Lehman Brothers: 15 años ya de una quiebra que cambió el mundo
La economía mundial se vino abajo el 15 de septiembre de 2008. El todopoderoso banco de inversiones americano colapsó, incapaz de soportar el tsunami de pérdidas que le generó su elevada exposición a un mercado inmobiliario saturado de hipotecas basura. Desde aquel día la economía mundial no ha vuelto a ser la misma. Todo cambió de repente
La fecha del 15 de septiembre de 2008 será recordada durante mucho tiempo, como uno de los días más negros, si no el que más, de la historia del capitalismo moderno. Ese día, del que hoy viernes se cumplen 15 años, el banco estadounidense Lehman Brothers se rindió a la evidencia y se derrumbó arrastrando buena parte de los que por aquel entonces eran fundamentos inmutables de la economía de mercado. Ese día y los meses y años siguientes se evaporaron cantidades ingentes de valor bursátil. Algo de lo que muchas empresas y mercados aún no se han recuperado, producto de una recesión económica global que afectó a millones de personas en todo el mundo.
La contundencia de los efectos en cascada que se sucedieron tras la caída de Lehman Brothers se explican por su tamaño, prestigio y papel central en el sistema financiero. Fundada en 1850, la firma había crecido hasta convertirse en una institución global líder en banca de inversión y gestión de activos. Durante décadas, Lehman Brothers fue una entidad fiable y rentable, que intermediaba con la práctica totalidad de las entidades financieras mundiales. Pero cayó de un día para otro, y todos sus activos (derivados, bonos, pagarés) pasaron a valer cero. El terremoto reverberó de inmediato en todo el mundo.
Pasada la mitad de la década de 2000, la firma comenzó a experimentar problemas. Una de las razones fundamentales fue su exposición indirecta al mercado inmobiliario y las hipotecas de alto riesgo, también conocidas como hipotecas subprime, en el estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense. Entre 2000 y 2003, EE UU bajó los tipos de interés del 6,5% al 1%. En palabras del presidente George W. Bush, el objetivo era que “todos los estadounidenses pudieran convertirse en propietarios de una vivienda”. Los recortes de intereses se aceleraron para que la economía superara, también, el trauma de los ataques del 11 de septiembre
Las entidades bancarias se lanzaron a otorgar créditos y préstamos sin ningún tipo de escrutinio o requisito, incluso a personas sin empleo, ingresos o liquidez. Fue durante este periodo cuando surgieron las conocidas como hipotecas basura, que desempeñaron un papel fundamental en el camino hacia la crisis económica.
En una réplica de la situación vivida en esos mismos años en España, los años previos, los precios de la vivienda habían aumentado de manera exponencial, lo que había llevado a una expansión desmedida de las subprime. Estas hipotecas eran otorgadas a prestatarios con un historial crediticio deficiente a tasas de interés iniciales bajas. Pero el sector financiero no percibía el riesgo, pues estas hipotecas se empaquetaban en complejas estructuras financieras teóricamente de bajo riesgo (sobre el papel, muchas de ellas tenían la máxima calificación) y ofrecían algo de rentabilidad. Lehman fue uno de los bancos que invirtió masivamente en estos vehículos que, además, no se reflejaban adecuadamente en sus balances.
Cuando los precios de la vivienda comenzaron a caer y las tasas de interés subieron (en 2007 habían vuelto al 5,25%), muchos prestatarios no pudieron pagar sus hipotecas. Los impagos degradaron las emisiones de deuda que pasaron de ser de bajo riesgo a activos tóxicos.
Ahí se desató el efecto dominó que extendió la crisis en el mercado de la vivienda y las hipotecas por todo el sistema financiero. Estos activos respaldados por hipotecas basura se encontraban en manos de numerosas instituciones financieras en todo el mundo, y ni el propio mercado conocía bien la exposición de cada actor. Ante la duda, pudo el pánico, y Lehman, como una de las instituciones señaladas, tenía cada vez más dificultades para seguir operando porque el resto del mercado no se fiaba de ellos.
Ya nada pudo con el tsunami. A medida que Lehman luchaba por sobrevivir, los funcionarios del Gobierno y los líderes de otras instituciones financieras intentaron un rescate. El entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, buscaron opciones para evitar un colapso sistémico. Sin embargo, estos esfuerzos fueron en vano.
Las cifras de la quiebra y del desplome bursátil
Pérdidas. En 2008 Lehman declaró pérdidas de 2.800 millones de dólares. En los momentos antes de su caída definitiva el valor bursátil de sus acciones había perdido un 95% de su valor. Nadie pensó que algo así pudiera suceder, sin embargo, Lehman Brothers era un pez muy gordo dentro del estanque, de los que manejaba activos de 639.000 millones unos meses antes de caer, y su bancarrota hizo que en paralelo colapsara la aseguradora AIG.
Bolsa. La caída de la Bolsa se produjo poco a poco, a cámara lenta. El mercado tardó un tiempo en darse cuenta del descomunal impacto de la quiebra. El lunes 15, el S&P 500 cayó el 4,8%, en la semana siguiente, apenas el 1,5%... Pero en un mes se dejó el 25% de su valor, y en seis, el 40%. Eso sí, desde entonces ha multiplicado por cinco el nivel previo a la quiebra. El Ibex, no obstante, está en la actualidad un 17% por debajo de lo que estuvo antes de la hecatombe.
Así, en la madrugada del lunes, 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers anunció su intención de presentar una solicitud de protección por quiebra bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos. Fue la quiebra más grande hasta el momento de una institución financiera en Estados Unidos y envió una onda de choque demoledora a través de los mercados financieros globales.
Fue una implosión interna del sistema. La quiebra casi total de la confianza en la salubridad de las cuentas de los bancos provocó un desplome en el valor de las acciones, las instituciones financieras se volvieron reacias a prestarse dinero y las tasas de interés interbancario aumentaron bruscamente. Los inversores y los consumidores perdieron confianza en el sistema, lo que llevó a una caída en la inversión y el gasto. Las empresas se vieron afectadas por la falta de crédito y muchas tuvieron que reducir producción y despedir empleados.
El efecto dominó se cebó con instituciones financieras que hasta entonces se consideraban sistémicas. Grandes bancos como Bank of America y Merrill Lynch tuvieron que ser rescatados, y el Gobierno estadounidense intervino para tomar el control de Fannie Mae y Freddie Mac, dos empresas hipotecarias respaldadas por el Gobierno.
En paralelo la quiebra de Lehman Brothers marcó el inicio de una recesión global. La economía de Estados Unidos se contrajo, y otras muchas entraron en recesión. La crisis financiera se transformó en una crisis económica, con un aumento en el desempleo y una disminución en la producción y el comercio. Los Gobiernos de todo el mundo tuvieron que implementar medidas de estímulo económico para tratar de mitigar los efectos de la recesión. Fue la mayor crisis financiera desde 1929.
En Europa la crisis hizo tambalear la estabilidad del euro. Para 2009 la desconfianza y la crisis ya se cebaba con los países y los bancos del sur de Europa. Las intervenciones del BCE evitaron un colapso total, pero no la crisis.
Grecia rozó la quiebra y su economía tuvo que ser rescatada. España necesitó dinero europeo para rescatar su sistema financiero, principalmente las cajas de ahorros, que desaparecieron cerradas, absorbidas o reconvertidas en bancos, evidenciando la locura con la que se comportaron durante el bum inmobiliario.
El colapso económico dejó un rosario de nítidas lecciones y fue un punto de inflexión desde el punto de vista académico. La desregulación bancaria de los años 80 y 90, confiada en un mercado eficiente, dio paso a una normativa mucho más estricta en términos de transparencia, prevención (los famosos test de estrés), supervisión y resolución de entidades. Igualmente, la receta de 2008 (el uso masivo de la política monetaria para prevenir un colapso económico) se aplicó, en una escala aún mayor, tras la pandemia y para cerrar la crisis del euro. La intervención pública en la economía es mucho más intensa desde entonces, como se ha visto con el reciente pico inflacionista.
También, al igual que ocurrió en los años 30, cambió la propia percepción del mundo. Lehman fue una invitación a ser más escéptico, desconfiado y pesimista, y no es aventurado atisbar ese poso en el florecimiento de los populismos, de nuevas demandas sociales, en las crecientes tensiones internacionales o en manifestaciones culturales de nuevo cuño.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días