La Bolsa japonesa resiste a la corrección y consolida un alza del 25% este año
El fin de la espiral deflacionista, la reforma corporativa y la debilidad del yen impulsan al Nikkei, el segundo índice más rentable entre las Bolsas occidentales, solo por detrás del Nasdaq
En el país del sol naciente, la luz ha vuelto a brillar en los mercados financieros. Los principales índices bursátiles de Japón están en sus niveles más altos en décadas, la inversión extranjera aumenta y el país está de camino a salir de una espiral deflacionista en la que ha estado atrapado durante décadas. El Nikkei es el selectivo asiático que más sube en el año (un 25,35%) y que mejor ha aguantado las recientes correcciones. Entre los principales índices internacionales es el segundo que más avanza, solo por detrás del Nasdaq (29%) y por delante del Mib italiano (20%).
El éxito de la renta variable nipona tiene varias causas y el cambio en la gobernanza corporativa es una de ellas. Las empresas niponas se conocían por su ineficiencia en la asignación del capital y por un rendimiento del capital invertido (ROIC) inferior al de empresas de EE UU y de Europa. Esta tendencia cambió a principios de abril, cuando la Bolsa de Tokio pidió a las compañías que cotizan con descuento respecto a su valor contable presentar una lista de medidas para mejorar la asignación de capital y elevar el precio de las acciones. Esto atrajo a los inversores, que durante tiempo consideraron al país nipón como una “trampa de valor”.
La mejora del escenario macroeconómico también juega un papel fundamental en la euforia por el mercado japonés. En la jerga financiera, el uso del término “japonización” se ha normalizado para referirse a una prologada situación de estancamiento económico. El caso más reciente es China, cuya tasa de crecimiento está decepcionando a los mercados y los analistas debaten sobre si su economía tendrá la misma suerte que la de Japón, que durante tres décadas permaneció estancada por una combinación de factores: reducido crecimiento, baja inflación y tasas de interés negativas.
Ahora, en cambio, su economía parece resurgir. La recuperación de la demanda interna se ha visto impulsada por el aumento de los precios y de los salarios. La inflación ha vuelto a niveles que no se veían desde principios de la década de los ‘80 (3,2%), superando el objetivo del 2% del Banco de Japón (BoJ). La subyacente, además, se situó en el 4,2% interanual en septiembre. La presión de los salarios también ha influido: según un informe de Goldman Sachs, el aumento salarial base (2,12%) acordado en primavera es el más grande desde 1992, mientras el crecimiento salarial general (3,58%) es el más alto desde 1993. La recuperación económica ha sido clave para mejorar el sentimiento de los inversores, tanto nacionales como internacionales.
Pero más allá de la inflación, la debilidad del yen es un gran impulso para las cotizadas. La divisa ha ido perdiendo terreno frente a las demás monedas y cotiza frente al dólar en mínimos desde 1990. La depreciación está favoreciendo a las compañías con alta exposición al extranjero, siendo más atractivas para los países importadores: Kobe Steel, proveedor de productos de aluminio y cobre, sube un 188% en el año, mientras Advantest Corp, fabricante de semiconductores, un 101%. Un yen más débil también hace que Japón sea un destino de viaje más asequible para los extranjeros, en particular para los turistas asiáticos, y está impulsando el mercado interno y las empresas de bienes y consumo.
Sin embargo, los efectos de la debilidad del yen no serán infinitos. Si bien el Banco de Japón en la última reunión decidió mantener su política monetaria laxa y los tipos de interés sin cambios en el -0,1%, en los próximos meses se enfrenta a una encrucijada. Manuel Pinto, analista de XTB, explica que debería subir las tasas para frenar la depreciación del yen, aunque podría resistirse a hacerlo para no aumentar los costes de endeudamiento de las empresas, que hasta ahora se han visto beneficiadas por los tipos negativos.
Desde JP Morgan recuerdan que una revalorización del yen, a medida que la rentabilidad de los bonos nipones suba, también representa un obstáculo para las exportadoras japonesas.
El potencial de los bonos nipones
Control de la curva de rendimiento. En 2016, Japón introdujo el control de las curvas de rendimiento del bono a 10 años, lo que ha supuesto una barrera ante cualquier repunte de rentabilidad. Pero el banco central nipón ha comenzado a relajar esta política y ha establecido el 1% como punto de referencia, frente al nivel de cero anterior.
Consecuencia en el mercado. Frente a las mínimas rentabilidades de los bono nipones, como explica Manuel Pinto, de XTB, los inversores japoneses son los mayores propietarios extranjeros de bonos del Tesoro estadounidense (4% del total de la deuda emitida). El previsible aumento de los rendimientos de los bonos nipones hará que sean más atractivos y tantos las instituciones japonesas como los inversores estarán cada vez más interesados en invertir en deuda doméstica. Esto se espera que ocurra cuando las tasas de interés comiencen a subir. El mercado otorga el 57% de probabilidades de que esto ocurra en abril.
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