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Preguntas y respuestas para preparar bien la jubilación y evitar contratiempos

Qué tener en cuenta y cómo planificar el momento de retirarse

Cuando pensamos en nuestra jubilación y en cómo va a ser esa etapa en la que ya no tengamos la misma rutina y dejemos de trabajar, se nos pueden venir a la cabeza multitud de dudas. Unas cuestiones que variarán en función de nuestras circunstancias y objetivos, así como de la edad que tengamos cuando nos hagamos esta reflexión.

Lógicamente, no es lo mismo pensar en nuestra jubilación cuando tenemos 30 años que cuando tenemos 50. Y no lo es porque esos 20 años de diferencia hacen que nuestras prioridades sean distintas, que nos preocupemos y ocupemos de cosas diferentes. Pero la realidad, como explica Paula Satrústegui, socia de Asesoramiento patrimonial de Abante, es que la jubilación es un objetivo común que todos compartimos y aquí, aunque cada uno tenga sus propios planes y sueños, hay una misma meta que todos buscamos: mantener, al menos, el mismo nivel de vida. ¿Cómo podemos conseguirlo? Empezando por el principio y haciendo las preguntas adecuadas que nos ayuden a reflexionar y tomar buenas decisiones:

¿Me tengo que preocupar por mi futuro y por cómo va a ser mi jubilación, aunque sea muy joven?

La respuesta es que sí. A la hora de pensar en nuestro futuro y en cómo vamos a vivir cuando dejemos de trabajar, la edad no importa. Es decir, no hay un momento concreto para empezar a pensar en la jubilación: cuanto antes comencemos a planear ese momento, más tiempo tendremos para cambiar las cosas que no nos gustan y para ahorrar e invertir la cantidad que necesitemos tener como complemento a la pensión pública de la Seguridad Social.

Pero, aunque la edad no importa, obviamente sí que influye y, además, mucho. Cuando somos muy jóvenes, podemos empezar a reflexionar sobre cómo vamos a querer vivir y podemos empezar a invertir y ahorrar para ese momento, pero nos va a faltar información importante: no vamos a poder saber si vamos a seguir en el mismo trabajo, si vamos a cambiar de ser asalariados a autónomos o viceversa, si tendremos una vivienda o no en propiedad o si tendremos más de una, o cuántos hijos vamos a tener o, por ejemplo, si llegados los 65 optamos por la jubilación parcial y seguir trabajando, pero de otra forma.

Cuando somos más mayores, podemos tener más claras las cuestiones anteriores y tener más información, pero, por el contrario, vamos a contar con menos margen de maniobra para empezar a ahorrar y a invertir. Esto puede tener un coste enorme para nuestro bolsillo en ese momento. ¿El motivo? Cuanto antes empezamos a invertir, menor es la cantidad que necesitamos ahorrar mes a mes y menor es también el riesgo que asumimos con nuestras inversiones porque al tener más años por delante podemos pedir menos rentabilidad a los mercados financieros.

En cambio, cuanto más tarde empezamos a ahorrar, mayor es el esfuerzo que tenemos que hacer mes a mes y mayor es también la rentabilidad que vamos a necesitar. Esto es así porque no tenemos tantos años por delante para hacer crecer nuestro dinero y no podemos beneficiarnos del poder de largo plazo en la inversión y de las ventajas del interés compuesto.

Es decir, con largos periodos de tiempo -20, 30 o 40 años-, distribuimos el esfuerzo de ahorro en esos años; en cambio, cuando nos queda menos tiempo por delante, concentramos esa cantidad que no hemos ahorrado en los años anteriores en los momentos previos a la jubilación, lo que nos puede ‘asfixiar’ y trastocar el presupuesto y los planes que tengamos en esos momentos.

Aquí, además, es muy importante que tengamos en cuenta que nuestra jubilación no va a ser como la de nuestros padres. El incremento de la esperanza de vida es una realidad que va a hacer que pasemos más tiempo de nuestra vida como jubilados, lo que nos obliga a ahorrar más y a invertir teniendo en cuenta esos años de más que vamos a vivir.

Si no entiendo cómo funciona el interés compuesto, ¿necesito tener conocimientos financieros para planificar mi jubilación?

Necesitamos tener cierta cultura financiera para entender las consecuencias futuras de las decisiones que estamos tomando en el presente. Para planificar la jubilación e invertir para esa etapa, no tenemos que sacarnos un máster en inversión, pero sí necesitamos entender ciertos conceptos financieros y, sobre todo, saber cómo nos van a afectar.

¿Somos conscientes de cómo impacta la inflación en el bolsillo? Puede que en el día a día, cuando consumimos y compramos sí lo tengamos claro, pero ¿y a largo plazo? Si dejamos nuestro dinero ‘debajo del colchón’ o parado en cuentas corrientes o en otros productos conservadores que apenas nos dan rentabilidad, lo que nos va a pasar con el paso del tiempo es que la inflación ‘se va a comer nuestros ahorros’ y vamos a acabar perdiendo poder adquisitivo.

¿Ahorro e invierto por mi cuenta?

Para que podamos cumplir con nuestros objetivos cuando dejemos de trabajar, debemos hacer un ejercicio de reflexión en el que pongamos sobre la mesa qué es lo que vamos a querer hacer durante esa etapa. Con la ayuda de un asesor financiero podremos ‘pintar’ en números qué coste tiene todo aquello que nos gustaría hacer o tener y analizaremos cuál es nuestra situación actual y a medio plazo: qué salario tenemos, qué nivel de gastos, cuánto podemos ahorrar e invertir para este objetivo, si vamos a poder incrementar este ahorro o no, qué necesidades de liquidez podemos tener a futuro, etc.

Todo ello nos va a ayudar a tener una foto realista de nuestra situación financiera, patrimonial y fiscal. También tendremos en cuenta cuántos años llevamos trabajando, con qué régimen y cuándo nos gustaría jubilarnos para tener una idea de cuál puede ser nuestra pensión futura.

Con toda esta información podremos ver qué cantidad es la que realmente vamos a necesitar y, en consecuencia, y según nuestras circunstancias y nivel de riesgo que estamos dispuestos a asumir, qué producto de inversión es el que más nos conviene.

Profesionalizar nuestras inversiones y contar con un buen asesoramiento financiero es fundamental para invertir de una forma sensata y adaptada a lo que nosotros realmente queremos y necesitamos. Porque puede que con un plan de pensiones nos valga, o que necesitemos complementarlo con una cartera de fondos de inversión. También puede ser que tengamos el patrimonio y la liquidez necesaria para diversificar nuestra inversión con productos alternativos o inmobiliarios o que, llegado el momento de jubilarnos, no tengamos liquidez y optemos por usar nuestra vivienda para financiar la jubilación. Las opciones son múltiples, pero siempre deberemos elegir la que realmente necesitemos y se adapte a nuestro proyecto biográfico.

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