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¿Por qué Euskadi tiene el triple de dinero en pensiones privadas que el resto de autonomías?

En el País Vasco el dinero de ahorro complementario para la jubilación es el 32% de su PIB, mientras que en el resto de España es solo el 9%

Virgina Oregui, ex gerente general de Geroa Pentsioak EPSV y miembro de la nueva Comisión de Control Especial del macro fondo de pensiones de empleo de promoción pública.

La cultura del ahorro está muy arraigada en el País Vasco. Este hecho diferencial se observa en el dinero acumulado para la jubilación. En Euskadi, los 30.000 millones de euros que hay custodiados en sus particulares pensiones privadas representan el 32% del Producto Interior Bruto (PIB) autonómico. En el resto de España no se llega al 10%, con algunas regiones —como las Islas Canarias— donde es menos del 5%. Pero, ¿cómo es posible que haya tanta diferencia? ¿Es solo cuestión de renta?

Aunque el nivel de riqueza es importante, y son las comunidades autónomas más ricas las que más dinero acumulan para la jubilación, no es el factor principal. La autonomía fiscal vasca, un mejor marco institucional y un mayor arraigo de la previsión son claves que explican el éxito de las pensiones vascas.

La figura que se utiliza para el ahorro para la jubilación es la de las Entidades de Previsión Social Complementaria (EPSV). Este instrumento singular tiene muchas características en común con los planes de pensiones —como la posibilidad de obtener un beneficio fiscal de las aportaciones— pero su naturaleza jurídica es muy distinta. Las EPSV son mutualidades de previsión social, un tipo de aseguradora creadas con el objetivo de construir un ahorro que complemente la pensión pública. De hecho, comparten este ADN con compañías como la Mutualidad de la Abogacía, Loreto Mutua (pilotos) o la Hermandad Nacional de Arquitectos. Además, las EPSV fomentan que al cobrar la pensión ésta se convierta en una renta vitalicia —un producto con formato de seguro— para ajustarse más al fin para el que se ha ido constituyendo ese colchón.

Al igual que ocurre con los planes de pensiones, las EPSV tienen dos modalidades principales: las individuales (en las que cualquier trabajador puede meter dinero) y las de empleo (donde una empresa constituye en beneficio de su plantille). Una de las grandes diferencias entre planes y EPSV es cuánto dinero se puede poner en ella cada año. A día de hoy, en los planes indiviuales solo se puede aportar 1.500 euros anuales, mientras que en las EPSV individuales se puede llegar a 5.000 euros. En los planes colectivos o de empleo, hay un tope de 10.000 euros al año entre aportaciones de la empresa y del trabajador. Mientras que en el País Vasco se puede llegar a 12.000 euros (10.000 euros en 2026). Estas grandes divergencias, sobre todo en productos individuales, se explican por la autonomía fiscal vasca y por la limitación de las aportaciones a los planes individuales decretada por el Gobierno de coalición.

Unai Ansejo es uno de los mayores expertos en EPSV. Trabajó durante años para una de los más grandes —Itzarri, de los funcionarios del Gobierno vasco— y luego fundó Indexa Capital, una firma que ha lanzado su propia EPSV. A su juicio, el principal factor que explica el mayor éxito de esta figura frente a los planes de pensiones es su liquidez. “Con las EPSV, cuando llevas más de 10 años como socio, ya puedes sacar todo el dinero que has ido acumulando, lo que al pequeño ahorrador le da mucha confianza, y esto es algo que ha existido desde el principio. Es habitual que haya universitarios que empiezan a aportar ya con 18 años, para a los 28 años poder disponer del dinero a su antojo. Aunque al final lo normal es que no lo toquen”, relata Ansejo, físico de formación y profesor univesitario.

Unai Ansejo Indexa Capital

En los planes de pensiones, en cambio, ha sido este año cuando ha cobrado efecto una reforma que permite retirar las aportaciones que tienen más de una década de antigüedad. Es decir, que el dinero que se tenía ahorrado en 2015 se puede ir sacando, pero no el que se aportó en los años posteriores.

Las grandes EPSV

Las tres mayores EPSV de empleo son la de Lagun Aro, vinculada a la Corporación Mondragón; Elkarkidetza, creada para los empleados de los ayuntamientos y las diputaciones; y Geroa, originada en el seno del sector metalúrgico de Guipúzcoa. Entre las tres mueven más de 12.000 millones de euros. La cuarta es la mencionada Itzarri, de los funcionarios de la Administración General de Euskadi. En las EPSV dependientes del sector público se ha seguido aportando dinero, incluso en momentos de crisis. En el resto del país, en cambio, se congelaron las aportaciones en 2011, primero por la situación económica y luego por decisión política.

En el caso de Geroa, su gran éxito ha sido conseguir expandir la previsión social complementaria por todo un entramado de pequeñas y medianas compañías de Gipuzkoa y Bizkaia. Su modelo se basa en la negociación colectiva: es decir, que todas las empresas que están bajo convenios provinciales tan variados como el de metalurgia, limpieza de edificios o gasolineras tienen pactado con los sindicatos que cada año se destine un 5% del salario a la EPSV de los trabajadores. Así, se ha conseguido una capilaridad única en el resto de España, donde los planes colectivos se circunscriben a grandes bancos, compañías eléctricas o multinacionales.

“Nosotros aspiramos a que el trabajador acumule unos ahorros suficientes como para que, al jubilarse, reciba una renta complementaria que equivalga al 20% de su último sueldo”, explicaba en una entrevista la directora general de Geroa, Virgina Oregi, ya retirada. Este modelo de generalización de los planes de empleo colectivos es por el que ha apostado el Gobierno central, y por el que se restringió la aportación a planes individuales. Pero su desarrollo está siendo muy lento. Tan solo ha logrado impulsar ligeramente los planes de pensiones para autónomos, mientras que su expansión a pymes está estancada.

La explicación final de por qué hay más ahorro para la jubilación en el País Vasco es multifactorial. Pero es evidente que la cuestión impositiva no ha sido especialmente trascendente, puesto que las EPSV se desarrollaron muchísmo más que los planes de pensiones, en una primera época en la que la tribuación era prácticamente igual. El factor de la mejor liquidez de las pensiones vascas sí que fue diferencial. Pero también una mayor cultura de diálogo social que hizo que patronales, sindicatos y partidos de muy distinto signo político apostaran por este modelo de concertación para el ahorro.

La renta importa

Tener un nivel de renta per capita alto también ayuda a explicar la mayor predisposición a acumular dinero en pensiones privados. Cuando es difícil llegar a fin de mes nadie piensa en el largo plazo. De acuerdo con un estudio promovido por Inverco —la asociación de las gestoras de fondos—, las provincias donde había más dinero en planes individuales son Navarra, Guipúzkoa y Bizkaia, con más de 12.500 euros por partícipe, muy por encima de la media nacional. Las tres son provincias relativamente ricas.

En el caso de las vascas, la cifra se dispara si se tiene en cuenta lo acumulado en EPSV. Según los últimos datos de la Federación de EPSV hay 855.000 personas que son socias de una de estas mutualidades, lo que da un patrimonio medio ahorrado de 35.000 euros, a sumar a lo acumulado en planes de pensiones individuales. En total, cerca de 50.000 euros, frente los 12.300 euros de Madrid.

La autonomía fiscal del País Vasco ha permitido que a finales del año pasado se aprobase un cambio normativo reclamado para el resto de España desde hace años. Se trata de la tributación de los rendimientos que van generando las EPSV o los planes de pensiones. En Euskadi, a partir de ahora, esos réditos serán gravados como rentas del capital (con un tipo marginal algo más bajo que los tipos máximos para rentas del trabajo en el IRPF). Con esta medida se quiere fomentar, aún más, el ahorro por esta vía. En cambio, en el resto de Comunidad Autónomas, cuando se rescata el plan, todo se computa como si fuera un sueldo, y va al marginal. Ángel Martínez-Aldama, presidente de Inverco, lleva años reclamando un cambio así: “no tiene ningún sentido que unos rendimientos puramente financieros computen como si fueran un salario diferido”.

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