Manuel Porras (BNP Paribas), el banquero con unos dedos que valen millones
El responsable de mercados globales de BNP Paribas explica el día a día en la mesa de mercados de uno de los principales bancos europeos
En el argot bursátil cuando un banquero de las mesas de mercados comete un error se le llama fat finger (dedo gordo, en inglés). No en vano, apretar la tecla equivocada, adquirir un derivado erróneo o liquidar incorrectamente una posición de un cliente supone un roto en el balance del banco que vale millones. Manuel Porras, responsable de mercados globales de BNP Paribas en Iberia, tiene esa responsabilidad de tocar las teclas correctas.
“En los últimos cinco o seis años no ha habido grandes errores, por el hecho de que los bancos han querido proteger su negocio pidiendo que los clientes informen por canales electrónicos, lo que minimiza el error humano. Al principio de mi carrera, sí he encontrado situaciones donde había una ligera discrepancia entre lo que pensábamos que quería el cliente y lo que él pensaba que había pedido, o lo que habíamos documentado, y lo que se había hecho. En estos casos se estipula, se analiza y generalmente se llega a un acuerdo que consiste en que el banco hace frente a su responsabilidad”, explica.
Las mesas de mercados son lo más parecido a lo que Hollywood ha reflejado del mundo de las finanzas. Banqueros sin poder despegar la mirada de un montón de pantallas que les rodean, con llamadas (ahora sustituidas por mensajería electrónica) incesantes de los clientes. Porras explica que la misión de estos equipos es ofrecer a sus clientes productos financieros, como derivados o bonos, para protegerlos de un riesgo, comprometiendo el balance del banco.
La responsabilidad es, por tanto, muy elevada. Porras explica que este tipo de banqueros deben encontrar un equilibrio entre calma y tensión. “En muchas ocasiones las situaciones que se presentan necesitan una acción rápida, un nivel de respuesta inmediato. No hace falta ponerse nervioso pero sí tener la tensión necesaria para estar ahí y poder resolver. Hay días que la gente no puede ni tomar un café. De hecho, una dinámica que tenemos en la sala es que cuando alguien baja a por uno trae tres o cuatro cafés, porque hay mucha gente que no se puede permitir mover de la mesa. Es igual que la comida, mucha gente come en la mesa, tiene el tiempo justo de coger el tupper y calentarlo para volver”, describe.
La jornada de un banquero de este tipo arranca, según explica, antes de la apertura del mercado, pero su jornada se centra entre las 8:30 de la mañana y las 17:30 de la tarde. “Una de las desventajas de la adopción de canales electrónicos es que el número de estímulos se ha multiplicado. Un cliente te llama por teléfono, los traders por el canal de comunicación interna, el chat de Bloomberg, el correo electrónico, el chat interno,... Tenemos cinco o seis pantallas, tienes inputs por todos los lados. Aunque te quisieses echar una siesta, nadie te dejaría”, describe.
No obstante, explica que la realidad de estas mesas de mercados dista mucho de los iconos que ha generado Hollywood en películas como El Lobo de Wall Street. “Ahora se ha perdido un poco, toda esa intermediación al instante que se hacía por teléfono. Es más silenciosa. Nuestra sala de mercados se parece mas a una biblioteca que a El lobo de Wall Street. Ya no se hacen operaciones de manera atolondrada. Así no funciona el mercado”, subraya.
En su opinión, las cualidades que debe aunar un banquero de mercados son tener un gran nivel de energía e intensidad a lo largo de todo el día, así como una alta capacidad de análisis y de las necesidades del cliente. “Nuestros clientes tienen necesidades sofisticadas y tú tienes que entenderlas, encontrar la llave que permite a tu cliente resolverlas”, dice y apunta hacia la necesidad de banqueros curiosos que se preocupen por salvar estas cuestiones.
El camino de Porras hasta estas mesas de mercados también ha sido particular. Es de formación ingeniero y afirma que le gustan mucho los números. Cuenta que empezó en el mundo de la aeronáutica y que tras cursar un MBA entró en el equipo de fusiones y adquisiciones de Credit Suisse. De ahí pasó al equipo de equity y en 2015 a BNP Paribas. Desplegó buena parte de su carrera en la oficina de Londres, de la que volvió a Madrid tras el Brexit. Explica que la salida del Reino Unido de la UE propició que muchos bancos decidiesen romper los hub que habían creado en Londres y repoblar sus unidades locales.
Esta trayectoria le da una atalaya privilegiada para observar la forma diferente de trabajar en el sector en Londres y en Madrid. “Cuando estás en Londres es muy fácil tener acceso a la información, estás al tanto de todo, pero tienes un acceso a clientes más lejano. En Madrid tienes la cotidianeidad. Aquí es más fácil tener una reunión presencial, que permite generar cercanía, pero es mas difícil estar al tanto de lo que ocurre en Londres”, resume.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días