Geroa: “Nuestros partícipes tienen ahorrados 50.000 euros y casi la mitad es rendimiento”
Las Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV) son un extraño caso de éxito dentro de un sector fallido. Estos instrumentos de ahorro para la jubilación son el equivalente vasco a los planes de pensiones que hay en el resto de España pero, mientras estos últimos languidecen, las EPSV crecen sin parar y ofrecen unas rentabilidades muy atractivas. El País Vasco tiene acumulado en ahorros complementarios para la jubilación una cantidad equivalente al 34% de su Producto Interior Bruto (PIB). En el resto del territorio nacional no llega al 8%. Y 900.000 vascos tienen un plan de previsión social, con un patrimonio de 25.700 millones de euros, de acuerdo con la última memoria de actividad del Gobierno vasco, que se encarga de supervisarlos. Esta misma semana, el Pacto de Toledo se ha propuesto analizar a fondo el caso vasco para ver en qué medida se puede generalizar.
Una de las EPSV pioneras es Geroa, gestada en la industria metalúrgica de Guipúzcoa y ahora presente en otros 19 sectores de actividad de la provincia. Esta mutualidad de previsión social tiene 9.319 empresas asociadas y 108.400 trabajadores que cada mes destinan una parte de su sueldo a ahorrar para la jubilación. Maneja 2.100 millones de euros de activos. Este año recibirá unos 100 millones de euros de nuevas aportaciones.
La encargada de gestionar este patrimonio es Virginia Oregui (Vitoria, 1960) y su equipo, de tan solo cuatro personas. La EPSV está situada en un anodino edificio a las afueras de San Sebastián. Sus señas de identidad son el rigor, la austeridad y la total alineación con los intereses de los trabajadores. La mutua no se distrae en las campañas estacionales propias de la banca, centrada en atraer y retener planes de pensiones.
El año pasado rentó un 9,95% y en sus 22 años de historia acumula un rendimiento anual medio del 6,5%
Oregui sabe que sus jefes son los trabajadores y cuida hasta el último céntimo que desembolsa. Los gastos de administración son tan solo el 0,13% del patrimonio gestionado, una cantidad ridícula comparada con otras gestoras. “Gastamos en el alquiler de las oficinas, en los monitores de Bloomberg, en los sueldos y en poco más. No hacemos ningún dispendio”, explica.
Esa austeridad no está reñida con innovación y buena rentabilidad. El fondo que gestiona Geroa invierte en activos financieros de todo el mundo, buscando siempre el mejor rendimiento para el partícipe. El año pasado rentó un 9,95% y en sus 22 años de historia acumula un rendimiento anual medio del 6,5%, frente al 3% que han logrado de media los planes de pensiones del resto de España para ese mismo periodo. Este año logra contener las pérdidas al 1,2%. En sus 22 años de trayectoria, solo registró números rojos en 2008 y 2011.
“Una de las claves del éxito de Geroa es que tanto los empresarios como los sindicatos creyeron firmemente en las recomendaciones iniciales del Pacto de Toledo sobre la necesidad de fomentar un ahorro privado en el ámbito empresarial”, apunta Oregui. Las dos partes tenían claro que los trabajadores del sector debían tener un fondo que completara su pensión de jubilación. Cuando se creó Geroa en 1996 la aportación inicial era tan solo del 1,5% de la base de cotización (un 0,75% lo ponía el trabajador y 0,75% lo ponía el empresario). Entonces eran unos 30 euros al mes. Ahora, la aportación es del 4,6%, que equivale a 176 euros mensuales, pagados “a pachas” por empresa y empleado, explica Oregui. En Geroa esperan que la aportación alcance en el futuro el 6% de la base de cotización.
“Nosotros aspiramos a que el trabajador acumule unos ahorros suficientes como para que, al jubilarse, reciba una renta complementaria que equivalga al 20% de su último sueldo. Así se cubrirá la brecha que tendrá por la reducción de la pensión pública”, reflexiona la directora de Geroa. “Ahora, los trabajadores que aportan a la EPSV tienen ahorrados unos 50.000 euros y casi la mitad proviene de los rendimientos generados”.
Cada año, Geroa paga cerca de 50 millones de euros en rentas a trabajadores jubilados. Solo quienes han podido ahorrar poco (menos de 10.000 euros) pueden cobrar el dinero en forma de capital. La mayoría percibe una renta garantizada, a un tipo del 2,5%, durante 25 años. Ahora, están cobrando unos 180 euros al mes. Si a los 25 años siguen con vida, Geroa se hacer cargo, a través de un seguro, del pago de la renta hasta su fallecimiento. Si el jubilado muere durante los 25 años de cobro, sus herederos reciben el dinero restante.
Actualmente, el 35% del patrimonio del fondo de Geroa está invertido en Bolsa, un 50% en bonos, un 5% de capital riesgo (empresas no cotizadas, algunas del País Vasco y otras internacionales), un 5% en liquidez y el resto en estrategias alternativas (fondos de infraestructuras, fondos de materias primas, fondos de retorno absoluto...). Desde los orígenes, Oregui ha buscado la combinación más atractiva de activos para los trabajadores. “Una de las mejores inversiones que hemos hecho es cuando, después de visitar China en 2005 de la mano del banco de inversión Morgan Stanley, decidimos empezar a invertir del país pero a través de fondos de capital riesgo. Los resultados fueron extraordinarios”, recuerda la directiva.
Virginia Oregui está en Geroa desde los orígenes. Cuando empresarios y trabajadores del metal decidieron poner en marcha una EPSV hablaron con muchos bancos para ver si podrían gestionar el fondo. Oregui era entoces la directora de la gestora de fondos de Banco Guipuzcoano, y les llevó su propuesta. Sin embargo, patronal y sindicatos decidieron que la mejor fórmula sería hacerse cargo directamente de la gestión, así que empezaron a buscar a una persona para que dirigiera las inversiones. Oregui se postuló y ya lleva 22 años en el cargo.