¿Quiere contener el golpe de la inflación? Coma marisco

Mientras los alimentos han sufrido subidas de casi el 17% en el último año, el pescado y el marisco solo han aumentado la mitad. La percepción de que es un producto de lujo ha provocado que se consuma menos en el último año

Carlos Cortinas Cano

Desde el inicio de la guerra, la elevada inflación ha marcado la actualidad económica. El sector alimentario es de los más afectados. En febrero de 2023, un año después de la invasión rusa, alcanzó subidas interanuales del 16,7%. En el mismo periodo, el pescado y el marisco fresco aumentaron la mitad que el resto de los alimentos (un 9,4% y 7,9% respectivamente). Para explicar que los productos del mar se hayan encarecido a menor ritmo, Gonzalo Rodríguez, economista e investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) señala como causas la percepción del pescado como un producto caro, la caída del consumo y que las empresas asumen costes.

Según los últimos datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras el pescado fresco se encareció un 3% en junio y el marisco un 4,6%, la carne de porcino lo hizo un 15,7%. Otros alimentos habituales de la cesta como harinas, los huevos, el aceite de oliva y el azúcar registraron subidas que fueron del 9% hasta el 44,9%, todos más que los productos del mar. A partir de datos del INE y de Consumo, se puede indicar que el coste medio del pescado en junio se situó en los 9,10 euros por kilogramo. Si hubiera seguido la tendencia de precios del total de alimentos, su valor hubiera aumentado prácticamente dos euros, es decir, un 21,54% más caro.

Por gusto o por ser un producto asociado a un consumo responsable y no tanto al disfrute, el pescado es de los alimentos a los que primero se renuncia en periodos inflacionarios al ser percibido como un producto caro, según Rodríguez. El Informe del Consumo Alimentario que elabora el ministerio de Alberto Garzón cada año indica que el consumo de pescado fresco cayó un 16,9% durante 2022. Esta caída provoca que los precios no suban al mismo ritmo que otros alimentos, según corrobora Javier Garat, secretario general de Cepesca y presidente de la patronal europea Europêche.

Además, en palabras del economista de la USC, “lo que se manifiesta es una elasticidad alta, que quiere decir que son productos a los que la gente les encuentra muchos sustitutivos”. El pollo podría ser uno de ellos al tratarse de un alimento percibido como barato. Su consumo bajó cuatro puntos porcentuales menos (-12,9%) que el pescado mientras su precio aumentó un 13,4% el último año, el doble que el pescado fresco.

Asumir costes

El carburante puede significar el 24% del gasto de los costes operativos de un buque pesquero. “Hace no tanto estaba sobre el 0,4 euros por litro y el carburante llegó a estar a 1,2 euros por litro”, detalla el experto. A pesar de que el precio se redujo en los últimos meses, se sitúa en los 0,8-0,9 euros por litro, es decir, el doble de lo que se solía pagar por el gasóleo marino previo a la guerra. Un coste que los armadores asumen para intentar evitar trasladarlo a los precios finales ante la caída de consumo y la percepción de ser un producto más caro.

El carburante no es el único coste que ha incrementado. Los salarios de los marineros tienen un peso similar y están subiendo ante la dificultad para armar tripulaciones con experiencia. El sector se enfrenta a la falta de relevo generacional y a la entrada de marineros extranjeros con mucha menos experiencia. “Donde no hay demasiada oferta de mano de obra, la lógica es que haya mayor capacidad negociadora de los salarios”, aclara Rodríguez.

Pintura, envases, servicios portuarios, el propio servicio de transporte o las gestorías son otros de los gastos que asumen los armadores. Luego, dependiendo de los tipos de flota hay alguno que tiene un peso muy elevado. Por ejemplo, la flota de palangre, de las más sostenibles y selectivas, es de las vulnerables ante el incremento de los costes producidos por el cebo.

Situación y demandas del sector

Asimismo, otra de las problemáticas del sector es la pérdida de caladeros en el último año. El último, el de Marruecos que, según Garat, no va a influir en el valor de los productos del mar porque se trataba de un caladero complementario y los buques españoles se dirigirán a otros lugares como Mauritania. Además, el 70% del pescado que se consume en la Unión Europea se importa.

Aunque no tenga un efecto en los precios, la pérdida de caladeros sí tiene un impacto en la facturación del sector. La veda de 87 zonas en el Atlántico Noroeste promovido por la UE el verano pasado puede hacer caer sus ingresos un 15%. Desde el sector también alerta que la instalación de molinos para la producción de energía eólica también está reduciendo las zonas que se usaban para la pesca.

El sector ha tenido que realizar un esfuerzo para adaptarse a la Política Pesquera Común de la UE y no sienten que hayan sido recompensados. Por eso, una de sus principales demandas es la reducción del IVA. “Nadie entiende por qué no lo han bajado”, señala Garat. El pescado y el marisco fresco es uno de los productos más habituales en la cesta de la compra al que no se le aplicó como sí se hizo al pan, la leche, los huevos o frutas y verduras.

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