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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los problemas (no resueltos) de China que ensombrecerán 2023

El fin de la política de Covid cero impulsará la actividad, pero no será sufciente para combatir la desaceleración del crecimiento del país

La evolución de la economía china nos afecta de forma directa debido a su tamaño y al volumen de materias primas, energía y alimentos que demanda. Por ejemplo, la ralentización que esta ha vivido durante el año 2022 ha ayudado a reducir la presión sobre los precios de las materias primas.

Concretamente, el crecimiento del país fue de un 3% anual, cifra por debajo del objetivo marcado por el Gobierno, que era del 5,5%, y el peor dato desde 1976 (si no tenemos en cuenta 2020). La actividad del país se ha frenado por la política Covid cero y por la ola de contagios a final de año, algo que probablemente se solucionará con el paso de los meses. Sin embargo, existen factores estructurales que han marcado el devenir de China el año pasado y que tienen difícil solución.

En las últimas décadas, el modelo chino ha tenido dos motores que han llevado al país a convertirse en la segunda economía del mundo y a sacar de la pobreza a 800 millones de personas. Por un lado, la inversión en infraestructuras y activos fijos, que se ha materializado en ciudades gigantes, redes de transporte y telecomunicaciones, etc. Por otro lado, las exportaciones de manufacturas de bajo valor añadido, que llegaron a casi todos los rincones del mundo. Ambos motores sustentados por un flujo constante de mano de obra barata que migraba del campo a las ciudades. Sin embargo, la contención salarial de esa mano de obra tiene como contrapartida el bajo consumo de los hogares, que representó en 2021 el 54% del PIB, frente al 64% de Corea del Sur, el 70% de India, el 71% de Alemania o 82% de EE UU.

El Gobierno lleva más de una década anunciando la necesidad de cambiar este modelo. De hecho, en la etapa de Hu Jintao ya se anunciaba la búsqueda de una sociedad armoniosa y un desarrollo científico, es decir, impulsar el consumo y disminuir la desigualdad a la vez que se incentiva a los sectores de alto valor añadido. Dado el poco peso del consumo en el PIB, es necesario que este crezca más que la inversión para buscar el ansiado reequilibrio, algo que se consiguió de forma tímida entre el año 2010 y el 2019.

Sin embargo, el principal motor de crecimiento en 2022 fue la inversión (1,5%), por encima del consumo (1%) y las exportaciones (0,5%). De esta forma se invierte la tendencia previa a la pandemia, en la que el consumo era el componente que más crecía y que lentamente hacía que este tuviera más peso en el PIB. Como consecuencia de la ralentización del gasto de los hogares chinos, el sector servicios disminuyó su participación en el PIB (52,8%), mientras que el sector primario (7,3%) y secundario (39,9%) aumentaron su peso. Además, la desigualdad también habría aumentado en 2022, un factor que frena del consumo.

Otro problema estructural es el deterioro del sector inmobiliario, pues la inversión se ha reducido un 10%, las ventas de viviendas un 24% (por superficie) y los precios llevan 16 meses seguidos bajando. Empresas del sector, como Evergrande, están en proceso de restructuración, porque el Gobierno quiere evitar una quiebra en cadena que exponga a los bancos y a las empresas vinculadas. Aunque las autoridades han intentado contener el endeudamiento de las inmobiliarias mediante las famosas tres líneas rojas, finalmente han dado marcha atrás debido al rápido deterioro del sector. No obstante, puede ser insuficiente para reactivar un área clave de la economía del país, que directa e indirectamente supone cerca del 25% del PIB. En esta línea, la prioridad del Gobierno es finalizar los proyectos de viviendas que ya han sido aprobados, pues miles de ciudadanos con hipotecas salieron a las calles el año pasado para protestar ante la posibilidad de que no se le entregue su vivienda. Esta es una fuente importante de malestar social, por lo que Pekín quiere cortar de raíz el problema.

Vinculado al modelo de crecimiento y al sector inmobiliario está la cuestión demográfica. La población de China ha disminuido por primera vez desde los años sesenta. China tenía 1.410 millones de habitantes a finales del 2022, 850.000 menos que a finales de 2021. En la misma línea, el ritmo de urbanización se ha ralentizado. Queda por ver si es una causa de la pandemia o es algo estructural, pues alrededor del 60% de la población china ya reside en zonas urbanas.

En cualquier caso, el decrecimiento de la población hace mella en los motores clásicos del PIB chino. Esto se debe a que el impulso de la inversión en infraestructuras y del sector inmobiliario se sostenía en la creciente urbanización, porque la migración interna suponía un flujo casi infinito de mano de obra que hacía crecer la industria, las exportaciones y las ciudades. Dada la potencial escasez de trabajadores, resulta más importante que nunca el impulso de la tecnología y de sectores de alto valor añadido. Sin embargo, Estados Unidos quiere frenar el ascenso de China como superpotencia tecnológica, lo que supone un gran obstáculo.

Con este contexto, el año 2023 será clave para el país asiático. Los factores coyunturales derivados del Covid se solucionarán de forma rápida, lo que impulsará la actividad. Sin embargo, no será suficiente para cambiar la tendencia de ralentización del crecimiento a largo plazo. Para ello, es necesario corregir los problemas estructurales, lo que requiere impulsar el consumo interno y los sectores de alto valor añadido, además de encarar el problema de la desigualdad. A su vez, resulta apremiante disminuir el peso de la inversión en infraestructuras y del sector inmobiliario. Estos cambios tendrán un impacto más allá de China, ya que marcarán el futuro de la economía mundial.

Juan Vázquez es Investigador en economía en la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y colaborador de Agenda Pública

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