Tráfico de llamadas y denuncias falsas: Arenillas pide 10 años de cárcel para Francisco González por el caso Villarejo
El exvicepresidente de la CNMV contradice la versión del expresidente de BBVA y asegura que este conocía el detalle del espionaje del comisario jubilado
Los escritos de acusación por los trabajos que el comisario jubilado José Manuel Villarejo realizó durante 13 años para BBVA comienzan a presentarse ante la Audiencia Nacional. Una vez que el juez instructor que ha llevado el caso durante más de seis años propuso juzgar, el pasado junio, al banco y a una decena de exdirectivos, las acusaciones han empezado a formular sus peticiones de cárcel. Uno de los primeros en hacerlo ha sido el que fuera vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) entre 2004 y 2008, Carlos Arenillas, que pide una pena de 10 años de prisión para el expresidente de BBVA Francisco González, el exconsejero delegado de la entidad Ángel Cano y el exjefe del área de seguridad corporativa Julio Corrochano por los delitos de cohecho y revelación de secretos. Asimismo, plantea la condena de 13 años de cárcel para Villarejo y 10 años para el socio del expolicía, Rafael Redondo.
El escrito de acusación de Arenillas, al que ha tenido acceso CincoDías, relata los sucesos que sufrió como víctima de un “hostigamiento sostenido”, nombre con el que el comisario jubilado se refirió, en los informes que entregó a BBVA sobre sus espionajes, a las distintas formas de presión que empleó contra el bautizado como “grupo hostil”. Este es el primer trabajo que realizó Villarejo para la entidad con el objetivo de desactivar la opa lanzada por Sacyr Vallehermoso en 2004 para hacerse con el control del banco. Así, se centró en el expresidente de Sacyr Luis del Rivero, el exvicepresidente de BBVA José Domingo de Ampuero y el exdirector general adjunto del banco, Vicente Benedito Francés, así como Arenillas, entre otros.
El juez instructor procesó a nueve altos cargos de BBVA en la época de los hechos, pero Arenillas solo pone el foco en González, Cano y Corrochano, además de Villarejo y su socio. Asimismo, aunque se adhiere al relato que hizo la Fiscalía Anticorrupción en mayo, en un escrito presentado en el que solicitó los procesamientos, para defender que existe una continuidad delictiva durante más de 10 años, el exvicepresidente de la CNMV se detiene en el periodo comprendido entre diciembre de 2004 y el primer trimestre de 2005, tiempo en el que se vio sometido a seguimientos, control del tráfico de llamadas, denuncias falsas e incluso robos. Con respecto al banco, solo pide que responda como responsable civil en caso de que estos acusados no hagan frente a una indemnización de 180.000 euros que reclama por los perjuicios ocasionados.
La defensa de Arenillas, ejercida por la abogada Almudena Peleteiro, que firma el escrito de acusación, hace hincapié en que el espionaje a su cliente tiene cierto grado de relevancia porque no solo era vicepresidente de la CNMV, sino también consejero del Banco de España: “Gran parte de la información reservada de ambas instituciones se vio comprometida. Ello supuso, a la postre, que el BBVA tuviese acceso directo a la información confidencial de dos instituciones encargadas de supervisarle”, recalca.
La acusación explica que Corrochano, antiguo comisario de policía, fue la persona que contrató a Villarejo tras “convencer” a González de que sería el indicado para frenar las intenciones de Sacyr, una vez que el entonces presidente trasladó a varios directivos de BBVA su temor a no poder continuar en el cargo si la opa prosperaba. “Ambos fueron conscientes en todo momento de lo que estaban contratando”, asegura, al tiempo que resalta que Villarejo era un “policía en activo que, a espaldas de sus superiores, utilizaba medios, contactos e información reservada propios de su cargo para desarrollar su entramado empresarial”. Sobre Ángel Cano destaca que era conocedor de los informes que el comisario jubilado entregó sobre el avance de sus espionajes, en el que se incluía datos de la “vida íntima” de los espiados, “incluyendo referencias a procedimientos judiciales que únicamente podían haberse de bases policiales”.
Para llegar a esta conclusión, el documento reproduce extractos de las grabaciones que Villarejo hizo de sus conversaciones con Corrochano, y que obran en el sumario de la causa, en las que el exdirectivo de BBVA hace alusión a Cano como “mi director general”, o a González como “el presi”. Con ello, la defensa de Arenillas contradice la versión del expresidente de la entidad, que defiende que nunca dio la orden de contratar al expolicía ni conoció ningún detalle del desarrollo de su trabajo, y apunta que de dichos audios se desprende que una de las “exigencias particulares” del que fuera máximo dirigente del banco era incluir en la investigación de Villarejo a Arenillas e Intermoney, sociedad que presidió antes de aterrizar en la CNMV.
“Mecanismos de presión”
Según el escrito, el comisario jubilado presentó en 2005 una denuncia falsa contra Intermoney como “mecanismo de presión” ante el órgano regulador, que derivó en una investigación. El objetivo era filtrarla a la prensa, “dañar su imagen” y generar “desasosiego”, tal y como se reconoce en uno de los informes aportados a BBVA, recuerda la defensa. Asimismo, poco después de cerrarse el expediente de Intermoney, tuvo lugar un “extraño robo” en la sede de la CNMV, donde dos personas consiguieron sortear las medidas de seguridad y sustraer únicamente un teléfono móvil. Arenillas atribuye este hecho a Villarejo porque, según consta en el sumario, el incidente fue recogido en un documento llamado “CNMV-Intrusos-28.7.0537″ antes de que el organismo emitiera un comunicado de prensa para informar sobre el mismo.
Otra estrategia de coacción utilizada, identifica el documento, fue el rastreo de las llamadas personales y profesionales, así como la revisión de su contenido. A ello se sumaron seguimientos físicos, que pasaron de ser una “discreta vigilancia” a convertirse en una “abierta persecución”, enfatiza la letrada. En esta línea, el escrito recuerda que, según consta en el sumario, Villarejo fotografió la vivienda familiar del exdirigente de la CNMV y que en las mismas fechas fue asaltada, aunque en dicho incidente solo desapareció un reloj.
Por último, la defensa de Arenillas subraya que los resúmenes de avance redactados por Villarejo para BBVA destacaban que los espiados sufrían “la angustia de sentirse perseguidos”. “Los informes no faltaban a la verdad. Durante aquella época, la sensación de sentirse acosado llegó a ser realmente angustiosa para mi representado”, lamenta. “Como él mismo explicó durante su declaración, en aquella época, su guardaespaldas llegó a advertirle de que estaba siendo espiado. Se le dijo que los Cuerpos y Fuerza de Seguridad del Estado llevarían a cabo un contraespionaje para detectarlo. Tiempo después, el comisario que, supuestamente, se encargaba de hacerlo le dijo que todo había acabado y que quienes le seguían, ‘unos don nadie’, habían huido. Aquello le inquietó, obviamente, por su seguridad y la de su familia. Tenía miedo. El ‘hostigamiento sostenido’ había dado resultado. Habida cuenta del tiempo transcurrido no ha sido posible identificar al comisario en cuestión, pero es un episodio que generó y continúa generando una intensa sensación de vulnerabilidad”, concluye.
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