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La voracidad china se aplaca y las materias primas lo notan: caen los precios de los metales

Las compañías mineras están entre las que peor se comportan en Bolsa, penalizadas por el menor crecimiento del gigante asiático

Trabajadores de la mina de cobre La Escondida, la mayor del mundo, propiedad de BHP Billiton, en Chile, en una imagen de archivo.
Trabajadores de la mina de cobre La Escondida, la mayor del mundo, propiedad de BHP Billiton, en Chile, en una imagen de archivo.Ivan Alvarado (REUTERS)
Álvaro Sánchez

En un mercado global, lo que es malo para unos, puede ser beneficioso para otros. En el caso de la caída de los precios de materias primas, especialmente de los metales, bebe de una noticia negativa: la desaceleración de la economía china, golpeada por una crisis inmobiliaria de difícil digestión y las dudas sobre su crecimiento. La menor voracidad del gigante asiático ha afectado en Bolsa a las compañías mineras más expuestas a la comercialización de acero, mineral de hierro, cobre, litio o aluminio, algunos de los cuales han sido empleados durante décadas masivamente en el bum constructor auspiciado por Pekín, y otros son parte clave de la transición ecológica en marcha, necesitada de baterías eléctricas, turbinas eólicas o paneles solares. Sin embargo, en un contexto de lucha contra la inflación, su abaratamiento tiene también su reverso favorable, al alentar una moderación de los precios que puede ayudar a que los bancos centrales sigan bajando los tipos de interés e insuflando oxígeno a la economía al facilitar la financiación.

Eso no es consuelo para los inversores en el sector. El comportamiento de las 19 compañías de recursos naturales que integran el Stoxx 600 es el peor de todo el índice europeo, con caídas que rondan el 12% en lo que va de año, lo que las ha dejado rezagadas en un 2024 de momento positivo para los parqués. Nombres como ArcelorMittal (-24%), Rio Tinto (-17%) o Glencore (-13%) se encuentran entre los grandes damnificados. Las perspectivas son altamente dependientes de lo que suceda en China, y aunque las bajadas de tipos previstas por la Reserva Federal tienden a debilitar al dólar, y con ello, a abaratar la compra de estas materias primas en países con otras monedas, Bank of America cree que ese factor no basta para que se produzca una recuperación. “Los recortes de la Fed solo serán alcistas para los metales industriales si van acompañadas de una demanda más alta. Ese rebote quizá no ocurra pronto”, advierte en un informe.

En la misma línea, el índice Bloomberg Commodity Spot, que sigue los futuros de energía, metales y productos agrícolas, ha caído casi un 11% desde los máximos de mayo. Y las posiciones bajistas de los hedge funds sobre las materias primas han crecido hasta situarse en niveles no vistos desde hace 13 años.

Mínimos de cinco meses para el cobre

La desaceleración china aparece como trasfondo de la crisis, pero cada metal tiene sus propias circunstancias. El cobre cotiza por debajo de los 9.000 dólares en la Bolsa de Metales de Londres, mínimos de cinco meses, y acumula un desplome que ronda el 20% desde los máximos anuales de mayo, abortando así la remontada que pareció iniciar en abril. China ha sido tradicionalmente un importador de este metal, pero su debilidad económica ha provocado que se quede producto sin vender en sus almacenes, al que han tratado de dar salida en el exterior, inundando así los mercados internacionales y haciendo caer los precios.

El inicio de una huelga de los trabajadores de la mina Escondida, en Chile, el mayor yacimiento del mundo (de allí sale en torno al 5% de la producción global), propiedad de la firma australiana BHP Billiton, ha animado la cotización del cobre en los últimos días, al amenazar con restringir la oferta, pero no logra maquillar el derrumbe de los precios. Las acciones de la propia BHP han ido prácticamente en paralelo a la evolución del cobre, dejándose más de un 20% este año. Todo es susceptible de ir a peor: Goldman Sachs estima que cada día de huelga costaría a la empresa unos 16 millones de dólares. Si se repitieran los 44 días de parón de 2017, la factura superaría los 700 millones.

El acero retrocede a niveles de hace ocho años

En el caso del acero, utilizado en la construcción, automóviles y todo tipo de máquinas y electrodomésticos, hay que retroceder mucho más atrás: cotiza en niveles de 2016 en la Bolsa de Futuros de Shanghai, a 2.825 yuanes por tonelada. En una entrevista con EL PAÍS el pasado junio, el consejero delegado de Thyssenkrupp, Miguel Ángel López, lanzaba una advertencia: “Si no actuamos, la producción de acero en Alemania, tal y como la conocemos, dejará de existir”. La competencia china, los precios de la energía y el hecho de que los vehículos eléctricos estén usando menos cantidad de este material que los de combustión con el objetivo de aligerar su peso, están lastrando los pedidos, si bien fabricantes como Tesla todavía prefieren el acero para reducir costes.

Los datos están ahí: los pedidos de acero a Thyssenkrupp fueron un 11% menores en el segundo trimestre. Y la pérdida de rentabilidad la ha llevado a desprenderse de un 20% de Steel Europe, su división de acero. Las voces de alarma llegan de la propia China. El grupo Baowu, el mayor del mundo con un 7% de la producción global, señaló este miércoles que la crisis que afronta el acero es más seria que las de 2008 y 2015, y avisó de que la industria se encamina hacia “un invierno duro”. Se teme que el descenso de la demanda china se convierta en algo estructural y no puntual, y que a la caída de 2023, del 3,3%, le sigan cifras similares este año.

Esa dinámica se reproduce en otros metales. El mineral de hierro se deja alrededor de un 30% desde el pico de mayo y está poniendo a prueba el suelo de los 100 dólares por tonelada. El aluminio un 15% desde las mismas fechas, lo mismo que el zinc, cuyos inventarios crecieron esta semana a su ritmo más alto desde noviembre.

El litio recula por la lentitud del coche eléctrico

Evolución del Litio y el hierro en los últimos dos años

Más acentuada ha sido la caída del precio del litio, del 86% en China, mínimos de más de tres años, en medio de importantes excedentes ante un mercado, el del coche eléctrico, que no termina de despegar a la velocidad que se esperaba pese a los ingentes subsidios públicos desplegados y las enormes expectativas depositadas en su implantación.

La paradoja es que, pese a que a corto plazo esa caída de precios (los máximos se alcanzaron en noviembre de 2022) desincentiva las inversiones (la alemana BASF renunció el mes pasado a invertir en un proyecto en Chile), el abaratamiento del litio también facilita que los vehículos eléctricos bajen de precio y sean más asequibles para los consumidores. El hundimiento de los precios no ha cambiado las intenciones de Chile, el país con las mayores reservas de litio del planeta, que anunció este año su intención de duplicar la producción bajo la premisa de que a largo plazo no habrá problemas para que sea absorbida.

El petróleo resiste por la menor oferta

La semana pasada, cuando los temores de recesión que siguieron al mal dato de empleo asolaban los mercados y las Bolsas cayeron con fuerza en el llamado lunes negro, el petróleo retrocedió a mínimos de seis meses. Las crisis económicas suelen conllevar una menor demanda, y su precio empezó a descontar el aterrizaje forzoso con retrocesos que rondaban el 3%. La vuelta a la normalidad en los parqués y la idea de que los temores de recesión se habían exagerado también supusieron cierta recuperación: el Brent regresó a los 80 dólares que había perdido momentáneamente, y el saldo anual, tanto para la referencia europea como para la estadounidense volvió a terreno positivo: el Brent sube un 5% desde comienzos de 2024, y el West Texas el doble.

El anuncio de la OPEP+ de que extenderá hasta finales de 2025 las restricciones en la producción de crudo, las tensiones geopolíticas (todavía se espera la respuesta iraní a Israel) y una parada de producción en Libia, que eliminó alrededor de 270.000 barriles en un día, están respaldando los precios.


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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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