La inflación se cobra 1.400 empleos en dos años en grandes fabricantes alimentarios
Pepsico, Danone, Nestlé, Bimbo o Heineken ajustan plantillas por la subida de costes y los cambios de hábitos tras dos años del altos precios
Grandes fabricantes alimentarios suman ajustes laborales que afectan a más de 1.400 empleados en España en los últimos dos años, periodo en el que se ha desencadenado una profunda crisis inflacionaria que ha afectado de forma particular a la producción de alimentos y bebidas.
Gigantes como Pepsico, Heineken, Nestlé, Nueva Pescanova, y en los últimos días, Danone y Bimbo, han acometido despidos colectivos, en algunos casos con cierres de fábricas, alegando causas productivas u organizativas.
En el caso de estas dos últimas empresas, por partida doble. Danone y Bimbo comunicaron hace escasos días su intención de cerrar sus respectivas plantas de Parets del Vallés (Barcelona), y El Verger (Alicante). Antes, la compañía láctea también cerró su planta de Salas, en Asturias, que acabó vendiendo al grupo Royal holandés A-ware; y la panificadora echó el cierre a su instalación de Paracuellos del Jarama, en Madrid. Decisiones que afectaron a un total de 355 trabajadores, en muchos casos prejubilados.
Entre medias, Pepsico ha ejecutado un ERE a 545 trabajadores de oficinas y fábricas; Nestlé lanzó un programa de bajas voluntarias para 120 puestos; o Heineken prejubiló a otros 127 trabajadores. A todos ellos se ha sumado en los últimos días Atunlo, principal productor europeo de elaborados crudos y congelados de atún, con unas ventas consolidadas de más de 220 millones. Esta acaba de firmar un acuerdo con la plantilla para el cierre de su fábrica de Santoña, con un ERE a 83 trabajadores, y otro despido colectivo en su planta de O’Grove, para 116 personas.
En la mayoría de los casos no se alegan causas económicas, sino productivas. Necesidades de racionalización de la mano de obra para mejorar la competitividad ante el contexto económico. “La decisión adoptada respecto a la planta de El Verger responde a temas organizativos y productivos”, se explica desde Bimbo a consulta de este periódico. Este argumenta su decisión del cierre de El Verger a la necesidad de “reorganizar la capacidad de producción de ciertos productos para cubrir la demanda del mercado europeo y la compleja situación del sector de pan brasa [tostado]”, añade.
Preocupación
“Estamos preocupados”, explican fuentes sindicales que han participado en estos procesos. “Los fabricantes han reducido volúmenes y necesitan menos personal, tanto en fábrica como en oficina”, añaden. Ahí entran factores como las subidas de costes, que se han comido los márgenes de un buen número de empresas del sector; como el desplazamiento de la demanda a productos de marca blanca y de menor precio para contener las subidas de precios en los lineales.
Heineken, por ejemplo, ya contemplaba en su último convenio, firmado en 2021, las condiciones a aplicar en caso de un despido colectivo durante su vigencia. Empresas como Danone, Pepsico o Nestlé han sufrido el crecimiento de las marcas de distribución. El gigante suizo señaló directamente la competencia de esta para su programa de bajas.
“Todo pasa factura. Más del 70% del mercado de los lácteos es de marca blanca”, dice Sebastián Serena, secretario del sector agroalimentario de la Federación de Industria de UGT. Este analiza que, si la inflación alimentaria no aterriza a niveles normales, seguirá generando efectos en el sector, aunque es optimista sobre la situación del mismo. “El sector agroalimentario es muy fuerte, hay inversioens, empleo, se negocian los convenios. Hay preocupación por algunas decisiones, y desde las administraciones públicas no hay una apuesta fuerte por esta industria”, lamenta.
Desde el Gobierno siempre intentamos que la capacidad productiva se mantengaLuis Planas, ministro de Agricultura
Al respecto, el ministro de Agricultura, Luis Planas, se refirió la semana pasada a los últimos cierres, aunque sin entrar a valorar las decisiones empresariales. “Son noticias que tienen un coste social y que nunca son positivas”, dijo. “La fotografía que hacemos desde este ministerio es de un sector que crea empleo y que incrementa la facturación. Desde el Gobierno siempre intentamos que la capacidad productiva se mantenga”.
Esa imagen, eso sí, tiene matices. Si bien la ocupación y la afiliación en el sector ha aumentado, entre 2018 y 2022 el número de empresas se ha reducido en casi 1.200. “El empleo puede crecer, pero otra cuestión son las condiciones. Empleados que salen de estas empresas grandes, son absorbidos por otras viéndolas mermadas”, dice una fuente sindical.
Desde la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), no entra a valorar decisiones particulares de las empresas. Sí se reconoce la “incertidumbre en el escenario internacional, una preocupante sequía y una importante inflación de costes” que están provocando una reducción de márgenes y una ralentización en el crecimiento de industria.
Producción y exportaciones crecen en valor, pero no en volumen. Y ponen el foco en las pymes, mayoritarias en el sector, “las que más están sufriendo”. Pese a todo, FIAB considera que la industria sigue siendo “resiliente”.
Peticiones desde la industria para el nuevo Gobierno
Competitividad. Aunque desde FIAB se resalta la fortaleza del sector, la patronal alimentaria considera “imprescindible” que el nuevo Gobierno “cree escenarios que permitan impulsar la autonomía estratégica del sector y su competitividad, preservando la unidad de mercado y proporcionando seguridad jurídica y estabilidad fiscal”. El director general de FIAB, Mauricio García de Quevedo, y su presidente, Ignacio Silva, también presidente de Deoleo, se reunieron la semana pasada con el ministro de Agricultura, Luis Planas. En el encuentro, se puso sobre la mesa la preocupación por el impacto del conflicto en el mar Rojo y su implicación en la cadena alimentaria, y se confirmó una segunda edición del Perte agroalimentario, tras adjudicarse el primero en diciembre.
Tamaño. La industria de alimentación y bebidas alcanzó en 2022, último año con datos disponibles, con una producción de 144.000 millones de euros, un 1,5% más que en el año anterior. FIAB ya alertó que ese escaso crecimiento se debió a la situación inflacionista, tanto en España como en los mercados exteriores, apuntando sobre todo al precio de la energía, los transportes y las materias primas.
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