El idilio de la ‘motosierra’ de Milei con Wall Street, empañado por la fuerte caída bursátil de la banca
La segunda parte del plan económico del Ejecutivo argentino modifica sustancialmente el negocio de los bancos locales, que deberán reconvertir su negocio rápidamente
Durante un tercio de los últimos 70 años, la economía argentina sufrió contracciones anuales cercanas al 4%, según un reciente informe del Banco Mundial, que puntualiza que el país sudamericano ha experimentado más años en recesión que cualquier otro país del mundo. La ‘motosierra’ del gobierno ultraderechista liderado por Javier Milei, con el desguace del Estado al centro, justifica su plan económico en la necesidad de ponerle fin a los ciclos (eternos) de desilusión y desencanto, con el visto bueno de gran parte del establishment financiero global. Sin embargo, la última semana Wall Street sufrió su primer desencanto con las decisiones económicas de Buenos Aires, si bien el mercado, pese al traspiés, mantiene la confianza en el largo plazo.
Las títulos de los principales bancos argentinos que cotizan en Estados Unidos a través de los ADR (American Depositary Receipt) han sufrido una de sus peores semanas. Banco Macro, BBVA Argentina, Grupo Supervielle y Grupo Galicia se dejan, en promedio, un 10% en los últimos 30 días. Esto no hace olvidar que, en lo que va del año, la ganancia promedio supera el 70%. Incluso, cuando se extiende el período de análisis, los títulos de Banco Macro registran una subida de 174% desde el triunfo electoral del ultraderechista.
Del mismo modo, la prima de riesgo de Argentina, el diferencial que Argentina paga por su deuda frente a los bonos de Estados Unidos, se mantiene por encima de los 1.400 puntos, lejos de los 1.143 puntos que registró en abril de este año. Desde la Casa Rosada, el equipo técnico destaca que, pese a los vaivenes, en 2024 el indicador se ha dejado unos 500 puntos básicos.
La ola de desconfianza comenzó el pasado 29 de junio, cuando el ministro de Economía argentino, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili, dieron una rueda de prensa para inaugurar la “segunda fase del plan económico”. Uno de los anuncios más relevantes de las autoridades fue el reemplazo de la relación entre el Banco Central y los bancos comerciales. Hasta ahora el Banco Central colocaba entre los bancos comerciales títulos, conocidos como pases remunerados, a través de las subastas diarias a un tipo de interés del 49% (todavía por debajo de la inflación). Estos títulos los usaba la banca como respaldo de los depósitos en moneda local, pero ahora estas operaciones se realizarán con deuda del Tesoro. “Estamos cerrando el grifo del segundo canal de emisión (monetaria), que es los intereses que el BCRA paga por los pasivos remunerados” explicó Caputo.
Este cambio no es menor para la banca local, que había hecho de las operaciones de deuda con la autoridad monetaria una importante fuente de ingresos. Mientras estos pases se retribuyen al 40%, los bancos pagan por los depósitos de sus clientes apenas un 30%, y no hay todavía cifras sobre cómo se retribuirán las operaciones bajo el nuevo escenario. El cambio, así, puede obligar al sector a volver a su trabajo habitual de prestar dinero a sus clientes y a las empresas, algo que había dejado de lado en los últimos años. En el cuarto trimestre de 2023, los últimos datos disponibles, los préstamos tradicionales representaron aproximadamente un tercio de los activos de los cuatro mayores prestamistas privados de Argentina, en comparación con el 55% de hace diez años.
“Durante los últimos 20 años, lo único que han hecho los bancos es tomar los depósitos de la gente y prestárselos al sector público, ya sea al banco central o al Tesoro”, resaltó Caputo en declaraciones a la prensa. Esta sutil crítica no impidió que las dos grandes patronales bancarias locales expresaron su apoyo a los anuncios y destacaron que la decisión “busca eliminar una segunda fuente de emisión monetaria”. Facilitar el crédito en la economía argentina será una tarea difícil, en un contexto en el que los Presupuestos Generales esperan una contracción del PIB del 3,5% para este año.
Tras la presentación oficial, los grandes bancos internacionales pusieron la mirada en los detalles detrás de la decisión de que sea el Tesoro quien afronte el pago de intereses de los instrumentos de regulación monetaria. La principal preocupación del banco estadounidense JP Morgan es que la deuda del Tesoro aumentaría en 0,17 puntos de PIB, lo que pone más presión a las autoridades del Gobierno para mantener el superávit primario conseguido en los últimos cuatro meses, una de las principales obsesiones de Milei. La buena noticia para la administración es que la entidad considera que ese ajuste “parece manejable” aunque añade otro problema a las “desafiantes necesidades de refinanciación”.
Por su parte, los analistas del HSBC dieron su espaldarazo a la decisión al reconocer que, tras los anuncios, “el ancla fiscal es más clara” y esto mejora el balance del Banco Central. Sin embargo, el horizonte del organismo rector del sistema financiero local no está exento de riesgos. “Creemos que la acumulación (de reservas) será limitada en los próximos trimestres, dado que los importadores tendrán un mayor acceso a divisas para flujos nuevos y pasados y próximas obligaciones de deuda externa”, advirtió la entidad de origen británico.
En lo que respecta al futuro de la banca local, los analistas de Bank of America resaltan que esperan un aumento del crédito privado en 2025. La misma expectativa conserva la banca local, que ya comienza a implementar una nueva estrategia comercial y el regreso de alternativas hasta ahora ausentes, como los préstamos hipotecarios. “Los mercados nos han dado un llamado de atención en las últimas dos semanas”, reconoció de cualquier manera el economista y legislador oficialista José Luis Espert.
El dólar, esa maldita obsesión
Tras esta sacudida en los mercados internacionales, el portavoz presidencial, Manuel Adorni, salió a reforzar la política económica al afirmar que no va a devaluar el valor del peso argentino, sino que mantendrá un tipo de cambio móvil del 2% mensual. “Cuando anunciamos [la meta de] déficit cero para terminar con el desequilibrio fiscal, el dólar también pegó un salto y luego, cuando esos descreídos nos creyeron, el dólar se terminó acomodando”, apostó la principal cara visible de la administración.
Los presupuestos generales para 2025 sostienen que el tipo de cambio oficial se sostendrá sobre los 1.016 pesos argentinos por cada dólar estadounidense. Sin embargo, la cotización actual de la moneda norteamericana en el mercado paralelo supera ya los 1.405 pesos. En las últimas nueve jornadas, el dólar financiero, otra variante surgida de la compra y venta de divisas extranjeras a través de bonos, se fortaleció un 9% y la brecha con la cotización oficial superó el 52%.
El verdadero interrogante igual es de qué manera el Ejecutivo buscará desandar los controles de capitales, que hacen casi imposible a los ciudadanos comprar u operar con moneda extranjera. Por ejemplo, un ciudadano argentino que esté de paseo en Estados Unidos y decida abonar sus compras con su tarjeta de crédito deberá multiplicar cada dólar por 934 pesos, más dos impuestos adicionales del 30% cada uno, que llevan a multiplicar por 1500 cada dólar gastado. Algo similar sucede para quien decida ahorrar en esa moneda, que debe cumplir con una serie de condiciones especiales, como no recibir ayudas públicas.
Si bien los analistas esperan que el Gobierno pueda eliminar estas barreras, implementadas en los últimos años para contener la sangría y proteger las reservas del Banco Central, Milei está retrasando la decisión para una “tercera etapa” del plan económico, aunque sin precisar plazos. Parte de la crisis de expectativas puede tener origen en Washington. Un reciente análisis del Fondo Monetario Internacional, la octava revisión del acuerdo que tiene con la Argentina, sugería que el país “está elaborando un marco para una relajación de los controles de divisas para finales de julio”.
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