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El nuevo mapa de los hidrocarburos: entra EE UU y sale Rusia

El país norteamericano envió a la UE el 70% de su GNL. Fatih Birol pronostica tensiones en el mercado para 2023

Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, el pasado 25 de enero en Madrid.
Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, el pasado 25 de enero en Madrid.Pablo Monge Fernandez

Para muchos, la invasión de Ucrania por Vladimir Putin ha significado un viaje al pasado, con el regreso de la inflación, de un mundo dividido en bloques y del miedo al apocalipsis nuclear. Pero la reconfiguración del mapa energético mundial, que también ha provocado esta trágica guerra, podría ser una ventana al futuro, con nuevos países asumiendo el rol de grandes proveedores de gas y una transición verde reforzada “por factores de seguridad energética, de política industrial y de lucha contra el cambio climático”, como dijo el pasado 25 de enero el director de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, durante la presentación en Madrid del informe Perspectiva energética mundial.

Entre los favoritos del nuevo mapa energético destacan los productores de gas natural licuado (GNL) de EE UU, que han visto cómo sus beneficios se multiplicaban con la subida de precios y el acceso al mercado europeo tras la retirada de Rusia. Según las estimaciones de la directora del EnergyEcoLab en la Universidad Carlos III, Natalia Fabra, solo en España “las importaciones de GNL de Estados Unidos se han duplicado, pasando de ser el 14% del total en 2021 a casi el 29% en 2022″. A escala europea, el crecimiento ha sido similar: de acuerdo con los datos del experto en energía Daniel Yergin, si en 2021 solo un tercio del GNL que exportaba EE UU iba a Europa, en el último año “ha sido casi un 70%”.

Estados Unidos ha adelantado a Australia y a Qatar ampliando su capacidad de producción de GNL para convertirse en el principal exportador del mundo, una proeza que, según Yergin, autor del libro The new map: energy, climate, and the clash of nations, es aún mayor si se tiene en cuenta que “su primera exportación ocurrió en 2016″. “El GNL de EE UU estaba yendo, principalmente, a Asia, pero con el confinamiento de China cayó la demanda asiática a la vez que subían los precios en Europa”, explica.

Otros claros ganadores han sido India y China, dice Yergin. El país de Narendra Modi, “porque el 85% de su petróleo es importado y ahora puede comprar petróleo ruso con un descuento de entre el 30% y el 40%”. En el caso de China, porque en términos geopolíticos sale reforzada con una Rusia mucho más dependiente de las decisiones de Pekín. Por no hablar del resto de productores de gas que se han beneficiado de la subida de precios, como Qatar, Argelia, Libia y Noruega, que según los datos del Bruegel Institute es ahora mismo el principal proveedor de gas por tubería de la Unión Europea.

En el lado de los perdedores figuran países como Bangladesh y Pakistán, que en 2022 quedaron fuera de la guerra de precios para asegurar el abastecimiento de gas y tuvieron que recurrir al fuel, al carbón o a los apagones. “El mercado del gas ha estado absolutamente loco”, comenta Fabra. “Antes de la pandemia, los precios estaban en torno a los 18 o 19 euros por megavatio hora, y en esta crisis han llegado a estar a 300, una diferencia que ha provocado todo tipo de cosas, desde empresas que rompían contratos hasta barcos que se daban la vuelta en mitad del mar”, apunta.

Pero en el nuevo mapa de los hidrocarburos el gran derrotado es Moscú, con la desaparición de su mejor cliente, la Unión Europea. En el corto plazo, Rusia ha amortiguado las pérdidas por los favorables precios del gas. Como dice el experto en transición energética Pedro Fresco, “Rusia ha vivido toda la vida con precios del gas natural de entre 15 y 20 euros el megavatio, por eso con los valores de 50, 60 o 70 euros de ahora, le da igual si vende la mitad”.

¿Qué pasará después?

Según Yergin, el tope que la UE puso al precio del petróleo ruso está funcionando para quitarle a Moscú los beneficios que obtenía con los nuevos precios de los hidrocarburos. Y las perspectivas a medio plazo para el gas no son halagüeñas. Construir un gasoducto a China le llevará “media década o más”, cree Yergin, y la tecnología para producir GNL está en manos occidentales. “La capacidad que Rusia tiene para producir GNL es limitada y tiene pocas probabilidades de crecer por la interrupción del suministro de tecnología occidental”, señala.

En Europa, el coste de la invasión ha sido alimentar una inflación que ha puesto contra las cuerdas a la clase media, pero no ha habido grandes apagones y el gas acumulado ha permitido pasar el invierno mejor de lo que se esperaba. ¿Se podrá mantener? Según Birol, seguirá habiendo tensiones en el mercado por dos factores: el regreso de la demanda china y la posibilidad de un invierno más severo sin ampliaciones previstas en la capacidad de producción global de GNL.

Unas tensiones que afectarán a todos los hidrocarburos. Como dijo a la cadena estadounidense CNBC Maarten Wetselaar, CEO de Cepsa, lo más probable es que el precio del petróleo vuelva a los tres dígitos en la segunda mitad de 2023.

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