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El BIS insta a los bancos centrales a volver a subir tipos si la inflación se muestra “obstinada”

La institución reconoce que empezaron tarde el endurecimiento monetario para frenar la escalada de los precios

Laura Salces
Agustín Carstens, el jefe del Banco Internacional de Pagos (BIS).
Agustín Carstens, el jefe del Banco Internacional de Pagos (BIS).Reuters

Una vez que la inflación está embridada por la escalada de los tipos de interés ejecutada por los bancos centrales, el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) cree que es hora de hacer balance. La institución considera en su informe económico mundial que “los bancos centrales han navegado por aguas turbulentas y han cumplido con su misión”, en palabras de Claudio Borio, Jefe del Departamento Monetario y Económico del BIS, aunque aún deben afrontar retos, como la última milla de la inflación, que está demostrando una fuerte resistencia, y la necesidad de acotar las políticas fiscales expansivas en un año con numerosas elecciones a ambos lados del Atlántico que pueden tensar las primas de riesgo.

“Los bancos centrales han hecho su trabajo y la economía mundial parece encaminarse hacia un aterrizaje suave, aunque existen algunos puntos de presión que aún podrían desviarla de su curso. De cara a garantizar un futuro sólido, los bancos centrales tienen que recorrer el último tramo para restaurar la estabilidad de precios. Al mismo tiempo, los gobiernos tienen que dar un paso adelante, consolidando las finanzas públicas y dando prioridad a las reformas estructurales que están pendientes desde hace tiempo”, reconoce Agustín Carstens, director general del BIS.

A pesar del trabajo ya realizado por la Reserva Federal, el Banco Central Europeo o el Banco de Inglaterra, entre otros, la institución manda un claro mensaje: aún no es tiempo de bajar la guardia y los bancos centrales aún “deben mantener su rumbo sin desviarse”. En un momento en el que el BCE ha ejecutado ya el primer recorte de las tasas rectoras -en junio las bajó al 4,25%- y el mercado espera que la Fed y el Banco de Inglaterra hagan lo propio a la vuelta del verano, el BIS manda un recado a los que piden acelerar los descensos y apunta que la última milla de la desinflación debe recorrerse “con mano firme” y estar alerta ante posibles riesgos. Incluso habla de “no dudar en endurecer de nuevo la política si la inflación se muestra más obstinada e insensible de lo previsto”.

En todo caso, apunta que un posible rebrote de las presiones inflacionistas no descarrilará el trabajo ya hecho por los bancos centrales, aunque esto implique que los recortes de las tasas que vengan en la segunda mitad de año o ya en 2025 sean menores o más graduales. O incluso, “en casos extremos, aumentos de tipos”. Un mensaje que viene a apoyar los mensajes lanzados por el BCE o la Fed en las últimas citas en los que han rechazado comprometerse a una hoja de ruta y han insistido en la necesidad de analizar dato a dato.

En Estados Unidos, la inflación se situó en junio en el 3,3% interanual, una décima por debajo del mes anterior, mientras que en la zona euro alcanzaron el 2,6%, aún por encima del objetivo del 2%. Es por ello que el BIS recuerda que las presiones inflacionistas pueden llegar a ser más persistentes de lo previsto, que el crecimiento económico puede estancarse y que las vulnerabilidades fiscales de los distintos países pueden llegar a afectar a la economía mundial.

Eso sí, Carstens apunta que “los objetivos de inflación deben servir como una guía, no como una obsesión” y que durante estos años hemos aprendido que la política monetaria “no puede ajustar la inflación con precisión, en particular cuando ésta se sitúa por debajo de los objetivos de los bancos centrales”.

En su estudio, la institución incide en que los distintos bancos centrales respondieron con contundencia a un periodo en el que la inflación trepó como consecuencia de las interrupciones de la cadena de suministro derivadas del estallido del Covid-19 sumadas a las perturbaciones de los precios energéticos como consecuencia de la guerra en Ucrania. Más allá, trata de analizar a los bancos centrales tardaron en subir los tipos de interés tras errar en 2021 en el diagnóstico de que la inflación sería algo transitorio y reconoce que la intensidad de la política acomodaticia ejecutada contribuyó al “sorprendente repunte de la actividad económica” pero también aumentó los riesgos de los efectos de segunda ronda en los precios. Así, reconoce que, en el caso de EE UU, si la Fed hubiera subido antes los tipos la inflación subyacente del gasto en consumo personal (PCE), el indicador más vigilado por la institución presidida por Jerome Powell, no habría alcanzado el máximo del 5,6% en 2022, sino un punto porcentual menos, aunque, defiende, se trató de algo temporal que fue corregido.

Retos a los que hacer frente

Entre los retos que afronta la inflación en su descenso hasta el objetivo marcado por los bancos centrales, el BIS destaca el fin de las políticas expansivas ejecutadas por parte de los gobiernos. Un riesgo que aumenta en un año electoral como este, en el que a las elecciones ya previstas en el calendario -EE UU en noviembre, pero también las ya celebradas en Hong Kong o la Unión Europea- se han sumado las legislativas en Francia y las de Reino Unido de las próximas semanas. Comicios que pueden, en su opinión, generar vientos en contra a través de unas primas de riesgo más elevadas y provocar “disfunciones” en el mercado financiero. De ahí, que abogue por la necesidad de que los países reduzcan el gasto público, tanto el estructural como el cíclico.

“Los gobiernos deben actuar con prontitud para consolidar sus presupuestos. Es necesario reducir el crecimiento de la deuda pública. La sostenibilidad de la deuda desempeña un papel fundamental en la estabilidad de precios, financiera y del valor de la moneda”, apunta Carstens. El BIS incide en que a menos de que los Ejecutivos controlen su senda fiscal, aumentarán las amenazas a la estabilidad financiera y macroeconómica global en un momento en el que, además, el riesgo de fragmentación internacional, sumado al cambio climático y al envejecimiento de la población pueden hacer que la oferta de bienes y servicios sea menos elástica y haya una mayor propensión a la inflación.

Auge del crédito privado

Entre las advertencias que el BIS realiza en su informe económico mundial que el fuerte crecimiento del crédito privado al margen de las entidades financieras pero también al margen de los mercados de valores puede llegar a ser un problema. Según sus datos, el volumen de crédito privado, concedido a través de fondos de inversión especializados, se triplicó en la última década pero en especial a raíz de la pandemia, donde tuvo un crecimiento del 50% hasta alcanzar los 2,1 billones de dólares. Un reto que, reconoce, está concentrado en Estados Unidos, de donde procede el 80% del volumen total. Un volumen que, apunta, es comparable al de la deuda high yield -sin grado de inversión por parte de los bancos centrales- o al de los préstamos apalancados.

“Dada la opacidad del sector, es difícil comprender y evaluar plenamente los riesgos que entraña y su relación con los rendimientos” que ofrece, reconoce el BIS en su estudio. Esto le lleva a concluir que los riesgos que suponen para la estabilidad del sistema financiero justifican una estrecha vigilancia sobre este negocio, si bien reconoce un bajo nivel de apalancamiento de los fondos. Aun sí, duda de su conexión final con la industria financiera.

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Sobre la firma

Laura Salces
Es jefa de sección de Mercados/Inversión de Cinco Días, donde ha ejercido la mayor parte de su trayectoria profesional. Entre 2017 y 2020 coordinó también la sección de Economía y previamente estuvo especializada en empresas turísticas.
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