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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una industria turística que evite la tentación de entrar en un rally de precios

CINCO DÍAS

Tras dos años de trabajosa travesía en el desierto, durante los cuales el sector experimentó en primera línea y con contundencia las consecuencias económicas de la crisis del Covid, la industria turística española ha cerrado un 2022 con un balance notable y encara el año actual con altas expectativas de crecimiento, pese al grado de incertidumbre de la situación económica general. El sector, que inaugura hoy en Madrid una nueva edición del gran escaparate de Fitur, con 8.500 empresas participantes, 131 países y 66 900 m2 netos de exposición, ha dejado atrás un ejercicio en el que el PIB turístico alcanzó los 159.490 millones de euros, lo que supone un 1,4% más que en 2019, el año anterior a la pandemia. Los datos, presentados ayer por Exceltur, dibujan un 2023 en el que se espera un crecimiento de la actividad turística un 7% mayor del registrado antes del Covid, todo ello a salvo de cómo evolucione el conjunto de la economía.

Junto a los datos generales de Exceltur, los balances y previsiones de grandes grupos, como Riu y Barceló, entre otros, confirman que el turismo ha completado su tiempo de convalecencia y encara el nuevo año fortalecido y con planes de expansión, no solo en España, sino en otros países. En ese panorama de actividad aparece como principal escollo, y no se trata de un escollo pequeño, una tasa de inflación que se está haciendo notar en los costes del negocio y en el estrechamiento de los márgenes, pero que no empaña las oportunidades de una economía global en la que se recuperan los flujos de viajeros previos a la pandemia, y a los que previsiblemente se unirán los turistas de China.

Aunque desde la industria se insiste en que la subida de las tarifas en el mercado no cubre la factura de los costes que genera la inflación, la gran tentación que aguarda este año a las empresas turísticas es caer en un rally de tarifas con el fin de repercutir buena parte de ese sobrecoste sobre el consumidor. Pese a que desde algunas casas de análisis se adelanta que la crisis en 2023 será menos virulenta de lo esperado, Europa sigue sumida a día de hoy en un entorno de desaceleración económica y de tensiones inflacionistas que mermará la capacidad de compra de los hogares y condicionará el comportamiento de la demanda interna, que en España fue en buena parte responsable de la recuperación del turismo el año pasado. La industria tiene, sin duda, que defender sus márgenes y su rentabilidad, pero debería abordar ese reto sin dejarse condicionar en exceso por un enfoque cortoplacista del negocio, sino con la vista puesta en la sostenibilidad de un mercado en el que la calidad, pero también el precio, determinarán los nuevos flujos de viajeros tras los años de la pandemia.

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