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La regeneración, eje del nuevo modelo de infraestructuras ante el reto climático

España afronta la necesidad de modernizar su red de infraestructuras con una inversión de 349.000 millones hasta 2030, en plena transición ecológica

Jaime Rodríguez Parrondo

Las infraestructuras del siglo XXI no pueden limitarse a ser sostenibles: deben ser regenerativas. Es decir, que además de reducir su impacto negativo sobre el entorno, han de contribuir activamente a restaurar ecosistemas, integrar comunidades y ser energéticamente autosuficientes y resilientes al cambio climático. Si bien este nuevo enfoque, todavía incipiente en España, plantea retos de inversión, planificación y gobernanza en un contexto de transformación ecológica urgente.

Estas fueron algunas de las conclusiones del desayuno informativo organizado por CincoDías y patrocinado por Acciona, en el que participaron Justo Vicente, CEO de infraestructuras en Acciona; Antonio Muruais, subdirector general de Sostenibilidad e Innovación de la Dirección General de Carreteras (del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible), y Miriam Martínez, coordinadora del máster universitario de Planificación y Gestión de Infraestructuras de la Universidad Politécnica de Madrid.

“El futuro ya no pasa solo por construir más, sino por construir mejor”, resumió al inicio Justo Vicente. Desde su perspectiva, el enfoque regenerativo no es solo una evolución técnica, sino un compromiso ético y económico. “Una infraestructura regenerativa es aquella que devuelve más de lo que toma. Y eso implica incorporar la sostenibilidad desde la fase de diseño, desde los materiales hasta su integración territorial”, apuntó.

En este sentido, Vicente destacó que la colaboración público-privada será clave para abordar los 349.268 millones de euros que Seopan estima necesarios para modernizar la red de infraestructuras en la próxima década. Y subrayó que esta transformación exige nuevos criterios de evaluación en la contratación pública: “No basta con premiar el menor precio. Hay que premiar el mayor impacto positivo en el entorno y la vida de las personas”.

Cambio cultural

Por parte de la Administración, Antonio Muruais coincidió en que el modelo de infraestructura debe evolucionar. “Estamos ante un cambio cultural en la Administración pública. La infraestructura no puede ser una isla: debe estar conectada con la movilidad, la digitalización y la sostenibilidad”, señaló.

Muruais defendió que España ya está dando pasos hacia esa visión, con ejemplos como los corredores multimodales o la mejora de la eficiencia energética en estaciones ferroviarias. No obstante, reconoció la necesidad de agilizar la planificación: “Hacer proyectos regenerativos exige anticiparse mucho más. Eso implica cambiar los tiempos administrativos y trabajar con modelos predictivos más sólidos”.

Y desde el ámbito académico, Miriam Martínez alertó de que muchas infraestructuras en España tienen décadas de antigüedad y apenas están digitalizadas. A su juicio, el verdadero salto transformador vendrá de la mano de la hibridación entre ingeniería civil y tecnología: “Necesitamos infraestructuras que aprendan, que se autorreparen, que evolucionen con su entorno. La inteligencia artificial, el IoT o el blockchain van a cambiarlo todo en este sector”.

Martínez defendió que las infraestructuras regenerativas deben ser entendidas como parte de un ecosistema, no como elementos aislados. Y subrayó que esto requiere un enfoque educativo diferente: “Tenemos que enseñar a diseñar pensando en el largo plazo, en el valor social y ambiental que una obra puede generar con el paso del tiempo”.

Los tres ponentes coincidieron en la necesidad de revisar los marcos normativos y financieros. Vicente remarcó que las infraestructuras regenerativas son, por definición, más exigentes en inversión inicial, pero más rentables a largo plazo. “El retorno no solamente es económico: es social, ambiental y reputacional”, apuntó. A lo que Muruais añadió que Europa marcará el ritmo con su regulación verde y fondos vinculados a sostenibilidad.

El reto, concluyeron los invitados al desayuno, no es solo técnico. Es estratégico y cultural. Pasar de infraestructuras que se desgastan a infraestructuras que regeneran implica repensar desde los pliegos hasta la formación. Y hacerlo rápido: el clima no espera.

Un nuevo modelo compartido

La transformación hacia infraestructuras regenerativas no es solo técnica, sino cultural y transversal, por lo que exige una visión compartida entre sectores y disciplinas. Y no siempre requieren grandes inversiones. A veces, pequeñas intervenciones bien dirigidas pueden tener un gran impacto social, ambiental y territorial. Así lo defendieron los tres ponentes al hablar de actuaciones como carriles bici interurbanos, sendas peatonales y corredores verdes junto a obras lineales.

El Ministerio de Transportes ha activado financiación con fondos Feder para conectar municipios mediante itinerarios ciclistas segregados, explicó Antonio Muruais. Miriam Martínez insistió en que muchas de estas medidas son viables “sin que nos cuesten muchísimo dinero”. Y Justo Vicente defendió priorizar zonas de tránsito habitadas y travesías, por su efecto directo en las comunidades. Son actuaciones que humanizan el espacio y anticipan un nuevo modelo más accesible, sostenible y conectado.

La digitalización, clave

Si algo quedó claro durante el desayuno es que la regeneración de infraestructuras no puede entenderse sin digitalización. Las herramientas tecnológicas permitirán que las infraestructuras no solo sean más eficientes, sino también predictivas: capaces de anticipar su propio desgaste y minimizar el impacto de su mantenimiento.

Miriam Martínez, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, fue tajante en este punto: “Estamos en los primeros pasos de un cambio de paradigma. Hasta ahora construíamos infraestructuras que envejecían. Ahora podemos diseñarlas para que aprendan y evolucionen con el entorno gracias a la inteligencia artificial, el IoT o el blockchain”.

La experta de la UPM explicó que las grandes infraestructuras españolas acumulan décadas de uso y no están preparadas para los desafíos climáticos y de eficiencia actuales. “El 70% de las infraestructuras críticas del país tiene más de 30 años. No podemos aspirar a la regeneración sin invertir en su digitalización”, afirmó.

En esa misma línea, Justo Vicente, CEO de Infraestructuras de Acciona, consideró que la inversión inicial en herramientas inteligentes se amortiza rápidamente con ahorro operativo y beneficios ambientales: “Con sensores, gemelos digitales y plataformas de gestión podemos reducir los costes de operación hasta en un 20%, y alargar la vida útil de la infraestructura en al menos una década”.

Y desde el Ministerio de Transportes, Antonio Muruais reconoció que uno de los principales cuellos de botella es la adaptación de la Administración: “Necesitamos actualizar los modelos de pliegos para que prioricen la innovación, porque muchas de estas tecnologías ya existen, pero no encuentran espacio para implantarse”.

En todo caso, Muruais insistió en que el impulso debe ser conjunto: sector público, empresas y universidad. “En los próximos años, el esfuerzo conjunto en digitalización marcará la diferencia entre países líderes en infraestructuras y países que se queden atrás”, advirtió.

Sobre la firma

Jaime Rodríguez Parrondo
Colaborador en temas financieros y de empresa. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en medios económicos como la revista Dinero, el mensual Futuro, el diario La Gaceta de los Negocios, el portal AutonomosyEmprendedores o el medio especializado Capital Humano.
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