Por qué y cómo valorar una empresa familiar
Saber el valor verdadero de la compañía permite al empresario conocer si está corriendo demasiados riesgos
¿Qué valor tiene mi empresa familiar? Es una pregunta bastante común y de las más complejas de contestar en compañías no cotizadas particularmente. Son muchas las razones para valorar una compañía, pero antes de analizar los sistemas de valoración, hay que subrayar que, con independencia de los métodos utilizados y del sector concreto donde opere la empresa, existe una cierta carga de subjetividad que debe ser aceptada y asumida por todos los propietarios.
Suele ser habitual que en la transición de una empresa de fundador único -1ra. generación- a una empresa de hermanos -2da. generación-, se produzcan operaciones de compra-venta que tiendan a concretar la propiedad en los sucesores vinculados profesionalmente con la empresa.
Los accionistas de la empresa de hermanos se encuentran entonces con la delicada misión de valorar el porcentaje de participación accionarial a enajenar. Los conflictos de intereses que se producen son evidentes, siendo difícil alcanzar un consenso sobre el precio de las acciones que están en venta.
En los procesos testamentarios vemos a menudo que las distintas personalidades, inquietudes e intereses profesionales de los herederos de una empresa familiar colocan al fundador en la difícil situación de repartir su patrimonio aplicando el principio de la igualdad, aún a costa de poder perjudicar la continuidad de la empresa. El deseo del fundador suele ser el de hacer compatibles el principio de igualdad con el de garantizar la continuidad de la empresa, otorgando un mayor porcentaje accionarial al descendiente o descendientes interesados en continuar su labor empresarial.
De otro lado, la falta de vocación empresarial para continuar con la obra del fundador puede motivar que los herederos deseen vender la compañía. Seguramente, el precio final que se pagará por ella estará condicionada por las ofertas y los acuerdos a los que se llegue con los potenciales compradores. La determinación del precio de salida y el consenso que debe dominar esta decisión se solucionan con menos fricción, entre los miembros de la familia propietaria, cuando se han pactado previamente unos métodos que nos ayuden a conocer, aunque se aproximadamente, el valor de la compañía que estamos de acuerdo en vender.
Este razonamiento puede igualmente aplicarse a otros supuestos como son, la incompatibilidad de caracteres entre herederos –prefiriendo optar por la venta a un tercero antes que deteriorar gravemente el clima de las relaciones familiares- o cuando las necesidades de crecimiento de la empresa inclinan a los propietarios a vender sólo una parte del accionariado, facilitando la entrada de un miembro no familiar que cubra las necesidades financieras y consolide el crecimiento de la empresa.
En cuanto a los métodos de valoración financiera propiamente dichos, se pueden distinguir tres categorías de sistemas de valoración, además de los métodos mixtos que utilizan varios sistemas a la vez.
Los métodos patrimoniales o basados en activos netos son los más simples de calcular. Comúnmente se utilizan para empresas del sector inmobiliario o para empresas con beneficios muy pequeños, y para valorar empresas en procesos de liquidación.
Por otro lado, los métodos basados en valores de mercado o de rentabilidad comparada son útiles cuando los beneficios son predecibles y sostenibles, sin embargo, no consideran la estructura financiera, lo que puede llevar a resultados erróneos. La problemática de estos métodos es encontrar empresas comparables (cotizadas) o que hayan realizado una transacción recientemente (operaciones de venta), del mismo sector de actividad.
Así, el método más comúnmente aceptado es considerar que el valor de una empresa proviene de la capacidad de la misma para generar caja para sus propietarios en el futuro: descontar los flujos de caja libres esperados en el futuro a una tasa de descuento igual al coste medio ponderado del capital.
Una de las tareas más complejas de este método es establecer dichas proyecciones futuras del negocio, teniendo en cuenta sus presupuestos y plan de negocios, rentabilidad esperada de los ratios financieros, las entradas y salidas de caja, las condiciones económicas y del mercado esperadas, las decisiones políticas ... así como determinar el valor residual y seleccionar una tasa de descuento. Este método es muy útil para empresas de nueva creación (sin datos históricos) o para empresas en proceso de expansión.
En conclusión, la filosofía de la valoración de empresas no es sólo útil cuando el objetivo a corto o medio plazo de los propietarios sea vender su participación o transmitirla, sino que sirve para, entre otras funciones, calcular las necesidades financieras, planificar la actividad a corto, medio y largo plazo, esto es, cualquier decisión empresarial tiene implicaciones en el valor de la empresa y medir el riesgo (ya que puede ayudar a establecer un sistema sobre el control de gestión en la entidad), así pues, saber el valor verdadero de la empresa permite al empresario conocer si está corriendo demasiados riesgos, o, al contrario.
Mario de Gandarillas Martos,socio de Empresa Familiar de Vaciero
Raquel Ballestero Ventosa, responsable de Corporate y Auditoría de Vaciero