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Lagarde pide tiempo y reconoce que la lucha contra la inflación no ha acabado

El BCE se debate entre devolver los precios al 2% y evitar un daño mayor a la economía

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, en Sintra.
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, en Sintra.Banco Central Europeo (Banco Central Europeo / EFE)

El Banco Central Europeo considera que aún no tiene en sus manos el caballo ganador contra la inflación de la zona euro, después de que ésta llegara a trepar hasta el 10,6% allá por 2022 y, mucho menos contra la recesión. La presidenta de la institución europea, Christine Lagarde, cree que el aterrizaje suave de la economía (frenar la inflación sin dañar el crecimiento) no está aún garantizado. Una advertencia que se produce en un contexto en el que los indicadores macroeconómicos de la eurozona empiezan a dar señales de que la economía de la región ya ha tocado suelo. En el primer trimestre de 2024 el PIB de la zona euro avanzó un 0,3%, frente a la contracción del 0,1% del trimestre anterior.

El encuentro anual que celebra el BCE en Sintra (Portugal) y que este año lleva por lema La política monetaria en una era de transformación, un guiño no solo hacia el cambio de rumbo de los tipos de interés, sino también al impacto de la inteligencia artificial en la economía y en el día a día de los bancos centrales, Lagarde ha vuelto a incidir en la incertidumbre que genera en el banco central la evolución de los salarios y la productividad y sobre si la economía europea se va a ver alterada por nuevas perturbaciones.

En sintonía con el discurso que lleva aplicando desde hace meses, Lagarde ha advertido que la lucha contra la inflación no ha acabado e instó a permanecer vigilantes. “Nos llevará tiempo reunir datos suficientes para estar seguros de que los riesgos de una inflación superior a la meta han pasado”, remarca. La institución europea está tratando de seguir un camino estrecho, conciliando la incertidumbre inflacionaria y el débil crecimiento. La dudas que sigue planteando los precios justificaría cautela, pero la persistente debilidad económica fortalece el argumento a favor de la flexibilización. “El sólido mercado laboral significa que podemos tomarnos tiempo para reunir nueva información”, agregó.

En la reunión de junio el BCE rebajó los tipos de interés en 25 puntos básicos, hasta el 4,25%, y puso fin a su nivel más alto desde 2021. Eso sí, la institución ha rehusado en avanzar cuál será su hoja de ruta a partir de ahora, el conocido como forward guidance, que hasta hace bien poco guiaba a economistas y analistas. La institución presidida por Christine Lagarde insiste en analizar dato a dato la evolución de la inflación, que el pasado mes de mayo se situó en el 2,6%. Por lo pronto, el mercado da por descartado un nuevo recorte de las tasas en julio y los futuros dan una probabilidad del 63% a un descenso en el encuentro de septiembre.

La intervención de Lagarde coincide con la vuelta de una cierta calma al diferencial de la deuda francesa frente a la alemana tras el resultado de la primera ronda de las elecciones legislativas galas. La prima de riesgo francesa se ha moderado hasta los 74 puntos básicos después de que la convocatoria de comicios anticipados la disparara por encima de los 80 puntos básicos, máximos desde 2017. Una escalada que ha llevado a algunas firmas de análisis ha mencionar la posibilidad de que el BCE activara el Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI), un mecanismo creado en 2022 para poder aplacar la subida de las primas de riesgo periféricas en caso de ser preciso, algo que por ahora no ha llegado a ser utilizado.

Por lo pronto, el responsable del banco central de Lituania y miembro del consejo de Gobierno del BCE, Gediminas Simkus, ha reconcido en Sintra que “las expectativas de dos recortes más este año están en línea con mi propio pensamiento, si los datos evolucionan como se espera”. Simkus ha descartado además un recorte de las tasas en julio pero se ha mostrado contrario a realizar descensos solo en las reuniones en las que se modifiquen las proyecciones macroeconómicas, esto sería, septiembre y diciembre de este año: “De cara al futuro no deberíamos limitarnos a reuniones de proyección. Si acordamos que es necesario un recorte en una reunión ajena a la proyección, deberíamos poder actuar”, ha aseverado.

La inestabilidad política que atraviesan las economías desarrolladas plantea retos a los bancos centrales. Aunque son entidades independientes y sus decisiones no deberían estar influencias por el entorno político, las medidas que proponen algunos partidos pueden tener un impacto en la inflación. En un entorno en los precios siguen enviando señales de resistencia, un mayor estímulo fiscal como el que propone la formación de Marine Le Pen podría obligar al BCE a retrasar sus planes de normalización monetaria.

Hace justo un año, el mensaje que lanzaron al unísono los bancos centrales en la ciudad lusa fue que serían necesarias más subidas de tipos para controlar una inflación aun por entonces desbocada. De hecho, después de la cita anual de Sintra el BCE acometió dos subidas adicionales de 25 puntos básicos cada, antes de proceder a una pausa el pasado mes de octubre.

Entre los participantes del foro de Sintra estará el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, del que el mercado analizará con lupa sus palabras este martes. La pasada semana se publicó el índice de precios del gasto personal (PCE), un deflactor del consumo privado que ejerce como indicador de inflación más seguido por la Fed, y que mostró una reducción hasta el 2,6%, alentando las esperanzas de una próxima rebaja de tipos en EE UU.

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