Talgo cierra dos años agónicos: da entrada a la SEPI y a financiación por 1.250 millones antes de la toma de control vasca
El presidente de la patronal alavesa SEA, Juan Antonio Sánchez Corchero, representará a la sociedad estatal

Visto bueno de la junta de accionistas de Talgo al desembarco de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) con un 7,8% del capital, a través de una ampliación de 10,6 millones de acciones, y a la refinanciación que abre definitivamente la puerta al consorcio vasco que lidera el presidente de Sidenor, José Antonio Jainaga, del que se espera que firme la toma de un 29,7% el próximo día 17. La llegada de unos y otros se ha acordado a 4,25 euros por título, frente a los 2,80 del cierre bursátil de este viernes.
Desde la firma industrial se reconoce que los dos últimos años, desde que trascendieran negociaciones para la venta del paquete de control en manos de la instrumental Pegaso, han sido poco menos que agónicos después de una opa vetada, acercamientos no deseados por no incluir pagos en efectivo y aplazamientos de acuerdos bendecidos por el Gobierno. Durante este tiempo, “el desarrollo de la actividad ordinaria del Grupo Talgo se ha visto afectada de forma muy negativa”, reconoce la empresa a través de un comunicado. La ausencia de un marco accionarial estable “ha generado reveses en la gestión y ha deteriorado de manera significativa la posición competitiva, económica y financiera de la Sociedad”.
El presidente Carlos de Palacio ha lanzado un mensaje de cierto optimismo sobre el futuro: “La aprobación y ejecución de las operaciones contempladas [en el orden del día] son indispensables para preservar el futuro de la sociedad y del Grupo Talgo”, ha señalado durante su intervención a puerta cerrada para los medios de comunicación. El ejecutivo ha añadido que los pasos dados este viernes “son una demostración del claro compromiso del consejo para proteger a los diferentes grupos de interés: los accionistas, que requieren un marco estable y transparente; los trabajadores, que precisan seguridad y continuidad en su empleo; los clientes, que demandan confianza en la capacidad de la sociedad para cumplir con sus compromisos; y los acreedores, que necesitan garantías de sostenibilidad financiera”.
Los accionistas han votado por abrumadora mayoría, con el 97,9% a favor, al referido aumento de capital dedicado en exclusiva a la SEPI, a 4,25 euros por título o por 45 millones de euros en total. También ha estado por encima del 97% el respaldo a la emisión de 300 bonos convertibles, por 30 millones de euros, que igualmente serán suscritos por la SEPI. En tercer lugar, Talgo va a emitir otros 750 bonos por un valor de 75 millones en su conjunto que irán a manos de un grupo de inversores vascos integrado por Clerbil (vehículo inversor de Jainaga), el fondo público Ekarpen y las fundaciones bancarias BBK y Vital.
El cuarto punto del orden del día era igualmente vital. Se ha dado luz verde a una nueva estructura de deuda y avales que buscan asegurar la implantación de un nuevo plan industrial. La deuda actual se refinancia con 770 millones de crédito (liderado por BBVA y CaixaBank) repartido en dos tramos: hasta 650 millones a seis años con garantía parcial de CESCE, y un revolving a cinco años de hasta 120 millones (el sistema permite disponer de los fondos y reutilizarlos a medida que se devuelven, pagando intereses por el importe utilizado). De forma adicional, Talgo contará con una línea de avales por 500 millones también con garantía parcial de CESCE.

Se movilizan 1.250 millones de euros para una compañía que cuenta con una cartera de contratos de 4.000 millones y serios problemas para ejecutarla en sus plantas de Las Matas (Madrid) y Ribabellosa (Álava). La inyección de crédito ayudará a responder frente a contratos con Deutsche Bahn, Egyptian National Railways, Flixtrain o Saudi Arabia Railways, además de atender las necesidades de circulante.
El consejo, por último, ha sido reducido a ocho posiciones a la espera de la entrada de José Antonio Jainaga, el fondo público vasco Finkatuz y las fundaciones bancarias BBK y Vital, además de la SEPI. Esta tarde ha trascendido que el representante de la sociedad estatal será Juan Antonio Sánchez Corchero, actual presidente de la patronal alavesa (SEA), lo que incide en el acento vasco que tendrá la nueva Talgo. Se espera que Jainaga ocupe o designe la presidencia y que no esté representada BBK por una cuestión de incompatibilidad al participar en el rival CAF con un 3%.
La presencia de la SEPI ha allanado el visto bueno de los bancos al cambio de manos de la compañía. La inversión pública, en la que se ha volcado el ministro de Transportes, Óscar Puente, pasó el filtro de asesores externos y ofrece “una oportunidad favorable de inversión”, se ha explicado desde la compañía.
Incertidumbre
Talgo ha subrayado la complejidad del proceso societario que culmina tras dos años de incertidumbre en torno al capital, desde que trascendiera el interés del consorcio húngaro Ganz Mavag por hacerse con el 100%. El inversor fue rechazado por el Gobierno en agosto de 2024, por una cuestión de defensa de la seguridad nacional, tras el lanzamiento de una opa de 619 millones de euros (5 euros por acción).
El acercamiento de Ganz Mavag, y posteriormente de Skoda Tranportation, Jupiter Wagon y la polaca Pesa, respondió a la decisión de venta de la participación de control en manos de la instrumental Pegaso, donde alinean sus intereses el fondo Trilantic y la familia fundadora Oriol.
El pasado 14 de febrero salió a la luz el principio de acuerdo entre Pegaso y el consorcio vasco para la transmisión de un paquete que se queda por debajo del umbral de la opa obligatoria (30%). “Dicho acuerdo, de carácter estratégico para la continuidad del proyecto empresarial, se encuentra en fase de ejecución y abre una nueva etapa en la vida de Talgo”, culmina el comunicado con sello de la compañía.
Con Jainaga al frente de Talgo, pese a que tendrá prácticamente idéntico peso que el resto de nuevos accionistas, se espera la presentación de un nuevo plan industrial que ataje el problema de déficit de planta. Talgo lleva años tratando de trazar alianzas para ganar capacidad incluso externalizando procesos.

