El BCE subirá los tipos al 4,25%: tres claves para saber si será el final de las alzas
El mercado da por hecho el incremento de hoy pero hay grandes dudas sobre si habrá o no una nueva subida de tipos en septiembre
No hay dudas sobre cuál será la decisión que tomará hoy el Banco Central Europeo sobre los tipos de interés. Se espera una nueva subida del precio del dinero, en 25 puntos básicos, tal y como había sugerido Christine Lagarde en la pasada cita de junio. Los tipos en la zona euro quedarán en el 4,25%, acumulando un aumento fulgurante en el último año desde el nivel de cero. La inflación empieza a dar algunas señales de tregua, aunque no suficientes como para bajar la guardia, mientras el crecimiento ya se resiente del impacto acumulado de meses de encarecimiento constante del coste de financiación.
La decisión de hoy del Consejo de Gobierno del BCE es la previsible pero el gran dilema está en qué hacer a partir de ahora, si insistir en al menos un alza más de tipos o poner ya punto final a las subidas antes de dañar demasiado a la economía. Las pistas que dé el BCE sobre cuál será su decisión a la vuelta del verano serán de hecho el gran foco de atención para el encuentro de hoy.
La cita de septiembre
Los analistas no confían en que Lagarde avance cuáles serán los próximos pasos del BCE. Sí lo ha ido haciendo hasta ahora, al insistir en cada reunión en que la prioridad era la lucha contra la inflación. En junio reiteró en que si bien la inflación había disminuido, se esperaba que siguiera siendo “demasiado alta durante demasiado tiempo”. Según señala François Rimeu, estratega senior de La Française A, “es improbable que Lagarde se comprometa de antemano con alguna orientación explícita para septiembre y más adelante. Sin embargo, quizás advierta de que el ciclo de endurecimiento del BCE no ha terminado”.
Los datos económicos sugieren que el BCE podría haber concluido las alzas de tipos, aunque difícilmente hará Lagarde ningún anuncio en ese sentido. De hecho, según señala Claudia Fontanive-Wyss, gestora de carteras en Vontobel, “comunicar el fin del ciclo de subidas antes de tiempo podría provocar una espiral de precios y salarios autocumplida en la Eurozona”. Nada como un anuncio formal de que los tipos ya están en el nivel deseado para el BCE para que los inversores empiecen a anticipar el momento para su recorte, activando con ello la maquinaria para el descenso del coste de financiación y propiciando un previsible repunte en las expectativas de aumento de los precios.
El escenario para la cita de septiembre está abierto y va a depender de los datos de inflación, y también de crecimiento, que se vayan conociendo hasta entonces. “Subir los tipos más deprisa y antes de que el endurecimiento monetario anterior alcance su pleno efecto podría provocar una recesión no deseada”, añade Fontanive-Wyss. Los mismos halcones del BCE, el ala dura siempre dispuesta a dar prioridad absoluta al control de la inflación, no descartan que el banco central renuncie a elevar las tasas de nuevo a la vuelta del verano.
Según destaca Cristina Gavín, jefa de renta fija de Ibercaja Gestión, “no solo los miembros más dovish sino incluso alguno de los tradicionales “halcones” se han mostrado optimistas en los últimos días en cuanto a la estabilización de la inflación”. A ello se suma el frenazo de la economía de la zona euro, especialmente relevante en Alemania, por lo que en su opinión la probabilidad de una subida de tipos para septiembre se aleja. “Podríamos estar ante la última subida de tipos de este ciclo, siempre que los precios continúen con una tendencia descendente”, añade. En todo caso, y como recuerda Annalisa Piazza, analista de renta fija de MFS Investment Management, “el debate en el Consejo de Gobierno parece centrarse ahora más en el tiempo en que los tipos de interés deben permanecer en territorio restrictivo que en la necesidad de endurecerlos en exceso”.
La inflación subyacente
Los precios continuaron moderándose en junio en la zona euro. El IPC de la zona euro en junio ha descendido al 5,5% desde el 6,1% de mayo. Sin embargo, la tasa subyacente avanza al 5,5%, una décima más de lo esperado y dos más respecto al mes anterior. La inflación subyacente es el verdadero quebradero de cabeza del BCE, la auténtica guía para calibrar los avances en el objetivo de estabilidad de precios. Mientras que la inflación global sigue desacelerándose en la zona euro, la inflación subyacente resiste bien y se aferra a niveles elevados. Según las previsiones anunciadas por el BCE en junio, la institución augura una tasa subyacente del 5,1% para este año, por encima del 4,6% que estimaba en marzo.
El diagnóstico que haga Lagarde sobre la reciente evolución de los precios en la zona euro, y en especial de la inflación subyacente, podría ofrecer pistas sobre el grado de satisfacción en la búsqueda de su objetivo de devolver a la zona euro a tasas de IPC del 2%, de forma homogénea y permanente. “El número de subidas se calibrará en función de la evolución de la inflación subyacente, de la que no hay noticias tranquilizadoras”, asegura Franck Dixmier, director de inversiones global de Renta Fija de Allianz Global Investors.
La visión de Claudia Fontanive-Wysses es en cambio más positiva. Defiende que la inflación en la zona euro se encamina a unos niveles sostenibles, próximos a los observados antes de la crisis. “La desaceleración de los precios de producción en los servicios se había retrasado durante algún tiempo, pero ya no es el caso, lo que es una buena noticia, ya que el retraso podría haber significado que la inflación se hubiera mantenido más pegajosa y alta durante más tiempo”, explica.
Las tasas de inflación ya se han moderado con fuerza, incluso al nivel del objetivo del BCE, en países como España, donde el IPC de junio fue del 1,9%. La divergencia en los niveles de inflación entre los países de la zona euro, con diferencias acusadas entre el norte y el sur, es de hecho otro de los factores que pueden pesar en la decisión de seguir adelante con las alzas de tipos. Francia y Portugal están también por debajo de la media de los países del euro, lo que está elevando la presión política en contra de tasas más altas, una crítica que lidera Italia, sin duda la gran economía del euro más endeudada y más perjudicada por el aumento del coste de financiación.
El aumento de los salarios
Directamente conectada con la inflación subyacente están las alzas salariales, de cuyo impacto advirtió con preocupación Christine Lagarde en la pasada cita de junio. El análisis que haga el BCE de la evolución de los salarios será otro de los grandes focos de interés, después de que su presidenta reconociera el mes pasado que “las presiones salariales se están convirtiendo en una fuente de inflación cada vez más importante”. Según explica Franck Dixmier, “el bajo desempleo no sólo apoya la resistencia de la demanda, sino que también alimenta las demandas salariales, con lo que no puede descartarse el riesgo de que la inflación subyacente se mantenga en niveles elevados, sobre todo si se tiene en cuenta que la combinación de políticas fiscales y monetarias no es suficientemente restrictiva”.
Annalisa Piazza añade que “el mercado laboral sigue tenso y los costes laborales unitarios son elevados (aunque los salarios podrían haber alcanzado su nivel máximo). El Consejo de Gobierno está muy pendiente de los datos del mercado laboral, ya que podrían provocar nuevas presiones inflacionistas subyacentes debido a los elevados salarios. Aunque pensamos que el crecimiento salarial ha tocado techo en la Eurozona, el BCE no puede permitirse aún dar el visto bueno a su lucha contra la inflación”. El mercado da una probabilidad de casi el 100% a la subida de tipos que se espera para hoy y, pese a la posibilidad de que pueda ser la última, mantiene un 53% de probabilidades de que el BCE los vuelva a elevar en septiembre.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días