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La conexión digital que reduce la brecha educativa en el mundo

ProFuturo ha beneficiado en 2022 a 7,2 millones de alumnos y 400.000 docentes

Magdalena Brier, directora general de ProFuturo, con alumnas de uno de los colegios beneficiarios de la fundación.
Magdalena Brier, directora general de ProFuturo, con alumnas de uno de los colegios beneficiarios de la fundación.
Rafael Durán Fernández

La pandemia puso de manifiesto que la transformación digital que venía experimentando la sociedad en los últimos años era muy limitada en el ámbito de la educación y dejó patente las desigualdades entre quienes tenían acceso a las tecnologías digitales y los que carecían de ellas. A partir de entonces se ha demostrado la necesidad de disponer de un sistema educativo adaptado a la era digital.

Adelantada a su tiempo es, en cuanto a visión de futuro sobre las virtudes de la educación digital, la fundación ProFuturo. Constituida en 2016, “su misión es reducir la brecha educativa en el mundo utilizando la educación digital”, señala Magdalena Brier, directora general de la fundación. “Cuando se constituye ProFuturo, de la mano de Fundación Telefónica y Fundación La Caixa, se piensa que la educación digital va a ser la herramienta que va a contribuir más a mejorar la educación en el mundo, a reducir la brecha educativa, porque es la herramienta más inclusiva, haciendo llegar contenidos de alta calidad a los entornos más difíciles”, destaca.

ProFuturo, que se nutre de la experiencia en educación y educación digital que venían desarrollando la Fundación La Caixa en España y la Fundación Telefónica también en Latinoamérica, ya está presente en 45 países de Latinoamérica, Caribe, África y Asia. En 2022 se beneficiaron de su programa de educación digital 7,2 millones de niños y niñas en todo el mundo y cerca de 400.000 docentes, con lo que en los casi siete años que lleva en marcha, se han beneficiado 27 millones de niños y niñas y 1,3 millones de docentes.

ProFuturo nace en 2016 de la mano de las fundaciones Telefónica y La Caixa

La fundación trabaja con tres áreas de intervención: el modelo integral, un modelo masivo abierto y otro para las personas refugiadas. El modelo integral está diseñado para la intervención en las escuelas de educación primaria, con plataformas de educación. El primer paso para su implantación es la formación de los denominados coaches en la utilización de la tecnología y el empleo de los contenidos educativos. Y estos coaches son los encargados, a su vez, de ir formando a los diferentes docentes en las escuelas.

Entornos sin conectividad

El siguiente paso es la implantación de la plataforma educativa, que funciona de manera tanto online como offline. “El proyecto se diseñó para que funcionara también en entornos sin conectividad, porque no podemos esperar a que el mundo entero esté conectado, a que le llegue la oportunidad de acceso a lo digital de los más vulnerables”, remarca Brier. En estos casos, la fundación despliega lo que llaman la maleta ProFuturo, que consiste en un router y un ordenador para el profesor, para crear una red wifi interna a la que se conectan los alumnos con sus tabletas. “El profesor tiene en el ordenador una plataforma de gestión de la clase y una biblioteca enorme de contenidos digitales en cuatro idiomas, inglés, francés, español y portugués”, apunta la directora general.

La fundación está presente en 45 países de Caribe, Latinoamérica, África y Asia

Los contenidos que facilita ProFuturo son para materias que tienen carácter universal, como matemáticas, pensamiento computacional, naturaleza o lengua. Para las asignaturas que tienen carácter más local, como pueden ser historia o geografía, la plataforma permite a los docentes crear sus propios contenidos. “Nosotros enseñamos a los docentes primero a utilizar la tecnología y después, ya en momentos más desarrollados de la intervención, a innovar pedagógicamente utilizando la tecnología en clase”, remarca Brier.

En el modelo masivo abierto, los docentes tienen a su disposición formación en innovación educativa, liderazgo, comunicación y planificación en el aula, con cursos presenciales o en línea además de recursos educativos gratuitos. Y siempre, como destaca Brier, con acompañamiento. “Una de las cosas que distingue nuestro proyecto, por eso insistimos mucho en el aspecto social que tiene, es en el acompañamiento y la tutorización”.

El modelo para refugiados complementa el modelo integral proporcionando un espacio seguro de aprendizaje y fortaleciendo la resiliencia a través del apoyo psicosocial. “Para nosotros es un modelo muy especial porque es llegar a los más vulnerables de los vulnerables”, asegura la directora general. Este modelo está activo en Líbano, Jordania, Malaui, Ruanda y Tanzania.

Un aspecto destacado de la plataforma es la medición de los datos de cuanto se hace. Además de reducir la carga administrativa de los docentes en cuanto a evaluaciones y seguimiento, permite personalizar los contenidos para los alumnos, ver dónde flaquean o elevar el nivel de aquellos más avanzados.

La fundación, que ha equipado más de 6.000 escuelas, está ahora volcada en las alianzas para seguir creciendo con socios que aporten el material informático, como Acnur, World Vision, Save the Children, Unicef o la Unesco, con la que ha desarrollado Global Teacher Campus para formar docentes en África.

Evaluación constante

La información que facilitan las plataformas educativas de ProFuturo permite a los responsables de su implementación avanzar en los criterios que se han definido, completado estos datos con investigación y estudios en campo, con expertos que evalúan sobre el terreno si se están consiguiendo los cambios que se proponen con la implantación del proyecto. La información permite también mejorar procesos y contenidos.

Con todos estos datos, Magdalena Brier recalca que ya se tienen certezas de que “la educación digital y la implementación mejora la motivación de los docentes. También mejora la motivación de los estudiantes, porque en cuanto hay una clase de ProFuturo hay una reducción enorme del absentismo y del abandono escolar”.

“Tenemos también evidencias de que el programa transforma la clase, mejora la planificación y la preparación de las clases, usando los recursos formativos de la plataforma. Hay transformación en prácticas pedagógicas, adaptadas a las necesidades formativas de los estudiantes, y se mejoran las competencias del docente relativas al uso de las nuevas tecnologías y al seguimiento de los estudiantes, más facilidad de los estudiantes para adquirir competencias que antes les costaba más y un uso muy valorado del equipamiento”, concluye.

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Sobre la firma

Rafael Durán Fernández
Lleva más de una década a cargo de los temas de sostenibilidad en la sección de Buen Gobierno, tarea que compagina con la edición de CincoDías. Aterrizó en el periódico en el año 2000 y pasó una temporada en la sección de Opinión. Antes, en El Siglo de Europa y El Nuevo Lunes. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

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