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Activos digitales
Tribuna
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El papel de la tokenización en el sistema financiero del futuro

Los avances tecnológicos detrás de las criptomonedas pueden aplicarse a activos más tradicionales, como los instrumentos financieros o el propio dinero fiduciario

Blockchain
Un ilustración sobre la blockchainPolkadot

Los avances tecnológicos que están detrás de las criptomonedas, como la criptografía o la tecnología de registros distribuidos (DLT), pueden aplicarse también a activos más tradicionales, como los instrumentos financieros o el propio dinero fiduciario. La tokenización permite digitalizar esos activos y representarlos en forma de tokens, dotándolos de una serie de propiedades con un gran potencial para mejorar el sistema financiero.

Los tokens contienen no solo información sobre el propio activo que representan sino también reglas sobre su funcionamiento —lo que se puede hacer o no con ellos—. Esta propiedad, unida a la integración de los tokens en plataformas programables, permite simplificar la forma en la que se ejecutan las transacciones, que normalmente involucran cadenas de mensajes y ejecución de operaciones en diferentes sistemas. Además, el uso de smart contracts o contratos inteligentes permite que varias transacciones se puedan ejecutar de forma automática cuando se cumplen una serie de condiciones.

En los mercados de valores, por ejemplo, la tokenización permite que en una misma plataforma se puedan emitir bonos, intercambiarlos en el mercado secundario y automatizar el pago de cupones y la devolución del principal por parte del emisor. Igualmente, en el mundo de trade finance, los pagos de un comprador a un vendedor internacional se pueden desembolsar de forma automática a medida que el vendedor cumple ciertos hitos del proceso de entrega (por ejemplo, el envío de la mercancía desde un puerto).

Para que esto sea posible y aprovechar al máximo las ventajas de la tokenización, un aspecto clave es que distintos tipos de tokens se puedan integrar en las mismas plataformas, incluidos no solo tokens que representan activos financieros (como un bono o un préstamo) sino también dinero tokenizado. Esto permite que el intercambio de un activo (la compra-venta de un bono, por ejemplo) y el pago asociado a esa operación se puedan producir de forma automática y simultánea.

La tokenización del dinero abarca tanto el dinero emitido por los bancos comerciales, con el que se realizan la mayoría de los pagos de particulares y empresas, como el dinero emitido por los bancos centrales, que se utiliza para la liquidación interbancaria y las transacciones mayoristas. Surgen así los conceptos de depósitos bancarios tokenizados y de monedas digitales mayoristas de bancos centrales (wCBDCs, por sus siglas en inglés). Estas últimas permiten integrar también en las plataformas DLT el último paso de la mayoría de las transacciones (la liquidación final en dinero del banco central), aprovechando así al máximo las ventajas de la tecnología al tiempo que se preserva la estructura actual del sistema monetario.

En este contexto tecnológico, el Banco de Pagos Internacionales (BIS) ha introducido el concepto de unified o shared ledgers para denominar a las plataformas comunes donde coexisten los distintos tipos de tokens y se almacena toda la información necesaria para que las transacciones financieras se ejecuten de forma simultánea en un único lugar.

La tokenización, junto con estas plataformas comunes, representan los ingredientes necesarios para concebir la infraestructura financiera del futuro, que ya está siendo objeto de estudio y análisis a través de múltiples iniciativas y proyectos de distinto calado. Aunque la mayoría tiene un alcance limitado en términos geográficos o de colaboración público-privada, recientemente se ha puesto en marcha el Proyecto Agorá, promovido por el BIS conjuntamente con el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), y que cuenta con la participación de los bancos centrales de siete zonas monetarias (México, Estados Unidos, Reunido Unido, Europa, Suiza, Corea y Japón) y más de 40 instituciones financieras del sector privado, incluidos los tres principales bancos españoles. Este proyecto, el primero de ámbito verdaderamente global, pretende construir un prototipo técnico para los pagos mayoristas transfronterizos basado en una plataforma programable en la que se integre el dinero tokenizado emitido por los bancos comerciales y por los bancos centrales.

Mirando hacia delante, la tokenización y las nuevas infraestructuras financieras enfrentan diferentes desafíos que deben abordarse para poder avanzar en su desarrollo. Por un lado, se necesita una mayor claridad regulatoria sobre el tratamiento de los depósitos bancarios tokenizados y sobre su naturaleza jurídica, que debería ser equivalente a la de los depósitos tradicionales, y, por otro lado, es necesario seguir adaptando la normativa actual sobre los instrumentos financieros tokenizados y las infraestructuras de mercados financieros para aportar mayor certidumbre al mercado.

Además, los bancos centrales deben apostar decididamente por los proyectos de CBDCs mayoristas, que, a diferencia de sus equivalentes minoristas, como el euro digital, presentan beneficios claros al aprovechar la tokenización y la tecnología DLT y, al mismo tiempo, preservan el funcionamiento actual del sistema financiero y la intermediación bancaria, evitando riesgos para la estabilidad financiera. También debe abordarse el reparto de roles y funciones entre el sector público y el sector privado en las nuevas infraestructuras, así como la tecnología y el nivel de descentralización asociado, buscando un equilibrio entre innovación, eficiencia y seguridad. Por último, a medida que sigan proliferando proyectos y avancen la tecnología y los casos de uso, será imprescindible la convergencia hacia infraestructuras y estándares comunes para evitar la fragmentación y alcanzar la escala que necesita cualquier mercado financiero.


María José Escribano y Pablo Urbiola son expertos en activos digitales y regulación digital de BBVA



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