo, esta transición no está exenta de dificultades para los fabricantes tradicionales, que deben realizar inversiones significativas en investigación, desarrollo e infraestructura. Si bien el mercado chino domina el segmento de EV, la demanda en Europa y Estados Unidos sigue más orientada hacia opciones híbridas, lo que subraya la necesidad de adoptar estrategias adaptadas a cada región.
Por otro lado, el aumento de las exportaciones del sector automotriz en China está ejerciendo presión sobre los mercados globales, especialmente en los segmentos de bajo coste. Es algo que podemos observar, por ejemplo, en el mercado español. La mejora en la calidad y competitividad de los vehículos chinos ha captado la atención de los consumidores internacionales, aunque la entrada de estos vehículos a Europa y Estados Unidos sigue siendo limitada debido a los aranceles elevados, y a la ausencia de redes de distribución adecuadas. En Europa, estas medidas de protección han beneficiado a fabricantes locales como Renault, mientras que en Estados Unidos, la reactivación de posibles aranceles, similares a los del primer mandato de Trump, podrían prolongar esta barrera de entrada.
El panorama se complica por el temor a un debilitamiento económico global, que incluye riesgos de recesión en Europa y Estados Unidos, así como señales de desaceleración en China. La industria automotriz, altamente cíclica, es particularmente sensible a estos factores, ya que los consumidores suelen posponer las compras de vehículos en épocas de incertidumbre. Además, tras la subida de los márgenes durante la pandemia, cuando la escasez de semiconductores y las restricciones de producción limitaron la oferta, los fabricantes ven cómo los márgenes vuelven a niveles más normales a medida que se estabiliza la producción y aumentan los incentivos para los concesionarios.
No obstante, no todo son malas noticias. Las valoraciones de las acciones de muchos fabricantes han caído a niveles comparables a los mínimos de la crisis financiera de 2008. En términos de precio sobre valor en libros, varias empresas están en niveles históricamente bajos, lo que podría indicar que los riesgos actuales ya están descontados en los precios. Esta situación podría atraer a inversores que buscan aprovechar el potencial de recuperación del sector.
Otro factor positivo es la consolidación del mercado automotriz, que está reconfigurando el sector. Ejemplos como la fusión de Chrysler, Peugeot y Fiat para formar Stellantis, o la creciente participación de Toyota en empresas como Subaru y Mazda, demuestran cómo los grandes actores buscan sinergias y aumentar la eficiencia para mantenerse competitivos. Además, los movimientos de empresas chinas e hindúes, por ejemplo, la compra de Volvo por parte de Geely, o la participación de BAIC en Mercedes, reflejan el interés de ambos mercados en consolidar su presencia internacional.
Respecto a los posibles aranceles por parte de Estados Unidos, aunque implementarlos generaría costes adicionales para los fabricantes, también podrían servir para estimular la producción local. Al igual que ocurrió con los fabricantes japoneses en la década de 1980, este tipo de medidas podría incentivar a las empresas extranjeras a invertir en instalaciones en suelo estadounidense, mitigando parte del impacto negativo.
Finalmente, la caída de los tipos de interés en economías clave como China, Europa y Estados Unidos está mejorando las condiciones de financiación para los compradores. Esto podría traducirse en un aumento de las ventas, especialmente en un contexto donde el poder adquisitivo de los consumidores se ha visto afectado por la inflación y los elevados costes de producción.
En resumen, la industria automotriz global afronta un periodo de grandes desafíos, aunque también genera numerosas e interesantes oportunidades de inversión. Para identificarlas, los inversores deben evaluar cuidadosamente los riesgos y los beneficios, y tener en cuenta a la hora de la toma de decisiones, las atractivas valoraciones actuales, las dinámicas de consolidación del mercado y el impacto potencial de los cambios en las políticas comerciales y monetarias. Aunque el camino hacia la recuperación puede ser incierto, la historia demuestra que el sector automotriz tiene la capacidad de adaptarse y prosperar en medio de la adversidad.
Con los ojos puestos en el futuro, parece que las dificultades actuales podrían ser el preludio de una etapa de transformación y crecimiento en una industria clave para la economía global.
John Tidd es director de Inversiones de Hamco AM SGIIC