La innovación abre caminos en la agroindustria tradicional riojana
Las estimaciones apuntan a un crecimiento del 3,4% interanual en el tercer trimestre de 2024. La región afronta una crisis por exceso de producción en su sector vitivinícola
La economía de La Rioja sostiene sus pilares históricos y de identidad en los sectores agroalimentario y vitivinícola. La producción de vino con denominación de origen y la industria conservera representan un motor de desarrollo y un valor diferencial. Sin embargo, estas actividades afrontan nuevos retos frente a la incertidumbre económica global, las variaciones de consumo y la caída de la industria. La tradición y la innovación convergen en nuevas posibilidades para la economía riojana, cuyo PIB creció un 3,4% en el tercer trimestre de 2024 frente al mismo periodo del año anterior y en línea con la media del conjunto de España, según las estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef).
El auge de la región también coincide con la media nacional en términos intertrimestrales, con un aumento del 0,8% respecto al segundo trimestre de 2024. La autonomía supera, como es habitual, al conjunto español en PIB per cápita con una diferencia del 5%, aunque la tendencia apunta a un recorte de la distancia por la ralentización del crecimiento económico.
La principal señal de optimismo está en el comercio exterior, pese a la desaceleración de sectores como el vinícola. Las exportaciones riojanas crecieron en 2023 un 10,4% respecto al año previo, hasta los 2.300 millones de euros, y mantienen una evolución favorable, de acuerdo con el Instituto de Estadística de La Rioja. La actividad exterior da cuenta de la importancia de la industria manufacturera, que exportó en 2023 el 98% del total, y en la que destacaron la alimentación (23,6%) y las bebidas (13,4%). La tasa de cobertura riojana alcanzó ese año el 130,9%, por encima de la nacional (90,4%).
Las exportaciones se dispararon en 2023 un 10,4% respecto al año previo, hasta los 2.300 millones de euros
Este empuje exterior contrasta con el “prolongado retroceso de la industria”, recoge CaixaBank Research. Lo atestigua la adversa evolución del Índice de Producción Industrial (IPI): La Rioja anotó la segunda mayor caída del país en 2023, con una media de variación interanual del 6,5%, por debajo de la media nacional (bajada del 1,4%), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El desplome se evidencia en comparación con 2019, antes de la pandemia, cuando el IPI riojano registró una media de variación interanual del 2,1%.
Entre las sombras también destaca el menor dinamismo del mercado laboral riojano frente al conjunto del país. En el tercer trimestre de 2024 la tasa de desempleo se situó en el 10,22%, por encima de la registrada en el mismo periodo de 2023 (9,78%) y con una evolución inversa a la nacional, que se redujo (el 11,21% respecto al 11,89%, del año anterior).
También hay luz, La Rioja marcó en octubre récord de trabajadores, con 140.264 afiliados a la Seguridad Social (un 2,2% más que en 2023). Nunca antes se había superado la barrera de los 140.000 cotizantes.
Retos para el vino
El sector del vino riojano afronta una delicada situación. En pleno estancamiento económico global, la denominación de origen calificada DOCa Rioja estima que en 2023 se vendieron 238 millones de litros, lo que supone una caída del 5,18% respecto a 2022. “Ahora buscamos productos menos alcohólicos, crece el consumo de cerveza y asociamos La Rioja al vino tinto, cuando se bebe más blanco”, apunta Ernesto Gómez, presidente del Colegio de Economistas de La Rioja.
Aunque es una situación que viven diferentes denominaciones de origen, tiene una relevancia particular en una región volcada en esta industria, indica María Cruz Navarro, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de La Rioja. “Casi la mitad de la producción agrícola regional tiene que ver con el sector vitivinícola, hay municipios con monocultivo y repercute en otras actividades como el enoturismo”, añade. A esto se suma la cosecha más corta del siglo: 275 millones de kilos de uva en 2024.
En octubre se registraron 140.264 afiliados, un aumento del 2,2% respecto al mismo mes de 2023
Para la profesora, la crisis requiere un análisis sosegado y valorar “si se trata de algo estructural, para tomar decisiones drásticas, o coyuntural”. Esas acciones tajantes tienen que ver con el arranque de viñedos para compensar la oferta y la demanda, una reivindicación entre los viticultores. Lo que está claro, según Navarro, es que urge tomar medidas para consolidar una industria riojana fundamental.
Entre los retos se vislumbran algunas oportunidades centradas en la innovación, como la agricultura de precisión. “La tecnología puede dar valor añadido al sector agroalimentario con vinos y conservas más especiales, pero también a otros como la producción de calzado, en lo que destacamos”, aclara Gómez. La clave para el experto es evidente: “La Rioja debe buscar nuevas vías sin olvidar aquello en que tradicionalmente es buena”.
Tareas pendientes
Diversificación territorial. En Logroño residen 150.020 personas, casi el 47% de la población regional total (319.892 riojanos), cifra el Instituto Nacional de Estadística. Esto potencia la concentración económica en la capital, como señala Ernesto Gómez, presidente del Colegio de Economistas de La Rioja. “Estamos viviendo la despoblación de las cabeceras de comarca”, apunta el experto, que destaca la necesidad de equilibrar la producción económica y la llegada de los servicios a todo el territorio.
Sostenibilidad. La región debe trabajar en la integración del desarrollo sostenible, “un reto ineludible”, opina María Cruz Navarro, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de La Rioja. “Esto impone cambios estructurales que afectan a sectores directamente afectados”, agrega la docente. Para Navarro, este desafío también brinda oportunidades vinculadas a “nuevas formas de producir y de gestionar los recursos naturales”, entre otros.