El dilema del sobreturismo vuelve a las calles de Europa con el inicio de la primavera
Las ciudades europeas luchan para regular una de sus principales actividades económicas, que supone alrededor del 10% del PIB de toda la Unión Europea y que para 2033 podría dar trabajo a más de 26 millones de personas.
La encrucijada del turismo excesivo vuelve a las calles del Viejo Continente, que en 2023 superó las cifras de hospedaje previas a la pandemia del coronavirus. La situación es compleja: por una parte, esta actividad representa alrededor del 10% del PIB de la Unión Europea y genera unos 23 millones de trabajos; por el otro, el exceso de visitantes deteriora la calidad de vida de algunos de los residentes permanentes y puede desequilibrar los precios de los alquileres, productos y servicios locales.
Ya a inicios de 2019 el Parlamento europeo encargó una investigación sobre del fenómeno del “sobreturismo” (overtourism en inglés). En ese entonces, el estudio lo describía como “la situación en la que el impacto del turismo, en ciertos momentos y en ciertos lugares, excede los umbrales de capacidad física, ecológica, social, económica, psicológica y/o política”. Entre otras cosas, el análisis mencionado concluyó que los países miembros debían enfocarse menos en las estrategias de gestión turística de los destinos y más en el volumen de los visitantes. La respuesta de Bruselas a esta problemática ha sido la creación de la “ruta de transición del turismo”(transition pathway) que sienta las bases para promover la sostenibilidad en el sector y que incluye diversos proyectos legislativos.
En un contexto local, a día de hoy una de las medidas más comunes para compensar el impacto del turismo son las tasas turísticas; que ya están presentes en ciudades europeas como Ámsterdam, Berlín, Lisboa, Roma, París, Viena y Venecia. Estas tarifas, que se deben pagar al pasar una noche de hotel, suelen situarse por debajo de los 10 euros. Dicho esto, recientemente regiones como la Comunidad Valenciana y Andalucía han debatido imponer este tipo de cobros, mientras que en destinos con alto tránsito de turistas como Cataluña y Baleares ya se aplican.
La Organización Mundial del Turismo (UNWTO) espera que Europa vuelva a mostrar resultados positivos en este sector en 2024. “En marzo, Rumania y Bulgaria se unirán al área de libre circulación Schengen, y París será la sede de los Juegos Olímpicos de verano en julio y agosto”, resaltan. Asimismo, CaixaBank Research anticipa que las llegadas de turistas internacionales a España aumentarán un 3,8% en 2024, con aumento en los turistas estadounidenses y británicos.
Dicho esto, los expertos coinciden en que el turismo inducido por los hospedajes puede causar molestias y cambios en las actividades de las ciudades, haciéndolas menos atractivas para los residentes. “El impacto potencial de la apertura de hoteles en el mercado inmobiliario puede remodelar aún más el panorama económico, afectando a las empresas de manera diferente según su estructura empresarial. En este sentido, las empresas de propiedad individual, que carecen de recursos compartidos, pueden ser más sensibles al aumento de los precios del alquiler de la tierra, ya que sus costes operativos fijos las hacen vulnerables a los desafíos financieros”, explica el investigador Alberto Hidalgo en un informe realizado para la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), publicado en febrero.
Concentración
En concreto, los turistas están pasando más tiempo en las ciudades Europeas. Las últimas cifras de Eurostat muestran que, tras tres años con una proporción “significativamente menor” de visitantes, el año 2023 marcó un retorno a los volúmenes prepandémicos; con 2.920 millones de noches pasadas por huéspedes en alojamientos de la UE. Según la agencia estadística europea, esto supone un aumento del 1,4% en comparación con el volumen de noches pasadas en 2019, y un aumento del 6,1% en comparación con el año 2022.
El 46% de estas noches en 2023 correspondieron a estadías de turistas extranjeros. En cuanto a composición, según los datos más recientes de Eurostat, la mayoría de este tipo de vacacionistas en 2022 provenían de dentro de la UE (alrededor de un 65% del total). Específicamente, el 23% del total de noches internacionales en alojamientos turísticos correspondieron a visitantes alemanes, seguidos por los franceses e italianos (con un 5,7% y un 3,4% respectivamente). Los viajeros de países europeos no comunitarios (por ejemplo ingleses) representaron un 21,6% adicional, mientras que los norteamericanos, un 5,9% y los asiáticos, un 3,5%. Los sudamericanos y del resto del mundo cubrieron el 3,2% restante ese año.
A nivel trimestral, en los últimos meses de 2023 el aumento porcentual de las noches pasadas en alojamientos rondó el 3,9% interanual. Esta cifra, sin embargo, queda corta comparada con el despegue que han visto otros países europeos no comunitarios, como Albania, donde el crecimiento superó el 72% en estos meses (ver gráfico). Cabe destacar que, si se comparan estas cifras con las de 2019 de forma anual, ciertos destinos han registrado mayor incremento neto en este factor. Este es el caso de Países Bajos, España, Francia y Portugal. Mientras tanto, Alemania e Italia aún no lograron superar sus cifras previas a la crisis sanitaria.
Según las últimas cifras de Eurostat, los principales países visitados por número de noches son España, Italia, Francia, Grecia y Alemania, en ese orden. Por ciudades, en 2022 (la última cifra disponible), los turistas pasaron más de 71 millones de noches alojados en París. Esto la convirtió en la metrópolis más visitada de la UE, seguida de Roma y Berlín, con 29,2 y 26,3 millones de noches en 2022, respectivamente.
Alrededor del 74% de las estancias se dieron en hoteles. Sin embargo, esto no necesariamente beneficia la economía de los destinos. “Si bien los establecimientos orientados al turismo se benefician enormemente, las actividades orientadas a la producción se ven afectadas negativamente. Esto sugiere que la apertura de hoteles juega un papel crucial en la transición de una ciudad orientada a la producción a una orientada al consumo”, explican desde Fedea.
Alquileres turísticos
Otro de los indicadores que muestra el aumento de la predominancia del turismo en ciertas ciudades europeas son los alquileres turísticos. De hecho, un informe reciente de la Comisión Europea revela que por lo menos nueve Estados miembros consideran esta actividad como un “desafío” regulatorio y siete la consideran una “prioridad” en esta dimensión.
Así, los datos más recientes muestran que durante el tercer trimestre de 2023, los huéspedes pasaron 309,4 millones de noches en alojamientos de alquiler a corto plazo en la UE, reservados a través de Airbnb, Booking, Expedia Group o TripAdvisor. Esto corresponde a un aumento del 13,4% en comparación con el mismo periodo de 2022, según cifras de Eurostat. En concreto, durante este periodo, España e Italia, dos de los principales destinos de verano, alcanzaron tasas de crecimiento del 12,7% y 16,0%, respectivamente, en este ámbito.
Los expertos advierten que estas actividades, junto al aumento de la actividad hotelera, también pueden afectar a los residentes locales en materia inmobiliaria. “Si bien los hoteles pueden contribuir al crecimiento económico y la revitalización, existe la preocupación de que puedan exacerbar los procesos de gentrificación al expulsar a los residentes de larga duración. Aunque los propietarios de viviendas podrían experimentar beneficios de la expansión hotelera a través de los efectos de capitalización del valor de la propiedad, los inquilinos podrían enfrentar consecuencias adversas”, apuntan desde Fedea.
Oponerse a un sector tan crucial, sin embargo, es complicado. Sobre todo cuando las proyecciones indican que su importancia y peso en la economía seguirán creciendo. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC por sus siglas en inglés) pronostica que para 2033, el sector de viajes y turismo representará “uno de cada diez euros en la economía de la Unión Europea”. En este contexto, la organización también anticipa que el sector apoyará la creación de casi 4 millones de nuevos puestos de trabajo adicionales para 2033, hasta alcanzar los 26,4 millones, uno de cada ocho puestos de trabajo en toda la región.
Posibles soluciones
Para mitigar este impacto, Bruselas está confeccionando una regulación para los alquileres de alojamiento a corto plazo desde 2022. En noviembre de 2023 se llegó a un acuerdo para implementarla. Según la Comisión Europea, esta nueva regulación “proporcionará información clave a las autoridades que deseen abordar el impacto de los alquileres a corto plazo en las comunidades locales”. Tras su aprobación y entrada en vigor (aproximadamente en 2026), los Estados miembros tendrán un plazo de 24 meses para establecer los mecanismos de intercambio de datos, que ya se están preparando con el apoyo de la Comisión Europea.
“Las ciudades están luchando contra una explosión de alquileres vacacionales ilegales. Esto pone bajo presión la habitabilidad y la asequibilidad de las ciudades de toda Europa. Hasta ahora, las plataformas de alquiler se han negado a compartir datos, lo que dificulta el cumplimiento de las regulaciones locales. Afortunadamente, esta ley pone fin a eso y devuelve más control a los destinos. Estamos demostrando que no son las grandes empresas tecnológicas, sino las propias ciudades, las que determinan las reglas”, indicó a finales de 2023 la parlamentaria europea neerlandesa Kim van Sparrentak.
El sector privado también reconoce que su éxito puede generar problemas. En esta línea, desde Travalyst (una organización fundada por el duque de Sussex y por gigantes del sector como Skyscanner, Expedia y Booking) sugieren que diversificar los destinos puede ser una alternativa para moderar el impacto del turismo sobre las ciudades más concurridas.
“Al ampliar los beneficios económicos de los viajes, aliviar la sobreocupación y filtrar el turismo hacia áreas menos visitadas, creemos que el crecimiento exponencial de los viajes puede ser una fuerza positiva. El turismo debe empoderar a las comunidades locales, permitiendo a los anfitriones capitalizar y proteger sus recursos naturales y culturales”, indican desde esta organización.
Del lado del consumidor, muchos de los viajeros también buscan escapar de estos destinos sobreexplotados. Una encuesta publicada recientemente por Booking revela que un 47% de los usuarios encuestados quiere “conectar con la gente de destinos menos concurridos” y el 44% se anima con lugares “menos turísticos” por encima de los destinos tradicionales.
En este sentido, desde Skyscanner destacan que una de sus encuestras recientes revela que uno de cada cuatro viajeros jóvenes (de millenials en adelante) afirmó que viajaría con medios más sostenibles, que reflexionaría más sobre el impacto financiero y los beneficios del turismo para las comunidades locales, y que exploraría lugares diferentes. “Cada vez más, la dispersión turística es un objetivo clave de los patronatos de turismo, no sólo por sus beneficios para la sostenibilidad, sino también por sus beneficios económicos”, responde Ángel Guirado, experto en viajes de Skyscanner en España a CincoDías.
“Nuestro último estudio sigue una pauta similar. Para empezar, la propensión a viajar en 2024 sigue siendo alta, ya que el 81% de los viajeros globales tiene previsto realizar el mismo número de viajes al extranjero, o incluso más, este año en comparación con 2023. Sólo el 9% de los encuestados considera que la sostenibilidad en relación con los viajes “no es importante en absoluto”, y el 55% está dispuesto a pagar más por opciones de viaje sostenibles”, afirma Guirado, para después añadir que en el sector hay interés por interesar a los viajeros en destinos alternativos más allá de los “puntos calientes”.
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