Domínguez (Navantia) reivindica la importancia de ampliar el gasto en defensa para lograr “capacidad disuasoria”
El presidente de la empresa española anima a trabajar junto a los rivales directos de la industria para complementar proyectos
El tablero geopolítico es cada vez más impredecible y la seguridad trasciende las fronteras físicas. Ahora es crucial proteger los datos, contar con satélites propios y desarrollar algoritmos con sello nacional. En este nuevo escenario, la industria de defensa se convierte en un eje estratégico para la autonomía de los Estados. España, en sintonía con sus socios europeos, acelera su inversión en capacidades propias, apostando por la innovación tecnológica como escudo frente a los desafíos globales, cada vez más intensos. Ricardo Domínguez, presidente de Navantia, ha participado en el foro CREO 2025, organizado por Cinco Días y Prisa Media, para abordar cómo la seguridad ya no es solo una cuestión militar, sino un motor de transformación industrial, social y económico.
Navantia, empresa pública integrada en la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), es el buque insignia de la industria naval española. Especializada en el diseño, construcción y mantenimiento de buques militares y civiles de alta tecnología, también opera en sectores estratégicos como la energía eólica marina, los sistemas navales y la ciberseguridad. Y ahora, más que nunca, se prepara para un ciclo de rearme que marcará el futuro del sector. Domínguez fue claro: “Incrementar el gasto en seguridad y defensa es la parte troncal del plan de rearme de España y Europa”. El objetivo es que todos los países de la UE eleven la inversión de dicha partida hasta el 2% del PIB.
Navantia es consciente que de los 31 programas que se prevén que agreguen músculo a la industria en territorio nacional, “algunos afecten a la compañía”, sobre todo, los destinados a la construcción de nuevos buques. A propósito: el pasado martes el Consejo de Ministros aprobó el proyecto para la fabricación de un buque logístico para apoyar a las tropas en operaciones terrestres. Y agregó que “ya hay otros cinco encargados para este año”. Para Domínguez, la prioridad española es tener alta “capacidad disuasoria”.
El presidente de Navantia también recordó que el sector ha vivido históricamente con altibajos, pero que ahora el tablero geopolítico ha cambiado, sobre todo por las amenazas de Donald Trump de dejar sin un paraguas de defensa a sus aliados de la OTAN, tras 80 años de alianza transatlántica. Esa misión tendrá impactos indirectos en la economía y el conocimiento, pues “invertir en defensa es también invertir en investigación y desarrollo (I+D), en empleo cualificado y en desarrollo industrial”, destacó. “De hecho, es bueno que ahora exista la estabilidad de la inversión, que será clave para planificar a largo plazo y ganar autonomía”, sentenció en el encuentro.
“Durante años hemos dependido en gran medida de Estados Unidos. Pero hoy, casi el 70% de los buques que construimos incorporan tecnología española o, al menos, europea”, subrayó Domínguez en su intervención. Y concluyó con que en España “existe la capacidad técnica y humana para los planes de fabricación. No siempre lo creemos, pero es así”, reivindicó. Domínguez también defendió una mayor colaboración entre países europeos y con grandes actores del sector, como Rheinmetall. “Hay que dejar de mirarnos el ombligo. Cada país sabe lo que necesita, pero debemos articular una industria fuerte, evitar duplicidades y complementarnos. Incluso: hay que hablar y estar muy de cerca con nuestros competidores directos; porque hablar con ellos es clave para optimizar la producción y aprovechar la cooperación europea en defensa”, concluyó.
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