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El faro del inversor
Tribuna
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Pasión por la fusión

Varios factores indican que ahora hay más querencia por las operaciones corporativas

El logotipo del BBVA junto al de e Banco Sabadell y el Santander.
El logotipo del BBVA junto al de e Banco Sabadell y el Santander.Susana Vera (REUTERS)

Esteé Lauder, la fundadora del imperio de cosméticos se casó con 22 años y tuvo su primer hijo a los 25. Las cosas no iban mal. Su marido, Joe, era un buen hombre que la quería. Pero ella sentía que se había comprometido demasiado pronto y le faltaba mucho mundo por conocer así que con 31 años se divorció. Unos años más tarde volvió a casarse con Joe y tuvieron un muy feliz segundo matrimonio hasta que él murió 40 años más tarde. Aunque bonito, el caso de Lauder es la excepción. La lista de segundos intentos que de nuevo fracasaron es mucho más larga: Elizabeth Taylor y Richard Burton, Melanie Griffith y Don Johnson, Pamela Anderson y Rick Salomon y, aunque pendiente de desenlace, la probabilidad de que Jennifer López y Ben Affleck terminen el año juntos es similar a la de que los bancos centrales vuelvan a subir los tipos en 2024: no es imposible, pero parece complicado.

Esta idea está presente en el refranero popular con aquel “segundas partes nunca fueran buenas”. Y quizás por eso chocó a muchos analistas e inversores la noticia de que, por segunda vez, BBVA intentaría hacerse con el Banco Sabadell. Al igual que muchos de los personajes arriba mencionados, muchas entidades son hoy entidades mucho más ricas que en el momento del primer intento, en el año 2020. Pero hay más. El contexto ha cambiado mucho en los últimos años, y hay varias razones poderosas que hacen que las fusiones bancarias sean hoy operaciones más factibles y deseables que hace cinco años. ¿Qué ha cambiado en esta década?

1. El proceso de fragmentación geopolítica toma velocidad. La gran crisis financiera remató el proceso de globalización mundial, de las cadenas de suministro internacionales que minimizaban el coste de producción a cambio de confiar en el vecino para hacer negocios y en EE UU para hacer de policía. Hasta entonces, tenía sentido para un banco la diversificación transnacional: poner los huevos en cestas diversas sin que te cueste mucho. Después llegan las barreras. Los 500 bancos que se compraban cada año en los 90, se quedan en la mitad. Crecen las barreras a las operaciones transnacionales. La pandemia, las guerras en Ucrania e Israel, o la tensión con China, han reforzado la idea de que, aunque no sea lo más eficiente, si la situación se tuerce es preferible tener en casa y en manos locales los sectores estratégicos: alimentación, medicinas, defensa, microprocesadores o el sistema financiero. Además, algunos segmentos se resisten a internacionalizarse: ningún sistema de pagos internacional consigue hacer sombra al muy poderoso Bizum, o a sus equivalentes en otros países. Los analistas perciben que las posibilidades de que una fusión de dos empresas genere crecimiento es mayor si esas empresas son locales.

2. Los bancos vuelven a ganar dinero. Cuando los tipos de interés cayeron al cero los bancos sufrieron. Si los bancos centrales dan dinero al 0% es difícil vivir vendiendo los depósitos de tus clientes. Equivale a vender hamburguesas en un food truck en la calle y que enfrente te abra un McDonalds que las regala. Los bancos centrales argumentaron que gracias a esos tipos bajos habría demanda para préstamos. Y era cierto, pero los ingresos de uno no compensaron las pérdidas de lo otro. Los casi 25.000 millones que ganaron los bancos españoles en 2007 se redujeron a menos de 10.000 al año en la década posterior a la crisis. Luego, con la inflación subieron los tipos. Un salvavidas para la banca que en el peor de los casos puede llevar los depósitos de sus clientes a la ventanilla del Banco Central Europeo y va a conseguir el tipo de depósito, que está hoy al 4%. Pero es que además la recesión que todos esperaban como resultado de la subida de tipos no llegó nunca. La economía aguantó sin derrumbarse y los bancos se encontraron en una situación inesperadamente sólida: tipos altos y actividad económica decente. Para sorpresa de muchos, la banca es uno de los pocos sectores que crece en un entorno de incertidumbre. Los 24.000 millones que gana en España el sector en 2023 son el doble que en 2018 y están al nivel del récord histórico de 2007. Hasta 2020 los bancos se fusionaban para no morir, y hoy hablamos de dos empresas pujantes de alto crecimiento y perspectivas sólidas.

3. Los bancos siguen siendo baratos. Desde el último intento de fusión en 2020, el valor de mercado de BBVA ha aumentado de 26.000 a 60.000 millones de euros. El crecimiento de Sabadell es mejor, multiplicándose por 6 hasta los 12.000 millones. En general, los bancos españoles son hoy 3,5 veces más valiosos que al final de la pandemia. Sin embargo, a pesar de este espectacular crecimiento, siguen siendo baratos como inversión. La medida más popular de valoración bancaria es el ratio entre precio y valor contable (a menudo usado en su denominación anglosajona de price to book ratio). Mide la relación entre el precio en Bolsa de una empresa y su valor contable (los activos de una empresa, una vez descontadas las deudas). Mientras que las grandes empresas europeas del Stoxx 600 presentan una ratio de 2 (su valor en Bolsa es el doble que el de los activos netos que poseen), el de los bancos europeos es de 0,8, que es el equivalente a ir al supermercado a comprar por 80 céntimos una cajita que contenga un euro. Es un activo infravalorado.

4. El regulador está a favor de las fusiones. Contar con el favor del regulador en Europa supone a menudo la diferencia entre que una fusión ocurra o no. En sectores donde se requieren grandes inversiones y los márgenes son bajos la tendencia hacia la consolidación es muy fuerte. Esto hace empresas más eficientes, pero puede poner en peligro la competencia de mercado. Y, recordemos, la legislación de la Unión Europea está construida con el foco en el consumidor, no en la sostenibilidad de la empresa. Por tanto, que el BCE se haya manifestado a favor de la fusión no es baladí.

Con todo ello, parece que el entorno hoy es mucho más favorable que hace cuatro años para que se puedan producir fusiones.

Francisco Quintana es director de la estrategia de inversión de ING en España y Portugal

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