La morosidad aguanta, pero ya afloran los primeros retrasos en la devolución de los créditos
Franck Vignard, consejero delegado de Cetelem en España: “Vemos desde principio de año más gente con dificultad para hacer frente a su recibo en fecha”
La fortaleza del mercado laboral, una mayor resistencia de lo esperado de la economía y el ahorro acumulado de la pandemia han sostenido la morosidad. Al menos por el momento. La tasa de impagos sigue en niveles históricamente bajos (cerró abril en el 3,55%, según el Banco de España), aunque ya afloran los primeros síntomas de agotamiento financiero de las familias. “Vemos desde principio de año más clientes con dificultad para hacer frente a su recibo en fecha”, asegura Franck Vignard (São Paulo, 49 años), consejero delegado en España de BNP Paribas Personal Finance, que opera en el país con la marca Cetelem.
Esto no implica que la morosidad vaya a crecer desde este momento de forma brusca, pero sí supone un primer aviso de que los hogares comienzan a sufrir el zarpazo en su bolsillo. “Entre la inflación y la subida de las hipotecas, hay clientes con más problemas. Pese a ello, se han ajustado, han reordenado sus cuentas y han logrado pagar dentro del mes”, resalta Vignard. Está bajo control, aunque se trata de un mensaje de alerta a tener en cuenta.
Según las cifras de Cetelem, desde enero se producen más retrasos. Esto es, no se abona en los días que estaba agendado, aunque las familias han conseguido revertir esa situación en las semanas siguientes y siguen al corriente de los pagos en su mayoría. “No afecta a la morosidad, porque pagan en el mes, pero ya se ve una mayor dificultad”, incide el máximo dirigente de la firma.
Un crédito se considera como mora cuando hay un impago del principal o de los intereses durante un periodo de más de 90 días (tres meses). Por eso, la posición no es crítica, aunque hay que mantener la cautela: “La situación se está corrigiendo. Cuando más se sintió el repunte fue en enero y febrero, pero se ve cómo las familias están reordenando sus cuentas y evitando los retrasos”. De hecho, la tasa de morosidad de esta entidad de préstamos al consumo (tiene una cuota de mercado del 9,1% en España, el cuarto operador con más peso tras los tres grandes bancos del país) sigue en sus mínimos históricos, cerca del 4%.
En este contexto, Vignard espanta los fantasmas de la crisis de 2008 y asegura que la situación de ahora es muy diferente: “Entonces se produjo un volumen explosivo de impagos y no se pudo arreglar fácilmente el recobro. Entre otras cosas, porque hubo un crecimiento muy significativo del desempleo que ahora no lo hay. Por eso somos moderadamente optimistas por el momento”. Así, cree que habrá un crecimiento de la morosidad sin llegar a niveles preocupantes.
Estos elementos citados explican que se haya registrado un freno en el crédito a nivel agregado, que también se produce en Cetelem. “Varios socios nos dicen que ven menos frecuencia de visitas en tienda”, reconoce Vignard. Y añade: “En préstamos personales, cuando se tiene que concretar la financiación, la gente se lo piensa más que antes”. Pese a estas dificultades, el directivo dice que no tomarán más riesgos para mantener su cuota. “Si por ser más prudentes baja nuestra cuota, bajará”, zanja.
Crítica al impuesto extraordinario
El banco francés BNP Paribas, al que pertenece Cetelem (ganó 128 millones en España el año pasado), ha sido la única entidad extranjera que ha tenido que pagar el impuesto extraordinario al sector financiero en España. En gran medida, por la actividad que tiene la filial de préstamos al consumo, aunque no cuenta con préstamos a tipo variable que se hayan beneficiado por las alzas de los tipos de interés.
“En Cetelem, la subida del euríbor genera un incremento de nuestro coste, no de los ingresos. En realidad, el margen se estrecha porque no tenemos créditos a tipo variable. Y encima vamos a tener que pagar un impuesto extraordinario”, critica Vignard. Sostiene que cada país puede decidir su política fiscal, pero tampoco comparte que sus competidores no lo paguen. “Genera una distorsión de mercado y otros operadores tienen una ventaja competitiva. El impuesto debería de ser para todos”, añade.
La compañía, mientras tanto, sigue centrada en ampliar su oferta y ya negocia alianzas con nuevos socios. “Esperamos que se puedan cerrar después de verano”, reconoce el consejero delegado de Cetelem España, que prefiere no dar más detalles sobre esta posible operación hasta que no se culmine.
Depósitos a 12 meses
En el segmento en el que está siendo más disruptiva la oferta comercial de la firma es en la cuenta corriente y de ahorro que ha sacado al mercado. Ya tenía licencia bancaria desde 1996, pero no lanzaron la banca digital hasta octubre del año pasado, casi tres décadas después. “Está disponible para clientes de Cetelem y no clientes desde abril, con una remuneración del 2% sin exigir nómina ni domiciliación de recibos. Ya hemos captado unos 13.500 usuarios”, explica Vignard.
De esta forma, argumenta, ganan ambos, tanto los depositantes como la entidad: los clientes reciben rentabilidad por su dinero y la compañía capta financiación más barata que el nivel de euríbor (en torno al 4%) que tiene que pagar en el mercado.
Además, Cetelem se prepara para ampliar aún más su oferta y lanzará en septiembre un depósito a 12 meses. “Todavía no están cerrados los detalles, pero será más competitivo que la rentabilidad de la cuenta. Calculamos una retribución de cerca del 3%”, adelanta el consejero delegado de la empresa de préstamos al consumo.
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