Más allá del Impuesto de Sucesiones y Donaciones: ¿cómo podemos planificar nuestra herencia?
La parte fiscal es importante, pero organizar la sucesión empieza por un plan personal y patrimonial
Todo lo que afecta directamente a nuestro bolsillo nos preocupa. Y, por eso, la fiscalidad suele ser un tema recurrente cuando estamos en campaña electoral. Lo vimos hace unas semanas con las elecciones municipales y autonómicas y lo estamos volviendo a ver ahora con las elecciones generales del 23 de julio.
Cada partido tiene propias propuestas en el ámbito fiscal para los diferentes impuestos que tenemos, y el de Sucesiones y Donaciones, teniendo en cuenta que está cedido a las comunidades autónomas, no se queda atrás. Esta semana, el recién investido presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, ha anunciado cuál va a ser su primera medida al frente del gobierno valenciano: “Eliminar el impuesto de Sucesiones y Donaciones para todos”.
El impuesto sobre Sucesiones y Donaciones es un tributo de naturaleza directa y subjetiva que tiene por objetivo gravar los incrementos patrimoniales obtenidos a título lucrativo (es decir, sin contraprestación onerosa) por las personas físicas a través de herencia, legado o donación y también las cantidades percibidas por los beneficiarios de contratos de seguro de vida, cuando el contratante sea diferente al beneficiario y, además, el riesgo cubierto sea el fallecimiento. Lo que sucede con este impuesto es hay importantes diferencias entre lo que se paga en una comunidad y en otra.
Hay muchas regiones que cuentan con bonificaciones del 99% para herencias o donaciones que se reciben entre parientes directos y entre cónyuges; es decir, un pago simbólico (estas bonificaciones se van reduciendo a medida que se avanza el grado de parentesco: sale más caro recibir una herencia de un hermano o un tío que de un padre). Y hay otras comunidades con menos bonificaciones y exenciones que dependen también de la cantidad que se reciba.
También hay que tener en cuenta que se tributará en una zona u otra dependiendo de si es una herencia -vincula la comunidad autónoma en la que haya vivido los últimos cinco años el fallecido-, si es una donación -se tributa donde viva el donatario, es decir, quien recibe la donación- o si lo que se transmite es un inmueble -se pagan impuestos en la ubicación del inmueble.
¿Nos tenemos que preocupar solo por la fiscalidad cuando pensamos en traspasar nuestro patrimonio? Aunque, como hemos visto, la fiscalidad es muy importante, nunca debería ser el motivo principal por el que tomar una decisión de este tipo.
En momentos previos a elecciones, por miedo a que cambie la fiscalidad, hay muchas personas que toman decisiones precipitadas (por ejemplo, deciden adelantar su herencia y donar en vida a sus hijos), únicamente pensando en la parte fiscal y lo que se pueden ahorrar. Y esto, en ocasiones, puede llevar a generar situaciones indeseadas y a que las personas que hacen la donación vean comprometidos sus propios planes.
Así, lo primero que hay que pensar antes de traspasar nuestro patrimonio a la siguiente generación es en lo que depende de nosotros mismos: ¿qué pasa si tomo una decisión solo por motivos fiscales y al año que viene la ley cambia y me hubiera venido mejor?
Para evitarnos esta respuesta, y asegurarnos de que estamos tomando la mejor decisión, tanto para nosotros como para nuestra familia, debemos hacer un ejercicio de reflexión personal en el que pensemos, primero, qué queremos para nosotros mismos y, después, para nuestra familia. Con nuestros objetivos claros y nuestro proyecto biográfico definido, debemos empezar a hacer números, sacar una foto global de todo nuestro patrimonio, de nuestras inversiones, inmuebles, deudas, etc., y empezar a pintar diferentes opciones y escenarios alternativos.
¿Cómo se puede quedar mi cónyuge si yo fallezco antes? ¿Qué opciones tengo para ayudarle? ¿Qué seguro de vida me interesa? ¿Qué pasa si no tengo testamento? ¿Y si uno de mis hijos sufre una discapacidad? ¿Puedo ayudarle más económicamente para asegurar su futuro? Este ejercicio nos va a ayudar a pensar realmente en lo que nos preocupa, a hacernos más preguntas y, de una forma global, y de la mano de un asesor patrimonial, a tomar la mejor decisión, teniendo en cuenta todo lo que nos preocupa y no solo la parte fiscal.