La difícil digestión de Bimbo: tres cierres en un año y un incierto futuro industrial en España
La compañía confirma su decisión “firme” de clausurar su planta de Valladolid, donde produce Donuts, Tigretones o Donettes, con 200 afectados. Los trabajadores reclaman conocer los planes de futuro de la empresa, que también ha aplicado recortes en la red de distribución
Bimbo avanza hacia un nuevo cierre de una fábrica en España. La multinacional mexicana está en proceso de clausurar su instalación de Valladolid, abierta desde 1973 y una de las siete que la multinacional absorbió tras adquirir Panrico en 2016. Esta producía, hasta ahora, productos para algunas de sus marcas de bollería más emblemáticas, como Donettes, Tigretones o algunas variantes de los Donuts.
Una decisión “irrevocable”, según explica la compañía a este periódico, pese a la presión para buscar alternativas que las administraciones y la propia plantilla, que roza los 200 empleados, están ejerciendo en el inicio de las negociaciones, incluida una movilización este sábado en Valladolid. “Nos comprometemos a estudiar todas las propuestas que se remitan”, explican fuentes de Bimbo, “si bien la decisión del cierre es firme, dado que las razones que han llevado a Bimbo a tomarla no han cambiado”.
Razones que la representación laboral no reconoce. Bimbo apunta a “un contexto extremadamente volátil”, a factores “productivos y organizativos”, y a cambios en la demanda. El informe técnico llevado a la mesa de negociación menciona, por ejemplo, el auge de las marcas blancas o de una caída de cuota de mercado. “No existe una causa justificada”, afirma Sebastián Serena, secretario del sector agroalimentario de la federación de industria de UGT, y presente en las negociaciones con la empresa. “No reconocemos las causas. Si quieren hablar de ERE, tendrá que ser con un futuro para la planta, con ellos o sin ellos. Que busquen un comprador que mantenga el máximo de empleos”, afirma.
Una demanda a la que la empresa responderá en próximas reuniones. “La fábrica es viable”, dice David García Hermana, secretario general de la comisión sindical de Bimbo en CC OO. “Bimbo no tiene pérdidas, pero buscan optimizar sus beneficios. Este cierre forma parte de un plan de reestructuración que la compañía no ha presentado a la parte social”, apunta.
Otros cierres
García Hermana pone sobre la mesa otros casos recientes, como el cierre de la fábrica de El Verger, en Alicante, en la primera mitad de este año con 90 trabajadores afectados, de los que una veintena fueron trasladados a la fábrica de Paterna, en Valencia. Esta fue comprada en 2020 a Cerealto Siro para producir pan de molde para Mercadona. También el caso de Paracuellos (Madrid) en 2023, con cerca de 200 empleados. En aquel caso, la mayoría fueron trasladados a las instalaciones del Polígono de las Mercedes, también en Madrid, o a la fábrica de Azuqueca de Henares (Guadalajara).
Entre 2020 y 2021, también cerraron las de Granollers y Tenerife, en el primer caso trasladando la producción y la plantilla a Santa Perpetua de Moguda (Barcelona), la histórica fábrica de los Donuts de Panrico. Antes de la pandemia, también se produjeron las clausuras de las plantas de Teror (Gran Canaria), traspasada a Adam Foods como parte de la compra de Panrico, o la de Palma de Mallorca.
A estos ajustes industriales, se suma una profunda reestructuración de la red comercial. Ahora, la empresa apuesta por distribuir su producto a sus principales clientes desde grandes plataformas. Algo que, según Sebastián Serena, afecta a unos 300 autónomos que han dejado de trabajar para Bimbo en la península. En Canarias, donde la red de ventas sí es personal laboral, acaba de presentar un plan similar que acarreará un ERE.
“Queremos que se nos detalle el plan industrial para España, pero la empresa no dice nada. Estamos desesperados por la ausencia de respuesta”, dice el portavoz de UGT. “Están acometiendo una reconversión industrial, transformando todo su modelo productivo, y queremos saberlo”, reclama García Hermana, de CC OO.
Preguntada sobre si acometerá nuevos cierres tras el de Valladolid, Bimbo afirma que no lo tiene previsto, aunque no descarta ningún escenario. “Hacemos análisis periódicos de capacidades productivas para ver cómo podemos incrementar la producción de nuestras fábricas y poder hacer frente a la demanda actual, bajo unos parámetros de sostenibilidad”, se indica. “La demanda actual ha conllevado cambios en la producción, lo que hace necesario reorganizar la actividad en todas las plantas y concentrar la fabricación de determinados productos, para adecuar la demanda a los territorios en los que operan las plantas”, ahonda la empresa. “Nuestra estrategia en España es crecer de forma sostenida a medio y largo plazo”.
Bimbo destaca que, en los últimos tiempos, ha crecido con las fábricas de Paterna (Valencia), y Medina del Campo, a la que planea trasladar a parte de la plantilla afectada por el cierre de Valladolid, y desde las que fabrica productos para Mercadona; o la compra de Amaritta este año, empresa cordobesa dedicada a producir pan sin gluten.
La compra de Panrico
Sin embargo, su mapa productivo ha menguado desde que, en 2016, adquiriera Panrico y sus siete fábricas. Una operación que supuso un alivio para la plantilla de la firma española, que atravesó una grave crisis desde que el fondo Apax la adquiera en 2005 por 900 millones. Como es habitual en estos casos, el fondo trasladó la deuda derivada de la compra a la compañía, lo que acabó siendo una losa al no compensar ese pasivo con un incremento del negocio.
Panrico pasó a manos de Oaktree en 2011 por apenas 100 millones, y en 2013 entró en concurso de acreedores, que abandonó tras acordar 745 despidos y un recorte salarial del 15% para quienes se mantuvieron. La matriz mexicana de Bimbo compró su marca en España en 2011 a Sara Lee, y en 2015 se lanzó a por Panrico, a la que acabó absorbiendo un año después.
Así, Bimbo se reforzó en el negocio de la bollería industrial de marca propia, que lideraba Panrico con una cuota de mercado en la península de entre el 30% y el 40%, según el informe emitido entonces por la CNMC. “Era el líder. Los Donuts no los hacía nadie más que Panrico. Pero surge la competencia, crece la marca blanca, empresas al alza como Dulcesol, Europastry... que hacen de todo”, analiza Sebastián Serena. “La integración con Bimbo se veía con esperanza, al ser una multinacional de ese tamaño, y funcionó los primeros años”.
“Con Panrico sumaron siete fábricas y decidieron mantenerlas, porque los números lo permitían”, dice David García. El informe de la CNMC decía que las plantas de Panrico eran “complementarias geográficamente a las de Bimbo”. La empresa, además, apuntaba a que se crearían economías de escala que generarían “importantes ahorros de costes de distribución y logísticos, y la adquisición de una catera de productos complementaria para contrarrestar el ascenso de la marca de distribuidor”.
Hoy, los ahorros se buscan por la vía de los cierres. “Quieren ahorrar costes indirectos, de edificios, pero por el camino se llevan un fuerte impacto social”, dice David García. Bimbo, cuyo director general en España es, desde el año pasado, Gastón Lo Russo, defiende que las decisiones actuales “no tienen nada que ver con ninguna adquisición anterior”, en referencia a la de Panrico.
En 2022, último ejercicio con datos disponibles, Bimbo Donuts Iberia, sociedad que aglutina la facturación a clientes finales y la actividad de las fábricas de Santa Perpetua, Puente Genil, Zaragoza y también la de Valladolid y la cerrada de Paracuellos, registró unas ventas de 565 millones de euros, un 16% más, pero con un resultado negativo de 17 millones. Panificación Industrial Vergel, que recogía la actividad de la fábrica alicantina cerrada este año, facturó entonces un récord de 22,7 millones y un beneficio de 770.000 euros. No registraba pérdidas desde 2015. Bimbo SA, que aglutina la actividad de la sede de Madrid o la planta de Solares, ganó 15 millones.
Las negociaciones para el cierre de Valladolid continuarán la semana próxima. “La compañía apuesta por llevar a la mesa de negociación cualquier propuesta que pueda ayudar a los colaboradores”, dice Bimbo. “Esperamos que en la próxima reunión nos digan que van a contratar a una empresa especializada para buscar un comprador. Nos negamos a hablar de cierre sin alternativas”, defiende Sebastián Serena, de UGT.