¿Qué se juega la economía española si gana Trump?
El riesgo de un auge proteccionista podría elevar las tensiones inflacionistas al encarecer los intercambios. Además, la falta de un plan de consolidación fiscal podría repercutir en la UE
Lo que no beneficia a la colmena no beneficia a la abeja, dice Marco Aurelio en sus Meditaciones. Ante las elecciones estadounidenses, puede hacerse un paralelismo similar: lo que no beneficia a la Unión Europea no beneficia a España. ¿Y qué es positivo y qué negativo? Entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris, pocas veces ha existido un consenso tan amplio sobre qué aspirante será más lesivo para los intereses de la economía europea y española. Una vez despejada la incógnita, preocupa, sobre todo, la intención del político neoyorquino de aplicar un arancel de entre el 10% y el 20% a todas las importaciones (del 60% a las de China), lo que podría costar unos 180.000 millones de euros al bloque comunitario, según la estimación del Instituto de Economía Alemana.
Trump, ajeno a los códigos diplomáticos, lanzó su amenaza en un acto en Pensilvania la semana pasada: “La Unión Europea suena tan linda, ¿verdad? Todos esos pequeños y lindos países europeos que se unen”, comentó, antes de desplegar su postura. “No compran nuestros coches, no compran nuestros productos agrícolas. Venden millones de vehículos en Estados Unidos. Van a tener que pagar un alto precio”, afirmó. Esta referencia a la industria automovilística muestra la exposición de algunos países europeos, siendo Estados Unidos el principal destino de las exportaciones comunitarias. Una victoria de Trump implicaría desafíos adicionales para Alemania, cuya economía, afectada por el auge chino en el sector del coche eléctrico, ya enfrenta dificultades, y que según Eurostat es el país que más envíos realizó a Washington en 2023, con 157.732 millones de euros, y un enorme superávit comercial de 85.800 millones.
España, vulnerable a los aranceles
España parece algo menos expuesta que otros países de la UE: en 2023 fue el séptimo mayor exportador a EE UU, con 18.904 millones de euros —la principal partida fue la de máquinas y aparatos mecánicos, y los vehículos fueron la cuarta—, lo que representó un 13,1% de las exportaciones extracomunitarias españolas. Sin embargo, cualquier intensificación de la guerra comercial con el Viejo Continente o con China afectaría indirectamente a la economía nacional, ya que reduciría sus exportaciones de bienes intermedios, esenciales en su rol dentro de la cadena de producción de automóviles y otras mercancías.
En cualquier caso, los analistas están seguros de que, con el 10% del PIB español y el 18% de sus exportaciones vinculadas al sector automotriz, los efectos de posibles parones en fábricas alemanas también se sentirían en territorio español. “Las más afectadas serían las empresas exportadoras españolas que tengan mercado en EE UU, por los aranceles prometidos por Trump. Son más altos a China, pero también impactarían a Europa. Las compañías exportadoras europeas cotizadas en Bolsa que tienen mercado en EE UU ya lo están haciendo mal”, señala Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners. La mayoría no tienen tanto tamaño. El ICEX calcula que 28.000 empresas españolas exportaron a EE UU en 2023.
Un informe de KPMG previo a los comicios señalaba diferencias claras entre ambos candidatos. “Harris favorece un enfoque multilateral, con incentivos fiscales para promover la producción nacional y alianzas internacionales que equilibren el comercio”, señala el texto. En contraste, creen que Trump apuesta por una postura más proteccionista, priorizando aranceles y la renegociación de acuerdos para reducir el déficit comercial. No obstante, Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano y del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS), advertía de que “ninguno de los candidatos tiene un plan económico adecuado para enfrentar los desafíos de la economía estadounidense”, lo que planteaba, en cualquier caso, serias inquietudes sobre la estabilidad económica en el futuro. “Aunque las medidas arancelarias altamente proteccionistas de Trump tendrían un impacto negativo en la Unión Europea y España, la propuesta de Kamala Harris también se caracterizaba por un enfoque proteccionista, aunque de forma mucho más quirúrgica”, añade.
Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas, coincide en este diagnóstico y cree que ambos candidatos querían impulsar ayudas específicas a la producción local y estímulos para la relocalización de inversiones en el territorio, lo cual podría afectar negativamente a los productos europeos en el mercado estadounidense.
¿Más inflación?
Con la crisis de precios aparentemente bajo control —la inflación cerró octubre en el 2% en la zona euro, justo en el objetivo del BCE, y en España es del 1,8%—, una potencial guerra comercial sería, sobre el papel, inflacionista, al encarecer los intercambios. Dependiendo de su intensidad, eso podría trasladarse a la política monetaria, con una suavización de los tipos de interés más gradual si hay repuntes de precios asociados al auge proteccionista. Y por tanto, con una bajada del euríbor menos vertical que mantendría más altas las cuotas de los hipotecados.
Los analistas también asocian la victoria de Trump a un dólar más fuerte. En parte porque ha prometido importantes recortes fiscales que teóricamente impulsarían el crecimiento económico a costa de lastrar la recaudación e impulsar el déficit. “La política de Trump va a recalentar una economía que no acaba de enfriarse. Eso te lleva a un mayor riesgo de inflación, y probablemente a que los tipos de interés de largo plazo suban más”, señala De la Torre.
Un euro más débil implica pagar más por la energía que importa España, dado que su precio en los mercados internacionales se mueve en dólares, y por tanto, es inflacionista para Europa.
Arnal cree que ambos candidatos carecían de un plan de consolidación fiscal en su programa. Al analizar la situación actual, menciona que “la deuda pública de Estados Unidos está en una senda creciente, alcanzando ya el 120% del PIB”, y advierte que las proyecciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso indican que esta ratio podría continuar en aumento, llegando a una media anual del 6% del PIB hacia 2034. A pesar del crecimiento económico que está experimentando EE UU, a tasas cercanas al 3% del PIB, el esfuerzo que se debe hacer es enorme.
El Fondo Monetario Internacional ha advertido que, para estabilizar la ratio de deuda pública sobre el PIB, se necesitaría implementar un ajuste fiscal de cuatro puntos actuales del PIB para alcanzar un superávit primario del 1%. Este escenario plantea una gran preocupación para Arnal, quien teme que la confianza en la preeminencia del dólar y la percepción de seguridad que ofrece la deuda pública estadounidense hagan que los líderes políticos ignoren la urgencia de establecer políticas fiscales más sostenibles y esto termine arrastrando a la Unión Europea. “Se están confiando demasiado y lo cierto es que en el medio plazo pueden acabar con una crisis fiscal que tenga fortísimas repercusiones a nivel global. Y por supuesto que impactaría a España”, detalla.
Desafíos para la banca y energéticas
La falta de atención que ha recibido el tema de la regulación bancaria por parte de ambos candidatos, especialmente tras la crisis financiera que afectó a la banca regional en 2023 y que incluyó el colapso del Silicon Valley Bank también preocupa a los analistas. Arnal advierte que la desregulación bajo la administración Trump en 2017, que facilitó la eliminación de requisitos de capital y liquidez para bancos de mediano tamaño, contribuyó a la vulnerabilidad del sistema financiero. Ella enfatiza que, ante una crisis bancaria, “la combinación de fallos de las entidades, errores de supervisión y un marco regulatorio laxo” podría desencadenar situaciones similares en el futuro que serían potencialmente desestabilizadores para la economía, no solo a nivel nacional, sino con repercusiones globales.
La regulación de las tecnológicas y la transición energética también podrían ser motivo de conflicto, en particular bajo la presidencia del republicano. Entre las industrias con las que Trump ha mostrado mayor sintonía está la de los combustibles fósiles. Las grandes compañías de gas y petróleo han donado a su campaña 75 millones de dólares, más de lo que percibió en sus anteriores intentos de alcanzar la Casa Blanca, aunque muy lejos de lo que les reclamó (1.000 millones) a cambio de desmontar regulaciones medioambientales.
“EE UU es un mercado muy interesante para las empresas concesionarias, de infraestructuras y energía españolas. De hecho, los últimos programas de inversión pública no han hecho más que incrementar el interés en el mercado estadounidense. EE UU también resulta un mercado prioritario para las empresas españolas orientadas al consumidor final (por ejemplo, moda)”, apuntan fuentes de la CEOE.
En cuanto a las tecnológicas, los analistas coinciden en que es probable que Trump redoble la presión sobre las autoridades europeas para que eviten sanciones contra las empresas estadounidenses.