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Ascensores Tresa, el transporte vertical de los visitantes a la catedral de Tuy y a la sede de Ferrovial

Fundada en 1983, esta compañía asturiana fabrica cada año 1.000 aparatos. Su servicio llave en mano y adaptabilidad a las demandas de sus clientes explican su éxito

Ascensores Tresa
Las instalaciones de la fábrica de Porceyo (Gijón). Fotos cedidas por la empresa
Nacho Poncela

Ascensores Tresa es una empresa familiar de capital 100% asturiano, fundada en 1983 por el matrimonio Gonzalo Suárez y Marcihu Echevarría, con un objetivo claro: “No aspiramos a ser los más grandes, pero sí los mejores” y con una fuerte vocación de servicio al cliente y atrevido espíritu internacional.

Desde su creación avanzaron en un mercado maduro como es la industria de la elevación y encontraron su hueco. En 1998 inauguraron la fábrica de Porceyo, que culminó en el 2000 con una planta de 2.600 metros cuadrados y una capacidad para fabricar unos 700 ascensores al año a rendimiento completo.

El plan del fundador era controlar todo el proceso de valor, conseguir ser independiente tecnológicamente, desde el diseño hasta la puesta a disposición del cliente final, siempre conservando los dos nichos de mercado.

RAMON JIMENEZ
RAMON JIMENEZ

En plena crisis financiera de 2008, Suárez mejoró el producto para acceder a nuevos clientes “que desde el extranjero estaban pidiendo aparatos para unas alturas y a unas velocidades imposibles de conseguir con los medios que disponíamos”, recuerda Pedro Ortea, consejero delegado de la empresa. Fue entonces cuando, en colaboración con Prodintec, se construyó una torre de pruebas de 34 metros.

En 2016, en una época en la que reinaba la globalización y la deslocalización de las fábricas, Gonzalo Suárez –en contra de la opinión de los más cercanos– decidió acometer una nueva instalación que culminó en 2020 con más de 7.000 m2 de superficie productiva.

El empeño de un visionario permite en estos momentos a Tresa producir alrededor de 1.000 ascensores anuales, con capacidad para llegar a los 4.000. Siempre tuvo una obsesión: “Ofrecer un producto asturiano excelente, de máxima calidad y al mejor precio”, rememora su yerno, Ortea.

Y todo ello desde el Principado, porque otro de los aspectos que han marcado la evolución de la empresa fue su arraigo en Asturias, que le valió distintos reconocimientos, como el premio Asturmanager, el del IDEPA y del Centro Municipal de Empresas. Cuarenta años después, cerró 2023 con una cifra de negocio cercana a los 30 millones, más de siete millones procedentes de exportaciones.

Ascensor de la gama Elegance en negro y botonera.
Ascensor de la gama Elegance en negro y botonera.

Sus ascensores están hoy en la base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), en el Acuario de Gijón, en la plaza Mayor de la Hispanidad de Medina del Campo, en la Casa del Reloj de Tudela, en las sedes de Ferrovial y Dragados, la catedral de Tuy, la Universidad de A Coruña y en el Museo del Santuario de Covadonga.

Hoy cuenta con una plantilla que supera las 220 personas, una fábrica estrenada hace dos años, ocho delegaciones comerciales en el territorio nacional y un importante parque de ascensores en mantenimiento.

La empresa ha mantenido una constante inversión en investigación y desarrollo. Ha diseñado y fabricado modelos realizados con nuevas tecnologías, mayores capacidades de carga y superiores velocidades de desplazamiento, además con una estética actual, acorde a los gustos de los consumidores.

Desde 2014 ha llevado a cabo ensayos de prototipos y configuraciones en la torre de I+D+i ubicada en Roces, Gijón, que ha permitido predecir comportamientos, evaluar durabilidad, medir vibraciones y ruidos, etc. El éxito se debe a su capacidad de adaptarse a sus clientes. En estos años, la empresa ha integrado soluciones innovadoras, como los ascensores sin cuarto de máquinas, sistemas de teleasistencia o para viviendas unifamiliares. La inversión en I+D se ha mantenido en ratios superiores al 2% de la facturación. Desarrolla soluciones que están cambiando la forma en la que se interactúa con los ascensores. En 2018 lanzó el elevador conectado, que permite su monitorización para conocer su estado en tiempo real, evitando que sea el usuario quién detecte anomalías y permitiendo actuar de forma remota.

TresaVoice dirige el ascensor a través de la voz, con lenguaje natural en varios idiomas y sin necesidad de conexión a internet, orientado a usuarios con necesidades especiales de accesibilidad o visión. Y el SmartButton, que reconoce las preferencias del usuario a través de una app móvil.

En 1997, fabricó su primer ascensor con destino a la exportación y en 2001 apostó por la internacionalización. Hoy está presente en más de 55 países en los cinco continentes (Francia, Portugal, Reino Unido, Dinamarca, Bélgica, Australia, Burkina Faso, Nigeria, Sudán, Etiopía, México, Costa Rica, Uruguay…), y ha hecho de la exportación un motor de superación.

El fundador, Gonzálo Suárez

Gonzalo Suárez, de operario a CEO de su propia empresa

Gonzalo Suárez era un oficial especialista que trabajó en grandes empresas de ascensores internacionales, con conocimientos de sus componentes y funcionamiento, además de experto en el montaje y mantenimiento. Era considerado un técnico de reconocido prestigio al que destinaban a solventar aquellos problemas donde otros habían fracasado, y daba igual en qué parte de España estuviese ubicado el ascensor.

Entonces, ¿qué llevó a este profesional, con la seguridad de unos ingresos nada desdeñables y con dos hijos, a iniciar, a sus 45 años, una aventura que implicaba no solo perder su salario, sino arriesgar todo el patrimonio familiar para poder obtener los recursos financieros necesarios para fundar la compañía? 

La respuesta la ofrece el actual consejero delegado de la empresa, Pedro Ortea: “Gonzalo no solo tenía una gran confianza en sí mismo, sino que por sus conocimientos y experiencia quiso avanzar y convertirse en un emprendedor porque en su cabeza tenía muy claro no solo lo que debía hacer para mejorar el producto y el servicio, sino que ya tenía visualizados los pasos que debía dar para llegar mucho más lejos en un mundo dominado por las grandes multinacionales”.

Así nace el proyecto de ascensor llave en mano, algo totalmente novedoso donde el cliente, en lugar de contratar a un constructor para la instalación, acuerda con Tresa no solo el elevador, sino todos aquellos cambios en la comunidad que sean necesarios para la colocación del aparato en el edificio. 

También en el mundo del mantenimiento, Tresa fue la primera empresa en Asturias que implantó un sistema de rescate eléctrico, que hasta entonces era manual, lo que ralentizaba mucho el proceso de liberar a las personas atrapadas en los elevadores.

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